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España entera se ha convertido en una enorme casa de Gran Hermano donde lo que vende es el maltrato, pero no el maltrato real, si no ese maltrato que nadie sabe si es cierto o no porque se utiliza en un medio de comunicación, en el centro de un circo mediático y a cambio de mucho dinero. Yo soy muy dura con respecto a este asunto porque creo que, si una mujer realmente ha sido maltratada, antes de denunciarlo en los medios de comunicación, lo primero que tiene que hacer es ir a una comisaría y decir "mi marido me ha maltratado". No se puede ir primero a un programa de televisión y después a otro y a otro y, cuando ya se tiene la bolsa llena, decir "ahora me voy a pensar si acudo o no a la comisaría". Siempre pienso que hay algo detrás. En definitiva, en todo lo que se está viendo por televisión, lo único que hay son relaciones morbosas de parejas que, por su cultura o su forma de ser, mantienen, en lugar de una enriquecedora relación de pareja o de amistad, relaciones en las que ambas partes sacuden, porque ahí es donde verdaderamente encuentran el placer. Entonces ellas, o bien porque han roto o bien porque las han dejado, deciden vengarse en público de la otra persona.
Ésa es una de las imágenes de la mujer que a diario se está ofreciendo en televisión. La otra es la siguiente: se meten en una casa y lo primero que hay que hacer es acostarse con el primer señor que aparezca. Eso sí es prostitución, y se hace ante los ojos de todos y con la complacencia de todos: de los medios de comunicación, de los directivos de los medios de comunicación, de la opinión pública y, sobre todo, de las mujeres. Por ello creo que, si nosotras no luchamos contra eso, el futuro que vamos a dejar a nuestras hijas va a ser tremendo. Si no, ¿por qué razón va a estudiar una chica, cuando puede hacerse rica en muy poco tiempo y además conociéndola todo el mundo? ¿Por qué se va a esforzar?
No creo que la prensa del corazón sea ni mejor ni peor que la prensa política. Yo he trabajado en prensa política y en prensa del corazón, y no me arrepiento absolutamente de nada. Tampoco creo que haya un periodismo digno y un periodismo indigno. Lo que sucede en la actualidad es que no estamos viviendo un verdadero periodismo del corazón. El periodismo del corazón empezó en este país en los años cuarenta (una vez terminada la Guerra Civil) con una revista de toros que compró el que es hoy dueño de la revista Hola. Esa revista la fue transformando en una revista social en la que salían reflejadas las folklóricas, los artistas de Hollywood, los toreros, las marquesas..., un mundo complaciente que hacía soñar a la gente, porque veníamos de una guerra y en este país se pasaba muchísima hambre. Esa revista era la forma que había para hacer soñar a la gente.
Obviamente, ese tipo de prensa fue cambiando con los años, y se transformó definitivamente cuando a España llegó la Transición. Aunque primero hay un destape en los años anteriores a la muerte de Franco, empieza realmente a cambiar en los años ochenta. ¿Por qué cambia? Porque se produce una mezcla: la clase social de las marquesas y las condesas, de los ricos, decide romper con lo que ha sido su status hasta ese momento, que es su mujer y sus hijos. No en vano, la aprobación de leyes tan representativas como la del divorcio hizo posible lo que estaba en la sociedad, sólo que con personajes que todos conocíamos. Yo creo que el escándalo más grande de este país se produce cuando Alberto Cortina se separa de Alicia Koplowitz. ¿Cómo podíamos entender que un hombre dejara a la mujer más rica de España? Ése fue el mayor escándalo junto con el de Isabel Preysler y Miguel Boyer. ¿Por qué en ese momento tienen atractivo esas parejas y no otras? Porque representan por parte de ellas la belleza, y por parte de ellos el poder económico o político, y eso hace que sea muy atractivo. Además también cambia el talante: ya había dejado de ser la prensa de corazón complaciente en la que sólo se hablaba de bodas y bautizos, y pasamos a hacer una crítica social a una serie de modas o de costumbres que tenía su parte buena, su parte mala y su parte horrorosa.
Ahora bien, cuando este mundo llega a la televisión, sobre todo con la aparición de la televisión privada, se produce otro nuevo giro. Hay un momento especialmente significativo: el suceso de las niñas de Alcasser. El día en el que se encontraron los cuerpos de esas niñas todo se convirtió en un circo mediático. Y sin bajarnos del carro, nos hemos apuntado a eso con otros personajes. Actualmente estamos invadidos por personajes que no son nada, absolutamente nada, pero que han estado en una casa como la de Gran Hermano, que los ha hecho famosos. A mí no me parece ni bien ni mal. A mí me parece muy bien que hagan lo que quieran en la casa de Gran Hermano o en La isla de los famosos, siempre y cuando no nos los presenten como personajes a los que haya que imitar, es decir, que no se conviertan en estereotipos de una sociedad, porque no lo son. Son una minoría. En este país, la mayoría de las mujeres va a la universidad, se prepara y quiere conseguir un puesto de trabajo. Lo consiguen malamente, con sueldos basura, y sólo gracias a su esfuerzo van subiendo escalones. Sin embargo, a fuerza de ver los estereotipos que sacan por televisión, como la tal Aída, que intenta dar ejemplo de lo que es ella, cuando no es ejemplo de nada salvo de oportunismo, llegaremos a creernos que verdaderamente todo el país es así.
Y todo el país no es ése, desde luego: a las mujeres nos ha costado muchísimo trabajo llegar a conseguir lo que tenemos. Está demostrado que hoy somos mayoría en la universidad, y las mujeres obtienen mejores notas que los hombres. Somos más trabajadoras, a pesar de que nuestra vida se ha complicado muchísimo. Resulta muy difícil compaginar creo que ésta es la gran asignatura pendiente que arrastramos trabajo y familia. La familia ha cambiado. La familia española ya no es como era, y parece que se ha hecho en parte realidad aquella frase de Alfonso Guerra de que España no la iba a conocer ni la madre que la parió. Si nos ponemos a analizar, no la conoce nadie. ¿Por qué? La familia española ya no es el padre, la madre, los abuelos y los niños. Aquí ya nos encontramos con que, en una misma familia, puede haber tres separados, o pueda haber un homosexual casado con otro homosexual, o una lesbiana casada con otra lesbiana que a la vez tienen hijos. En definitiva, la familia se ha diversificado, de manera que nos tenemos que ir adaptando a esta nueva realidad.
Y es curioso otro dato: creo que la generación que mejor se ha adaptado a eso no es ni siquiera la mía, sino la de nuestras madres, que son las que nos dieron paso a nosotras, pero que van entiendo las cosas. Yo creo que, si hace unos años a alguien le hubieran dicho que el futuro Rey de España se iba a casar con una divorciada, habría respondido que le estaban tomando el pelo. Sin embargo, es algo que se ha aceptado con absoluta normalidad. La razón es muy sencilla: ¿quién en su entorno cercano no tiene un hijo, un primo, una cuñada o un hermano divorciados? Entonces, si todo el país tiene personas próximas divorciadas, ¿cómo vas a demonizar a una mujer sólo por el hecho de estarlo? También es interesante apreciar la rapidez con la que se producen en este país los acontecimientos. Hace dos años criticábamos a Eva Sannum porque era modelo de ropa interior; sin embargo, hoy vamos a tener a una Reina que está divorciada de un señor.
La rapidez con la que se suceden los acontecimientos (sobre todo en la vida de las mujeres) no nos tiene que hacer perder la perspectiva: lo más importante para las mujeres es la educación. Con cultura se puede llegar a todas partes y se puede conseguir todo, puesto que, de hecho, se está logrando paso a paso. ¿Quién habría vaticinado que iba a haber en los ayuntamientos mayoría de concejalas? ¿Y alcaldesas? Ojalá tengamos un día una presidenta del gobierno. La mujer avanza a pasos de gigante, pero es cierto que eso no siempre va acompañado de que su compañero sentimental (tu marido, tu padre, etc.) lo entienda. Es ésta la raíz de lo que hoy por hoy es para mí el mayor terrorismo que se está cometiendo en nuestro país y también en los demás países: el maltrato y la muerte por maltrato.