<<<ANTERIOR / SIGUIENTE>>>
Estas palabras son, seguramente, el pasaje más conocido de la obra de Lewis Carroll y han sido empleadas en muchas ocasiones para hablar de política y lenguaje. Ningún otro texto plantea con tanta claridad y concisión la cuestión política de la hegemonía y su capacidad de alterar el lenguaje como instrumento de comunicación.
El poder trata siempre de manipular el lenguaje para sus propios objetivos que, en lo sustancial, coinciden en uno solo: su perpetuación. A continuación me referiré a una manipulación concreta del lenguaje: la que sustenta la hegemonía del nacionalismo felizmente gobernante entre nosotros. Repetía a menudo el añorado Fernando Lázaro Carreter que el lenguaje es al mismo tiempo un instrumento básico para la formación del pensamiento, lo que explica en parte el galimatías que se está formando en el País Vasco desde que el nacionalismo inició su derrota soberanista.
La neolengua nacionalista es, con permiso de Orwell, un espectáculo fascinante. Es imprecisa, victimista, eufemística, insustancial, sobreabundante, perifrástica, etc. Me propongo apuntar a continuación algunas de las características de esta parla, con una matización previa: Hay nacionalistas que no emplean este leguaje. Por ejemplo, Emilio Guevara o Joseba Arregi, por citar a los dos ejemplos más evidentes. Pero es preciso hacer notar que ninguno de ellos forma parte del poder nacionalista, quiero decir que no tienen cargos institucionales o internos, aunque los tuvieron, que se trata siempre de nacionalistas de a pie, sin mando en plaza.
La primera de las definiciones que recoge el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua para el término parla es "verbosidad insustancial".
Este lenguaje se reviste a veces de cháchara insustancial, incluso cuando lo usan portavoces muy cualificados. Por ejemplo, quien ha sido durante los doce últimos años portavoz del partido nacionalista, Joseba Egibar.
En 1999, durante la vigencia de la tregua de ETA, Euskal Herritarrok, denominación que la antigua Herri Batasuna había adoptado, antes de rebautizarse como Batasuna, hizo un ofrecimiento negociador al PNV, que recibió de su portavoz la siguiente respuesta:
En la propuesta de EH se sitúa el zoom, el objetivo, en lo que puede ser la formación de la arquitectura, cuando tan importante como la fachada son los cimientos, porque, si los planteamientos básicos son contrastados, siempre hay posibilidades de entendimiento.
No crean que estas piezas le salían así por casualidad al antiguo portavoz. Tras las elecciones municipales de mayo de 2003 valoraba de esta manera los resultados del Partido Socialista:
El PSOE tiene un collage de situaciones difíciles de sistematizar en parámetros de coherencia [
]. ¿Y qué es eso de la pluralidad mezclada con transversalidad? Son inventos fetiche que se inventan, pero, si no hay cimientos, la transversalidad es un puro desplome.
Se advierte quizá una cierta querencia de maestro albañil en estas dos citas, con reiteradas alusiones a la fachada, los cimientos, la verticalidad y el desplome. No se trata de declaraciones aisladas. ¡Qué hermosura conceptual, qué vuelo metafórico de altura llegó a adquirir este cóndor de la palabra al referirse al plan Ibarretxe! Hay que reparar en su fijación urbanística:
El lehendakari no propone un chalet en el monte. Sabe que estamos en una urbanización, pero no queremos vivir realquilados. ¿Que es un adosado? Bien. Pero yo soy dueño de mi parcela y contribuiré contigo, en la proporción que me toque, al mantenimiento de esa urbanización porque, geopolíticamente, estoy donde estoy, entre España y Francia, dos estados poderosos, arquitectos de la nueva Europa, donde tengo derecho a un solar sobre el que edificar, y la llave de ese solar es la voluntad popular.
Justo es reconocer que el lenguaje de la albañilería y la arquitectura le viene pintiparado a la construcción nacional. Sin embargo, se equivocaba. No basta con ser o considerarse dueño de un solar para poder edificar sobre él. Es preciso tener en cuenta el PGOU, que establece donde se puede construir y donde no.
Y esto no es de ahora. Ya en el siglo V a. de C., en la antigua Grecia, el arquitecto Hipódamo de Mileto inventó la retícula, el criterio ordenador del urbanismo en las ciudades griegas.
No es un caso aislado. El portavoz de Elkarri, Jonan Fernández, es como Joseba Egibar, pero pasado por la Escuela de Peritos. Su discurso es conceptualmente hermano del de Egibar, pero enunciado por alguien que ha hecho un master en termodinámica.
En 1994 tuvo lugar en la localidad alavesa de Maroño un encuentro en el que participaron organizaciones pacifistas y varias mutaciones del nacionalismo radical, "grupos que trabajan en el ámbito de la paz y de la situación de conflicto y violencia", por emplear la terminología que usaban en aquellos años los propios interesados.
Pues bien, "los grupos pacifistas" reunidos en Maroño durante toda una jornada acordaron un escrito que fue el parto de los montes. Se pusieron de acuerdo en que solamente estaban de acuerdo en su "llamamiento a sustituir todas las expresiones de violencia por mecanismos de diálogo como el mejor camino para la paz".
En una primera aproximación desprejuiciada a la afirmación que acabo de repetirles, podría imputarse al redactor de la frase un error de íntima concordancia. En efecto, parece que sería mucho más propio relacionar las expresiones con el diálogo y los mecanismos, más próximos a la mecánica, a los artilugios de matar, con la violencia.
Muy poco después elaboró Elkarri un manifiesto de redacción abigarrada en el que se encontraba la siguiente perla: