MUJER Y MEDIOS
DE COMUNICACIÓN
Dña. Rosa Villacastín
Periodista
Vitoria, 4 de marzo de 2004
A lo
largo de los últimos años he venido escuchando una queja
repetida: las mujeres que hemos pasado la barrera de los cincuenta nos
volvemos, por obra de no se sabe bien quién, "invisibles".
Este hecho me hizo recapacitar e informarme sobre cuál es la
situación actual de la mujer en nuestra sociedad. Y llegué
a la siguiente conclusión: si bien la condición de la
mujer en general deja mucho que desear en múltiples aspectos,
el problema se acrecienta cuando se trata de las mujeres que hemos superado
esa barrera de los cincuenta.
Ahora bien, ¿por qué los cincuenta y no, por ejemplo,
los cuarenta? Llegar a los cincuenta es importante: no en vano dejamos
de reproducir, que era para lo que se suponía que estaba destinada
la mujer en esta vida (para tener hijos, escuchar a los señores
y admirarlos), y experimentamos un proceso de menopausia que no es nada
agradable. Durante ese proceso cambia el cuerpo, y de pronto la mujer
encuentra que sufre unos sofocos que se quiere morir; a otras, en cambio,
les duele la cabeza; y otras sufren insomnio o se vuelven irritables.
Todo eso que es normal, puesto que son cambios fisiológicos
significa para los hombres algo tan simple como que nos hemos vuelto
histéricas.
Yo quiero reivindicar el derechos que tienen las mujeres a cumplir años
exactamente igual que los hombres, pero para ello, y mucho más
ahora, creo que tenemos que prepararnos, ya que supone un cambio drástico.
Yo cuento en el libro Hay vida después de los cincuenta cómo
me enfrento personalmente a ese cambio. Veo que no me ha cambiado nada,
que sigo siendo la misma, con las mismas arrugas y los mismos kilos;
nada ha cambiado de la noche a la mañana. Sin embargo, es verdad
que, de alguna forma, a las mujeres socialmente se nos demoniza, porque,
aunque no sepamos por qué, nos hemos hecho mayores mientras ellos
están en su mejor momento: ellos están en la madurez y
nosotras hemos pasado a la vejez.
Hace unos años, una mujer que hubiera cumplido los cincuenta
no podía ni siquiera pensar en estudiar una carrera universitaria
o en tener hijos, es decir, en empezar algo y dar un giro a su vida.
Sin embargo, aunque todo eso ha cambiado, creo que hace falta que todas
nosotras nos pongamos de acuerdo y nos volvamos muy exigentes con los
poderes públicos para que sea de verdad una realidad. Hoy, una
mujer de cincuenta o sesenta años puede tener hijos: la menopausia
se pasa cuando te vas a tu ginecólogo y te manda unas pastillas
y te desaparecen los sofocos, porque la ciencia sí trabaja para
la mujer (aunque los hombres no). Si la ciencia trabaja en favor de
la mujer, y hoy una mujer puede vivir perfectamente hasta los ochenta
y tantos años, ¿cómo vamos a ser tan tontas de
desperdiciar treinta y tantos años de nuestra vida en no hacer
nada?
Ahora bien, el paso lo tiene que dar cada mujer dentro de sí.
En este sentido, es cierto que hay asociaciones de mujeres para casi
todo: asociaciones de abuelas, asociaciones de mujeres maltratadas,
asociaciones de separadas, asociaciones para jugar a las cartas... Y
es que, si algo hemos aprendido las mujeres a lo largo del tiempo es
que individualmente es más difícil lograr las cosas, pero
que juntas vamos a conseguir que verdaderamente se produzca ese cambio
en la sociedad. Sin embargo, el cambio lo tenemos que llevar a cabo
dentro de nosotras mismas, porque la sociedad no nos va a ayuda a ello.
Un ejemplo de esta resistencia de la sociedad nos lo proporciona la
televisión. ¿Cuántas mujeres hay que han pasado
de los cincuenta y siguen en pantalla? Tres: Rosa María Mateo
(que ha sido despedida hace poco), María Teresa Campos y Cristina
García Ramos. Esta escasa presencia demuestra que sólo
se promociona la juventud y la belleza, como si eso fuera la panacea
para todos los males. Ahora bien, para luchar contra eso debemos prepararnos
no sólo físicamente, sino también culturalmente.
En este país, si algo hay que agradecer a las madres, especialmente
a las de mi generación (empezando por la mía), es que,
sin ser mujeres preparadas, lograron que nosotras estudiáramos,
nos preparáramos y lucháramos. Pues bien, ahora nos ha
tocado a nosotras recoger esa antorcha, y tenemos que luchar para que
nuestras hijas no se encuentren con todos esos inconvenientes y no se
conviertan en mujeres invisibles sólo porque llegan a una edad.
Hay mujeres que, por ejemplo, han entrado en esa loca carrera hacia
la eterna juventud, cuando la juventud de verdad no está en una
arruga más o menos, sino en la cabeza. Hay mujeres que se creen
que, porque se sometan a un lifting en un instituto de belleza, van
a reencontrarse con la felicidad o su ex marido va a volver con ellas...
Sin embargo, nada de eso va a pasar. Es cierto que hay que cuidarse
y estar bien, pero el cambio que se ha producido ha sido muy grande,
y se ha pasado al otro extremo, cuando creo que no podemos amargarnos
la vida ni perder el tiempo dedicándonos exclusivamente a la
cuestión física.
Por ejemplo, hoy día existen cada vez más universidades
para mayores. En ellas, las mujeres puedan hacer lo que no han hecho,
bien porque no han tenido la oportunidad o bien porque no han querido
y se han dedicado a otras cosas. Conozco a mujeres de setenta años
que se han matriculado en la universidad de mayores y están estudiando.
Son personas que de pronto encuentran en el estudio o en la dedicación
a otras personas un medio que a ellas les sirve para revitalizarse y
rejuvenecerse sobre todo mentalmente.
Las barreras que hay que superar se manifiestan en toda su crudeza en
relación con el maltrato, que es producto de una educación
machista y vaya por delante que no tengo nada contra los hombres,
sino todo lo contrario. Hoy día, cuando las mujeres tenemos
ya todos nuestros derechos reconocidos, el trato sigue siendo totalmente
diferente. Por ejemplo, ¿qué imagen es la que estamos
ofreciendo en los medios de comunicación? A mí me gusta
hacer siempre autocrítica de los medios de comunicación
en los que trabajo, a pesar de que a muchos les puede parecer dura.
Yo creo que los medios de comunicación tienen la obligación
de dar a la sociedad aquellas cosas que demanda. Sin embargo, le estamos
ofreciendo una imagen de la mujer totalmente distorsionada que nada
tiene que ver con la mujer de hoy. Lo que hoy por hoy se promociona
sobre todo en televisión, porque en los medios escritos no ocurre,
es la imagen de mujeres que se acuestan con alguien y lo pregonan a
los cuatro vientos. Ahora que las mujeres nos hemos liberado, resulta
que lo que verdaderamente se ve y gusta es que una señora vaya
a televisión y diga "mire usted, me he acostado con fulanito".
Hace poco ha sido publicado un libro en el que se habla de la prostitución
encubierta que afecta a mujeres que, según dicen, son modelos,
gente que trabaja en televisión. Y yo pregunto: ¿por qué
no hacen públicos los nombres de los señores que van buscando
a las prostitutas? ¿Por qué no sacan los nombres de todas
esas mafias que utilizan a la mujer para que siga haciendo lo que siempre
ha hecho? ¿Por qué denunciar a la parte más débil
de esa cadena? No creo que haya ninguna mujer en el mundo que se prostituya
sin que nadie la coaccione. Y en ese libro, de lo que se trata precisamente
es de dar iniciales de mujeres.