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AULA DE CULTURA VIRTUAL

 

PRESENTE Y FUTURO EN EL TRATAMIENTO DE LA DIABETES


D. Fernando Gómez Peralta
Especialista del Servicio de Endocrinología de la Clínica Universitaria de Navarra


3 de noviembre de 2003

Comenzaré esta conferencia recordando, a modo de introducción, qué es la diabetes y cuáles son sus diversos tipos. La diabetes mellitus es una de las enfermedades conocidas desde hace más tiempo. Para definirla, puede utilizarse cualquiera de las muchas definiciones que existen, una de las cuales es la de la Organización Mundial de la Salud. De ella me interesa resaltar varias cuestiones. La primera de ellas es que, en realidad, no se trata de una enfermedad única, sino de un grupo de trastornos. Esto es muy importante para entender que, aunque existen muchas posibilidades, lo más importante es que cada persona que sufre diabetes se beneficie de la que realmente va a resultar eficaz en ella. No todo aquello de lo que hablaremos esta noche es utilizable por todas las personas con diabetes, puesto que hay muchos tipos de diabetes. De todos modos, en dos tipos se resume el 99% de ellas, de las cuales prácticamente el 90% es lo que conocemos como diabetes tipo II y casi el 10%-15% restante es lo que denominamos diabetes tipo I. A estos dos tipos fundamentales es a los que me voy a referir.
El segundo concepto que deseo destacar es que la diabetes se caracteriza por la hiperglucemia, es decir, por un aumento de los niveles de glucosa en sangre ­o, como habitualmente decimos, "azúcar en sangre"­. Éste es el elemento que utilizamos para el diagnóstico y para el seguimiento de la enfermedad. Si bien no es lo único que se trastorna metabólicamente en la diabetes ­ya que también se ven afectados las grasas, el colesterol, los triglicéridos y el metabolismo de las proteínas­ es dicho elemento el que, desde luego, nos sirve y nos resulta más útil para el diagnóstico y el seguimiento.


La tercera cuestión subrayable es que lo realmente importante en la diabetes no son tanto las cifras en sí (el número) como las complicaciones que se siguen de una diabetes mal controlada. Fundamentalmente, son complicaciones arteriales de los pequeños vasos (enfermedad microvascular), alteraciones de los nervios (neuropatías) y enfermedades de los grandes vasos (enfermedad macrovascular). Las estimaciones de diabetes en todo el mundo en el año 1997 hablaban de 124 millones de personas, y, además, lo que se prevé es que estas cifras aumenten exponencialmente en los próximos años. Las estimaciones son de 221 millones de personas en el año 2010 y de 300 millones de personas en el mundo en el año 2025. Estos 300 millones de personas previstos para el año 2025 se distribuyen además por los cinco continentes; y, en concreto, España es dentro de Europa uno de los países en los que se prevé un mayor número de personas afectadas.


Voy a explicar a continuación los mecanismos que se encuentran alterados en la diabetes. Como he indicado, el elemento fundamental para el diagnóstico y para el seguimiento de esta enfermedad es el aumento de la glucosa en sangre. La glucosa en sangre se genera por los hidratos de carbono que absorbemos con la dieta. Se genera por la producción, en períodos de ayunas fundamentalmente, del hígado, y se elimina por la absorción en los tejidos que la utilizan, fundamentalmente el sistema nervioso central, el músculo y el tejido adiposo. Este nivel de glucosa en la sangre se encuentra fundamentalmente regulado por hormonas, de las cuales la más importante es la insulina. La causa de la diabetes tipo I es una ausencia casi total de esta hormona, de la insulina que se produce en el páncreas, concretamente en células beta que están en los islotes del páncreas. En la diabetes tipo I se produce una destrucción selectiva de estas células productoras de insulina por un ataque autoinmune; es algo similar a lo que ocurre en el rechazo de los órganos trasplantados. En el caso de la diabetes tipo II, sin embargo, lo que existe es una anomalía en la secreción de la insulina. Esta hormona no es segregada correctamente por el páncreas y, además, la insulina que se produce no actúa correctamente en los tejidos que son la diana de esta hormona. En concreto, hay un aumento de la producción de colesterol y triglicéridos en el tejido adiposo; se produce una menor absorción de la glucosa en el músculo y en el sistema nervioso central; y existe un aumento de la producción hepática de glucosa. Todo esto es lo que condiciona las alteraciones metabólicas que concurren en la diabetes tipo II, que, como vemos, es una enfermedad ­en este sentido, una alteración­ más compleja.


Una de las novedades que se han producido en los últimos años es el cambio experimentado en el tratamiento de la diabetes tipo II. Así como antes disponíamos de "muy pocos fármacos" para el tratamiento de la diabetes, en la actualidad, sobre todo en los últimos años, tenemos una serie de fármacos que actúan a esos distintos niveles en los que se producen las alteraciones que conlleva la diabetes tipo II: la sulfolinureas, que estaban presentes y se mantienen; la metformina, que pertenece al grupo de fármacos que llamamos biguanidas; y, más recientemente, las tiazolidindionas, un grupo de fármacos que será el primer avance del que hablaremos a continuación. Ahora bien, me parece importante destacar que en los últimos años se ha acabado "el café para todos" en el mundo de la diabetes tipo II, puesto que existen muchas posibilidades. Lo más importante es actuar como actúa un meteorólogo a la hora de ver la imagen del Meteosat: para cada situación, en cada persona, tenemos que ver cuáles son los nubarrones que le van a afectar en el futuro, en qué punto concreto de su evolución se encuentra, y elegir para ese momento, para ese punto, para esa persona, algunos de los tratamientos que, como ya hemos visto, existen en la actualidad ­y que, gracias a Dios, son muchos­.





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