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AULA DE CULTURA VIRTUAL

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Transcripción de la conferencia de Santiago Muñoz Machado- 2

Tan sólo dos universidades americanas se pueden poner la medalla de los logros más importantes, por supuesto pacíficos y culturales, en Internet: las universidades de Stamford y de California. En los años venideros utilizan Internet como medio de comunicación e investigación, y en definitiva, como un medio para la libertad; por eso mismo, los que más creían en este modelo, en esos años finales de los 60 y en el principio de los años 70, fundamentalmente eran los estudiantes libertarios, los más ácratas. Ya entonces se les llamaba «hackers», exactamente igual que ahora; la única diferencia residía en que los piratas informáticos de esa época creían en que ése era un mundo absolutamente abierto, sin fronteras de ninguna clase, así como en que los contenidos que se podían expresar a través de las redes eran contenidos incontrolables, es decir, se trataba de un mundo sin interferencia alguna por parte del poder.

El paso siguiente fue introducir esta novedad en los negocios, momento en el que realmente empieza a comprobarse que esa red no es sólo un instrumento de comunicación, sino también una herramienta a través de la cual se puede negociar. Las grandes empresas comienzan a interesarse por el asunto y, a su vez, se va perfilando una red mucho más perfeccionada que inmediatamente heredará el sistema actual, la red de redes, la gran telaraña, la gran web, el sistema Internet. Cuando dicho sistema, ya en los años 90, se convierte, como digo, no sólo en un medio de comunicación, sino también, y fundamentalmente, en un medio para establecer negocios, en un mercado, la pregunta que se suscita es, entonces, la misma de la que yo partía en mi particular investigación que antes mencionaba: ¿quién regula todo esto?

Desde luego, está claro que sí hace falta alguna regulación, porque se trata de un espacio mundial y los poderes habituales, los reconocidos, los ordinarios, son los poderes de los estados, los cuales siempre tienen las fronteras como límite para dictar leyes o regulaciones de cualquier tipo. Los estados no pueden traspasar las fronteras, de modo que nos podemos plantear si en verdad Internet es una herramienta que trae consigo una nueva ideología, un orden de ideas que arrastra la creación de una ideología: la sustitución de la soberanía de los Estados, sobre la que hasta ahora habían vivido todas las sociedades occidentales, por un nuevo "soberano" situado en algún lugar del mundo, por una autoridad concentrada, universal, que legisla, gobierna, juzga, en todo ese espacio. A decir verdad, este ideal de existencia de una autoridad mundial que gobierna todo el espacio no ha nacido con Internet, sino en el ámbito de la filosofía y del derecho internacional. Es algo más vieja de lo que parece, ya que se planteó no con ocasión de las nuevas tecnologías, sino con el problema de la guerra y de la paz. Los filósofos pensaron, sobre todo a partir de Kant, que una manera de arreglar los conflictos internacionales era utilizar el mismo esquema que habían utilizado los estados para pacificar sus propios dominios, y este modo consistía en que los individuos, los habitantes de dichos estados, habían cedido una parte de su libertad encargando a alguien que les gobernara y que estableciera reglas comunes. Así pues, a escala internacional se trataba de que los estados, a modo de individuos pertenecientes a la gran comunidad internacional, cedieran la soberanía para que les gobernara otro, y esa gobernación universal sería la que permitiría una pacificación general. Estas ideas se han retomado ahora para utilizarlas, por ejemplo, en el ámbito de la globalización económica, fenómeno realmente grave, importante y enormemente transformador, y alguno de los filósofos, politólogos, juristas y constitucionalistas de hoy día se están planteando desde hace tiempo si una especie de cosmopolitismo jurídico en cuyo marco se pudieran crear instancias de gobierno universal sería una de las respuestas posibles a dicha globalización. Precisamente en relación con esta cuestión se pueden citar nombres tan ilustres de la filosofía actual como el de Habermas, que así lo propone, o de juristas que se han especializado en este tipo de propuestas y que las han justificado admirablemente.

En realidad, mis conclusiones sobre todo esto, algo en lo que no voy a insistir más, son muy próximas a las que ya se han vertido en forma de crítica ¿Y cuáles son mis conclusiones?, pues que no hay que exagerar, porque muchas cosas que vienen determinadas por la globalización económica, o por este mundo de Internet al que me estoy refiriendo, no sólo requieren soluciones a escala universal, mediante la intervención de los estados; algunas requerirán normativas o regulaciones a escala europea, por ejemplo, pero otras tantas, las más, diría yo, pueden ser resueltas con los poderes propios de los estados, sin que el problema de la universalidad de la red sea un obstáculo para la eficacia de esas regulaciones. Realmente, Internet es un ejemplo magnífico de cómo concurren regulaciones de todos los rangos para la resolución de los problemas en el mundo actual; en efecto, en Internet hay regulaciones e intervenciones de autoridades mundiales al lado de soluciones de autoridades regionales o europeas, en nuestro caso, e intervenciones de autoridades estatales.

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