<<<ANTERIOR / SIIGUIENTE>>>
En cuanto al título, éste contiene un reclamo un tanto provocador que se ha buscado adrede: Todos nacemos vascos. Es una provocación a la que han respondido muy bien los editores, a los que gustó mucho la idea, y el público, sobre todo el que no es vasco. El título seduce, interesa o... puede tocar las narices. De todos modos, en el libro diferenciamos "lo vasco" de "los vascos", y en el prólogo digo que me hace ilusión escribir un libro sobre los vascos, idea que al fin y al cabo me parece mucho más interesante que "lo vasco", que es lo que se oye en los informativos y siempre está sombreado con tintes de conflicto, de polémica o de problema. Yo siempre salvo y rescato a los vascos, que somos los que tenemos que entendernos y solucionar los problemas que hay, los que vengan y los que se han ido ya. Por eso y siempre pensando en personas creo que se puede hablar de todo y llegar a zonas interesantes. Lo vasco, ya digo, lo dejo para los políticos, los informadores, los periódicos, etc.
Con esta osadía hemos afrontado este trabajo. Hemos desarrollado una teoría humorística, claro está mediante la cual justificamos que todos nacemos vascos: pensamos y decimos en el libro que todos los ciudadanos del mundo, todos los niños, nacen vascos, si bien después se puede dejar de serlo dependiendo de dónde se nazca, porque, si se nace vasco en Bilbao, resulta muy fácil ser vasco, pero si se hace en China, y ves a tu padre chino, rápidamente dejas de ser vasco y te conviertes en chino. Sin embargo, el vasco que tienes dentro sigue latiendo toda la vida y te acompaña, y en cualquier momento puede salir. De hecho, aflora cuando, un día, estando hablando con un amigo chino con el que has llegado a una discusión en la que no te pones de acuerdo con él, de repente le dices al otro: "¿Qué te apuestas?". En ese momento, el vasco que tienes dentro ha salido, te está llamando. También puede suceder ese día en el que vas por el monte, ves una piedra grande y, cuando no te mira nadie, intentas levantarla. En ese momento, el vasco que llevas dentro también pide paso.
De todos modos, tampoco hay que preocuparse porque digamos que todos nacemos vascos. Hay en las primeras páginas un test de vasquitud muy entretenido en el que decimos a cada persona en qué grado de vasquitud se encuentra. En efecto, no es lo mismo ser un vasco moderado como puedo serlo yo que ser un vasco como el lehendakari que está obligado a ser un vasco de mucha intensidad. Se trata de un test muy fácil de cumplimentar mucho más que el engorroso test de embarazo compuesto por diez preguntas que, eso sí, a ser posible no se responden en voz alta porque nos pueden llamar la atención.
Además, a quien responda al test le decimos no sólo que es vasco de tal o cual intensidad, sino, además, qué tipo de vasco es. El libro incorpora unas ilustraciones que acompañan a unas fichas mediante las que decimos el grado y el tipo de vasco que es cada lector. Concretamente, creemos que hay nueve tipos de vascos, si bien diferenciamos el bilbaíno de todos los demás, porque consideramos que serlo constituye un... "grado espiritual" de ser vasco. Aunque el libro está escrito por cuatro guipuzcoanos, de mis palabras se deduce claramente que hemos tenido la sensibilidad suficiente como para darnos cuenta de que ser bilbaíno es sencillamente... "otra cosa". De esta forma, para la página 49 del libro que se lee en media hora uno ya sabe exactamente lo que es.
En definitiva, el libro viene a ser el manual de instrucciones que no traemos al nacer. Se dice generalmente que el niño trae un pan bajo el brazo cuando nace; pues bien, aunque todavía no lo he visto (y sí he visto en su lugar un montón de facturas y de gastos), ese libro de instrucciones que no traen los niños al nacer lo hemos escrito nosotros. En definitiva, alguien lo tenía que hacer.