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Somaly Mam: Con esta charla no pretendo otra cosa que ofrecerles información acerca de nuestro problema, de la situación de las mujeres y los niños camboyanos, así como invitarles a que vayan y nos conozcan, porque no se arrepentirán. Y precisamente a propósito de esto, quisiera agradecer a la fundación ANESVAD lo mucho que ayudan a aquéllos que viven en condiciones realmente duras y extremadamente difíciles. Pero entrando ya en materia, les quiero confesar que si hace algún tiempo me parecía algo normal que los niños y las mujeres fueran esclavos y que los padres lo decidieran todo por ellos (casarse con tan sólo 13 ó 14 años, permanecer incomunicados y un sinfín de vejaciones y de violaciones de los derechos fundamentales de toda persona), la verdad es que, desde que conozco Europa, desde que conozco a mi marido, que me ha explicado y que me ha dado la libertad, ahora veo que eso no es en absoluto lo normal. Que, por ejemplo, no es lógico que niñas de 10 ó 12 años sean explotadas sexualmente en un burdel contra su voluntad (porque, evidentemente, ésta no es la misma prostitución que la de una mujer que lo hace por propia voluntad) y que deban recibir 15 clientes al día puesto que, de lo contrario, son torturadas con descargas eléctricas, golpeadas o se les deja sin comida. Y esto sucede en Camboya, pero también en Tailandia, Laos o Vietnam; es decir, prácticamente en toda la zona asiática. Además, siendo mujeres o niñas violadas y explotadas, enviadas a la prostitución a la fuerza, son rechazadas por la sociedad porque se entiende que llevan consigo la desgracia a la gente. Para que se hagan una idea de la situación, cuando una niña de 8 años fue violada por 10 personas y acudió la policía a buscarla, como ella era muy pequeña, la llevaron a los padres, pero éstos dijeron que no querían que la devolviesen a su casa porque llevaba consigo mala suerte. Es decir, que encima de ser violadas, estas mujeres sufren la insolidaridad de los suyos porque son consideradas, insisto, una auténtica desgracia. Y para paliar este cruel rechazo, para que toda esa gente que todo el mundo culpa y de la que nadie quiere hacerse cargo tuviera, en definitiva, un lugar al que acudir, nació AFESIP (Ayuda a Mujeres en Situaciones Desfavorecidas). Este centro se creó, entonces, para apoyarles, para ayudarles a salir de esa situación, de los burdeles, y sobre todo para decirles que lo que ocurre no es culpa suya, sino de la sociedad. Yo misma he tenido una vida muy dura, y aunque no se la voy a contar aquí porque estoy harta de hablar sobre ella y además me cuesta mucho hacerlo en público, les puedo asegurar que yo tampoco he tenido formación; por eso soy un buen ejemplo que pueden escuchar y del que pueden aprender, que puede transmitirles mi lucha, el problema que he vivido cada día. AFESIP es una asociación no gubernamental, sin ánimo religioso ni político, y ayudamos a las niñas de cualquier raza. Estamos básicamente para luchar contra la explotación sexual de las niñas y de las mujeres, y para ello, contamos con grupos sociales de trabajo que acuden a los burdeles y comprueban que no haya menores, porque cuando una niña cae en la prostitución, le es muy difícil salir de ella psicológicamente hablando. Es más, yo diría que es prácticamente imposible por eso que les comentaba hace unos instantes de que es inmediatamente rechazada por la sociedad de Camboya puesto que, si ya no es virgen, no sirve para nada. O sea, que la prostitución es lo peor que le puede pasar a una chica. Por eso tenemos, como decía, personas encargadas de ir todas las mañanas a esos burdeles y de hablar con las chicas para defenderlas de los clientes borrachos y violentos, así como para informarles sobre problemas como el sida (sin duda, la enfermedad más extendida en Camboya, puesto que en burdeles como el de Phnom Phenn hay un 80% de niñas que la padecen) y, a su vez, transmitir la información recogida a los investigadores, aunque algunos de estos últimos también vayan a esos burdeles para disponer de datos de primera mano. Lógicamente, también
colaboramos con la policía, pero como nuestro país
está completamente corrupto, es muy difícil encontrar
a policías que nos ayuden, aunque no perdemos la esperanza.
De hecho, estamos ahí para obligarles a que entiendan
que esto es un problema y que debemos resolverlo, pues de ninguna
manera se puede permitir la explotación infantil. Así
que, después de todo este proceso, intentamos rescatar
a las niñas y les ofrecemos asesoría jurídica
para que denuncien sus casos, ya que suelen ser vendidas, además
de explotadas, y necesitan ayuda legal. Asimismo, las acogemos
en nuestros centros (tenemos tres centros AFESIP: uno en Phnom
Phenn, en el centro, donde están los más mayores,
de 16, 17 ó 18 años; otro en una provincia visitada
por muchos turistas, y otro centro para niños menores
de 15 años, donde pueden encontrar hasta niños
de 4 años) y nos hacemos cargo de su situación
al 100%, incluso en el ámbito psicológico, puesto
que, como ya comentaba, están completamente destruidas
y además contraen enfermedades sexuales, por lo que hay
que llevarlas al hospital. Entonces, cuando las recuperamos seguimos
dándoles todo ese amor y cariño que no han conocido
y les inculcamos que valen mucho, ya que cuando se pasa por trances
como ése resulta muy difícil verlo. En definitiva,
dejamos que descansen en nuestros centros de acogida y que las
antiguas compañeras, las que ya llevan tiempo con nosotros,
les expliquen que no pasa nada, que se puede salir de esa situación
porque ellas también han pasado por esos problemas.
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