OTRO MUNDO ES POSIBLE: DEPENDE DE TI
Una mirada a Palestina
Dña. Juana Ruiz Sánchez
Coordinadora de Proyectos en Palestina
Bilbao, 6 de febrero de 2006
Aparte de
estos programas, la sociedad nos ha ido pidiendo otro tipo de servicios,
en parte porque somos buenos receptores de fondos y en parte porque,
además, han entendido que, como mediadores, somos bastante
competentes. Dentro de estos servicios puedo indicar que tenemos tres
guarderías; dos centros culturales para jóvenes que
persiguen que no se pierda la cultura palestina y se tenga un lugar
donde realizar actividades o discutir; un centro geriátrico
de día, con un éxito enorme, en el que están
inscritas cerca de ciento veinte personas y que sirve de lugar de
reunión; y un centro donde veinte discapacitados reciclan papel,
trabajan con cera, hacen diferentes trabajos y los venden para autofinanciarse.
Asimismo, intentamos contar
con otras organizaciones de alrededor, ya que, como digo, procuramos
ser algo más que una red sanitaria. Trabajamos por ello con
unas cuantas organizaciones también palestinas dedicadas a
la agricultura y al agua -la cual, por cierto, perteneciendo a Cisjordania
es confiscada por los israelíes, quienes después nos
la venden mucho más cara- y que defienden los derechos de los
prisioneros, ya que actualmente hay más de ocho mil prisioneros
en las cárceles palestinas, de los cuales seiscientos son menores
de doce años.
También colaboramos
con una organización que trabaja contra el muro, uno de los
problemas más graves que sufrimos actualmente en Palestina.
Este muro de hormigón que mide ocho metros de alto está
ocasionando la destrucción de la vida social en Palestina,
porque ha dividido pueblos, ciudades y aldeas. No podemos movernos
en condiciones y sufrimos si, por ejemplo, queremos enviar a una persona
al hospital. Además, los palestinos no pueden entrar en Jerusalén
salvo con permiso previo de la autoridad militar, que sólo
lo concede en casos de fuerza mayor o por razones humanitarias.
Además, la construcción
del muro -justificado por el gobierno israelí por motivos de
defensa o seguridad- no se ha materializado en las fronteras israelíes,
sino en las nuestras. Con ello han confiscado miles y miles de hectáreas
de agricultura, que constituye la base y la fuente de la vida de los
palestinos. Por ejemplo, miles de árboles han sido arrancados
en estos últimos cinco años como consecuencia de la
construcción del muro (cerca de 250.000 árboles frutales
y olivos). Igualmente, resulta muy difícil que las mercancías
viajen de una ciudad a otra, debido a las dificultades tan grandes
que imponen los controles y el muro. En consecuencia, todo resulta
más caro. No hay trabajo (el porcentaje de paro alcanza el
70%), inversiones, movilidad ni economía, por lo que todo se
encuentra paralizado.
Los niños también
tienen problemas. Hay aldeas donde los niños deben andar mucho
para ir a sus colegios, al tiempo que sufren el atosigamiento y las
humillaciones que los soldados, muchas veces, cometen en los controles.
De todos modos, lo más
grave es la salud de las personas. Debo llamar la atención
sobre dos hechos. En primer lugar, hemos detectado en los últimos
dos años, y sin que sepamos las razones, que Palestina se ha
convertido en uno de los países con más cáncer;
es igualmente alto el número de enfermedades cardiovasculares,
algo normal por el estado de estrés, sometimiento y dureza
de la vida diaria en aquella tierra.
En segundo lugar, diariamente
se producen -tal como se dice en la comunidad internacional- "daños
colaterales" del conflicto en forma de personas que mueren en
los controles porque, por ejemplo, no pueden llegar a tiempo para
ser atendidas en los hospitales. En los últimos años
han perdido la vida en estos controles más de 170 personas,
cuarenta de las cuales eran mujeres que se encontraban de parto. No
es una cifra inventada, sino totalmente auténtica. Por ejemplo,
había personas que necesitaban diálisis o que habían
sufrido un ataque cardiaco. Del mismo modo, las personas que sufren
cáncer y necesitan tratamiento para curarse tienen que salir
del país porque no hay medios curativos.