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Félix Linares: Rosa Montero publica estos días Historia del rey trasparente. ¿Te sientes satisfecha con el resultado de tu última novela? Rosa Montero: La literatura y la escritura son un camino de aprendizaje y de conocimiento. Si todo funciona bien, es normal que al escritor le gusten más sus últimas novelas, y creerá que cada vez lo hace mejor, por lo que se sentirá más satisfecho. De todas maneras, en mi pasado ha sucedido así en todas las ocasiones salvo en una: me gusta mucho más Bella y oscura, una novela anterior a La hija del caníbal. Últimamente, con La loca de la casa, que es mi libro anterior, y éste, tengo la sensación de que son mejores. Historia del rey transparente es una novela mucho más ambiciosa y compleja. Cuando uno escribe, va buscando siempre una música, un sonido, unas imágenes poderosas que tiene en la cabeza; y pasarlas de ahí a lo real conlleva siempre una pérdida grande. Llevo veintisiete años publicando y casi toda la vida escribiendo, pero había una gran diferencia entre cómo soñaba cada novela y lo que conseguía después; sin embargo, con estos dos últimos libros, el brillo de la obra que tenía en la cabeza y el resultado final están realmente muy cerca. Ya con La loca de la casa quedé bastante satisfecha, si bien era una novela -o un libro, porque no sé qué era exactamente- pequeña en cuanto a su ambición; con Historia del rey trasparente, en cambio, he conseguido más o menos lo que quería. Félix Linares: Es curioso que cites juntos estos dos libros que, si bien no pertenecen al mismo género, están unidos por un amor infinito hacia los libros. En tu última novela hay también una gran presencia de los libros, pero tú no ahorras gestos -incluso despectivos- hacia ellos: dices que son peligrosos, que mienten, que hay que tener cuidado porque nos engañan. ¿También hay que tener cuidado con Historia del rey transparente? Rosa Montero: Uno de los subtemas de la novela es la importancia de la palabra; la palabra nos hace humanos, nos diferencia del resto de los animales, nos salva. Recordando a Camus, el arte y la comunicación -esa posibilidad de comunicar nuestras emociones y nuestros sentimientos- es la única arma de la que los humanos disponemos contra el caos y el horror. Las palabras nos salvan y crean los pocos paraísos que relucen un momento en la vida. Ahora bien, las palabras también nos condenan, y hay libros que lo hace porque las palabras mentirosas que crean una realidad torcida y empozoñada y que vuelven loca a la gente son las que conducen a la construcción de los infiernos. No hay ni un solo infierno o un solo asesinato en la Tierra que no haya estado sustentado antes por palabras malas. En la novela, que se desarrolla en el siglo XII, se afirma que ni el hacha del verdugo cortaría ni la hoguera de los inquisidores quemaría si no hubiera antes palabras malas, palabras venenosas que todo empozoñan. Lo mismo se puede predicar en relación con los libros que construyen una realidad falsa y torcida. Félix Linares: La protagonista de esta novela va elaborando un diccionario muy particular de palabras que le impresionan -como, por ejemplo, melancolía o memoria-. Sin embargo, dices que hay una sola palabra que, en ningún momento, puede traicionar su esencia. Es la palabra compasión. Rosa Montero: En la novela, Nyneve -que es la compañera de Leola, mi protagonista- dice a ésta, cuando se encuentra escribiendo ese libro de palabras, que el mundo está lleno de palabras hermosísimas, pero que todas pueden ser susceptibles de envilecerse, de torcerse, de convertirse en mentira. Por ejemplo, hombres que se consideran celosos matan por amor a sus mujeres; y, si repasamos la historia contemporánea, la palabra libertad ha provocado muchísimos muertos. Todas las palabras pueden ser retorcidas y emponzoñadas, y convertirse al final en balas. Sin embargo, con la palabra compasión no sucede así, porque la esencia de esta palabra es la capacidad de sentir con el otro, la empatía para ponerse en el lugar del otro, y ésa no puede ser torcida, no hay manera de convertirla en su enemiga. Es la única de las grandes palabras que permanece pura y limpia hasta el final. Félix Linares: Ésta es una novela ambientada en el siglo XII que, a pesar de transcurrir en veinticinco años, en realidad abarca mucho más. En sus páginas, todo un mundo que está cambiando, que pasa de una situación de tinieblas a una situación luminosa, vuelve a caer de nuevo en ellas tinieblas. ¿No es éste el destino más terrible: alcanzar a ver la libertad, pero no conseguir llegar a ella.
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