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Transcripción de la conferencia
del escritor Lorenzo Silva el 8 de mayo de 2000 - 6
Digo estos nombres aun a riesgo de
que no les signifiquen nada porque quisiera transmitir esa idea
de que en la nueva narrativa española hay mucho más
que eso que siempre suena, que eso que ya estamos más
o menos acostumbrados a oir, que eso que es el tópico
que todos vemos; hay muchas cosas más y hay cosas que
a veces, como suele pasar con los mejores tesoros, que suelen
estar ocultos, son más valiosas que las que están
a la luz. Yo les recomendaría que estuvieran atentos a
estos escritores, y se los recomiendo porque creo que representan
lo que a mí me gustaría representar humildemente
-otra cosa es si lo conseguiré o no, pero por lo menos
lo intentaré-, dentro de todo este panorama.
Creo que el principal reto que tiene
hoy un narrador, un novelista español, es partir nada
menos que de la tradición novelística que tiene
esta lengua y su literatura, que, dicho sea de paso, es la mejor
del mundo; aunque sólo se hubiera escrito El Quijote,
con eso sería suficiente. Y es la mejor del mundo, además,
porque tiene algo que sólo era posible en este país;
esa manera de contar historias como la de Alonso Quijano que
ha caracterizado a la literatura española, curiosamente,
hasta este siglo, no sé por qué, tiene mucho que
ver con una raíz que normalmente nos negamos a reconocer,
y más en estos tiempos, que es nuestra raíz musulmana.
Lo musulmán, nuestra raíz
bereber, incluso -siendo eso todavía más ofensivo
para nosotros, que nos queremos creer europeos-, es la que nos
entronca con la narración de historias como forma de vida;
si cualquiera de ustedes va a un país musulmán
o a un país bereber, al Norte de Marruecos, hacia Argelia,
verá que la gente cuenta historias casi como una manera
de vivir, es algo como respirar, y es algo que afortunadamente
nos han transmitido, que deberíamos reconocerles y que
deberíamos honrar.
Pero, al tiempo que hacemos esto, creo
que la única manera de hacer una novela legible, la única
manera de hacer una novela interesante, es acudir a esos recursos
de los que nos dota nuestra tradición, ponerlos al servicio
de la observación de la realidad de hoy, ponerlos al servicio
de un verdadero intento de contar a nuestros lectores, que son
los hombres y las mujeres de hoy, las historias que a los hombres
y a las mujeres de hoy les interesan, las historias que a los
hombres y a las mujeres de hoy les incumben, y no otras, porque
tenemos derecho a contar esas historias y tenemos derecho, también,
a que nos escuchen si les contamos dichas historias; si hablamos
de las cosas que no tienen nada que ver con nuestra realidad,
recibiremos, y lo mereceremos, silencio e ignorancia.
Así, de esta manera tan audaz,
resumiría mi programa para una novela del siglo XXI. Creo
que no estaría mal que acertáramos a ser a la vez
bereberes y ciudadanos del mundo, conseguiremos vincularnos a
lo mejor que tiene lo que ha producido la literatura española
y conseguiremos algo que no hemos conseguido en el siglo XX,
y es que cualquier persona de Londres, de Nueva York, de Viena
o de Tokio consiga encontrar en las historias de los novelistas
españoles algo que le incumbe y que le interesa. Muchas
gracias.
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