LENGUAS EN GUERRA
Dña. Irene Lozano
Periodista. Premio Espasa Ensayo 2005
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Las teorías lingüísticas recientes (generativistas
y racionalistas) nos hablan de que el lenguaje, mucho más que
un fenómeno cultural, es un hecho natural. Dichas teorías
nos dicen que hay en todos los seres humanos unos rasgos innatos -todos
los tenemos al nacer- que nos permiten el aprendizaje de cualquier
lengua. Cuando un bebé nace, está dotado para entender
y reproducir los sonidos de cualquier lengua, aunque esta habilidad
se pierda con el tiempo; igualmente, está dotado para aprender
también las estructuras sintácticas y morfológicas
de cualquier lengua. Esto llevó a Noam Chomsky a formular el
concepto de Gramática Universal.
Según esta idea, existe, por un lado, una facultad innata
del ser humano para adquirir el lenguaje, algo que llamamos "aprender
a hablar" pero que no es exactamente un aprendizaje, sino un
desarrollo de unas potencialidades que están ahí desde
que esa persona nace. Por otro lado, la Gramática Universal
representa algo que Chomsky y muchos otros lingüistas han buscado
con mucho ahínco en el último medio siglo; me refiero
a los llamados "universales lingüísticos", rasgos
comunes que comparten todas las lenguas del mundo y que hace que lingüistas
como Chomsky, por ejemplo, se digan: "¿El francés?
¿Y eso qué es? No existe tal cosa".
En efecto, Chomsky está convencido de que lo que existe es
esa Gramática Universal, es decir, cualidades comunes que comparten
todas las lenguas, pero que, a veces, menospreciamos porque las diferencias
entre unas lenguas y otras son muy visibles. Así, por ejemplo,
todas las lenguas del mundo tienen sujeto, verbo y objeto, algo que
puede parece muy elemental; sin embargo, si pensamos en otros lenguajes
como el musical, nos daremos cuenta de que en las partituras musicales
no existe ningún sujeto ni nadie busca verbo alguno, porque
esos rasgos son específicos del lenguaje humano.
Finalmente, todas las lenguas humanas son sistemas combinatorios
discretos, es decir, hay un número limitado de elementos que
se combinan con posibilidades infinitas, lo que convierte cada acto
de habla en un acto de creación casi único e individual.
Este concepto de Gramática Universal que elabora Chomsky le
lleva a decir que, si un científico marciano aterrizara en
la Tierra, consideraría que sólo hay un único
lenguaje humano con diferencias meramente marginales.
Además de estos factores estructurales, intrínsecos
y comunes a todas las lenguas, y de las dos funciones señaladas
(servir a los hablantes para conocer el mundo y comunicarse), todas
las lenguas tienen idénticas potencialidades expresivas. En
efecto, no se conoce ninguna comunidad humana a la que, de hecho,
se le haya tenido que enseñar a hablar. La observación
puede parecer evidente, pero tiene bastante importancia porque a lo
largo de la historia ha habido civilizaciones más desarrolladas
o evolucionadas que, de repente, han descubierto otras civilizaciones
que no conocían la navegación, determinadas técnicas
de construcción, etc. Sin embargo, todas las comunidades humanas
-por muy atrasado que fuera su desarrollo en otros aspectos- estaban
dotadas siempre del lenguaje. Incluso las teorías cognitivas
del lenguaje, que contradicen en algunos aspectos la gramática
generativa de Chomsky, coinciden en esos factores universales de las
lenguas sobre ese armazón común, sobre esa base lingüística
de la que estaba dotado el puñado de lenguas que existió
inicialmente.
Llegamos así a otro asunto sobre el que los lingüistas
han debatido durante siglos: ¿existió una lengua original,
o, por el contrario, fueron varias? Hoy día se tiende a aceptar,
más o menos, que hubo entre media docena y una docena de lenguas
originales, de las que surgió la diversidad lingüística
actual (entre cinco mil y seis mil lenguas). Toda esta diversidad
lingüística está motivada, por una parte, por unos
pequeños factores lingüísticos que son la voluntad
de cambio (por ejemplo, los cambios que introduce cada nueva generación
en la lengua que hereda) y, por la otra -y sobre todo-, por factores
extralingüísticos como las migraciones de los pueblos
a través de todo el planeta y el relativo aislamiento en el
que, cuando las comunicaciones no eran tan fáciles como ahora,
fueron quedando algunos pueblos. Por ello, los pueblos que se van
separando son los que van dando origen a la diversidad lingüística.
Sin embargo, muchos tenemos todavía en la cabeza el mito de
Babel, que nos dice justamente lo contrario: Dios separó las
lenguas de los hombres y, con ello, los pueblos. Pues bien, la investigación
lingüística demuestra que ocurrió justamente lo
contrario, que la diversidad de lenguas que existe actualmente en
el mundo es fruto en gran medida del azar, de circunstancias casuales.
Sin embargo, sobre esas teorías babélicas y, sobre todo,
basándose en las teorías románticas que vinculan
las lenguas a un espíritu nacional, a un espíritu de
los pueblos, los románticos definen comunidades que consideran
naturales: las comunidades definidas por las lenguas. Es decir, en
las teorías románticas, la lengua compartida por un
grupo de seres humanos condiciona un determinado espíritu,
un determinado carácter que, a la postre, es el fundamento
de las naciones. Son teorías que en su momento tuvieron su
eficacia en determinados procesos nacionales como el alemán
o el italiano, pero hoy día, como teorías románticas
que son (alimentadas en gran medida en la irracionalidad y en lo sentimental)
están descartadas en muchos aspectos.
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