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AULA DE CULTURA VIRTUAL

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Transcripción de la conferencia 'Si quieres la paz, busca la justicia'- 2

En cuanto al otro proyecto importante, se realizó en Burundi. Fue un proyecto con desplazados. Ya conocéis la diferencia que hay entre el mundo de los refugiados y el mundo de los desplazados: los refugiados es gente que ha tenido que huir de su país debido a la violencia o a la continua violación de los derechos del hombre, pero cuando esa gente sale de sus países automáticamente es asumida por organismos internacionales como el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que junto con los fondos de las Naciones Unidas se ocupa de ellos. En cambio, los desplazados son refugiados internos que no salen de sus países, que se desplazan al interior del país, pero no hay ningún organismo que los asuma, lo cual quiere decir que están abandonados a su suerte. Y no sólo es que no hay un organismo que los asuma, sino que además el gobierno los considera cómplices de oposición armada, por lo que lejos de ayudarles, les encierra en una especie de campos de concentración a los cuales es muy difícil tener acceso. Así que ante esta carencia -ya que si encuentran algún organismo que se ocupe de ellos suele ser de forma muy tímida, debido a razones políticas, de seguridad o porque simplemente no tienen materia prima, fondos-, una vez más, Manos Unidas comprendió nuestras angustias y nos ofreció su colaboración.

Nos encontramos con que sólo en Burundi había 800.000 desplazados, y en la ciudad donde estábamos nosotros, ya en concreto, había unos 40.000. Nosotros nos encargamos de 5.000 casos, a las cuales les construimos sus casas y una vez más les dimos los medios necesarios para que con su trabajo pudiesen mirar al futuro digna y tranquilamente. Si tenéis la oportunidad de ir allí, justo a la salida del aeropuerto, a la izquierda, veréis un barrio nuevo que es fruto de vuestra solidaridad y de nuestra complicidad, de nuestra presencia en ese lugar, sobre el terreno. Y sigue funcionando; es una especie de pequeña Paraguay en la que alrededor de una plaza se han construido una carpintería, un taller de artesanado, unos barracones para cultivar champiñón, una panadería y toda una serie de servicios que, al mismo tiempo que crean puestos de trabajo, permiten la autofinanciación y dan gusto a la vida de esta gente a la que encontramos en la más absoluta miseria.

A continuación, os voy a contar cómo hemos vivido todo esto para sacar conclusiones. Os he hablado de un proyecto con huérfanos, huérfanos que hemos tenido en nuestros brazos y que muchos de ellos nos llegaron en situaciones que no os podéis ni imaginar. Hemos tenido en los brazos a niños de 4, 3, 5 años con el pelo blanco, blanco por el miedo que han pasado y blanco de hambre, de malnutrición. Hemos tenido en nuestros hospitales -hospitales de plástico, por supuesto- niños atacados por una enfermedad típica de la región tropical que se llama noma, que ataca sobre todo a los niños mal alimentados y que es un pequeño "botón" que empieza en la mejilla, por ejemplo, se va extendiendo y de una manera irremediable acaba devorando toda esta mejilla de los niños. Os podéis suponer lo que es entrar en una sala en la que solamente hay niños de estos, 60, 70 niños; era cruel ver cómo por una parte te sonreían y por otra parte encontrabas el vacío de sus vidas. Y como digo, todo eso lo hemos vivido; sin embargo, no ha sido lo más grave. Con ello no quiero haceros un chantaje afectivo, ni mucho menos, únicamente lo hago para plantear los problemas allí donde hay que plantearlos, y es que detrás de esas miserias humanas que Manos Unidas ayuda a dulcificar, a hacer más llevaderas, siempre hemos descubierto abuso de poder, lucha por materias primas. Siempre hemos descubierto manipulación, lucha alocada por prestigio y por poder, cinismo, falsos olvidos y mucha indiferencia; hemos descubierto que ese dolor no cae del cielo, que ese sufrimiento no es puro accidente, que germina de la tierra y tiene sus raíces en actitudes, en instituciones, en personas bien concretas.

Otra situación importante que tuvimos que vivir fue la situación de guerra. En Bucavu se construyeron escuelas, una vez más de plástico, para 20.000 niños; se construyeron dispensarios con la ayuda de un bilbaíno cuyo nombre tengo que callar por discreción, construimos iglesias en 20 campos de refugiados y de la noche a la mañana vimos llegar las nubes en el horizonte, las nubes de la guerra, y lo que habíamos construido en un año y medio aproximadamente, lo que empezaba a funcionar y a ser un auténtico servicio de caridad, fue barrido por dicha guerra. La primera tuvo lugar en el año 1996; una guerra que precisamente empezó bombardeando campos de refugiados -así que fuimos testigos directos- y en la que africanos mataban a africanos con armas fabricadas en el Norte -si os informáis, os daréis cuenta de que hay armas españolas que matan en Sierra Leona-. Ved, entonces, qué paradoja: por un lado destruimos y por otro lado tendemos la mano, cosa que hemos vivido más de cerca en Yugoslavia, por ejemplo.

 

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