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De hecho, durante muchos años, el paradigma de la lucha contra el sida de todas las grandes agencias internacionales y de la comunidad científica para los países en vías de desarrollo ha consistido en una estrategia basada exclusivamente en la prevención de la enfermedad. Esta estrategia ha mostrado sus límites, conduciendo a la realidad que hoy podemos constatar: decenas de millones de africanos ya son seropositivos y la epidemia avanza espectacularmente, lo que se mantendrá por lo menos hasta 2010 según las previsiones. Esta situación impone un esfuerzo extraordinario para recuperar el tiempo perdido y ayudar en la prevención y también en la terapia, puesto que de lo contrario iremos hacia el fracaso de toda la estrategia de lucha contra el sida en el sur del mundo, con la desaparición de gran parte del África de hoy y de mañana. El programa nace, por lo tanto, con el objetivo de volver a unir la prevención y la terapia, con la convicción de que es necesario salvar a quien ya ha contraído la enfermedad además de prevenir su difusión, ganando más tiempo de vida para el mayor número posible de personas.
Por estos motivos, el programa de la Comunidad de Sant’Egidio DREAM está concebido para trabajar lo mejor posible en contextos difíciles en todo lo relativo al tratamiento, el diagnóstico, la organización y la informatización de los datos, proponiendo, para todos los pacientes que lo necesitan, el mismo nivel de prestaciones que el considerable progreso científico ha permitido alcanzar en los países occidentales, como los métodos de valoración de la carga viral del tipo o la Highly Active Anti-Retroviral Therapy (HAART), actual punta de lanza en el tratamiento de la infección por VIH. Esto parte del convencimiento de que no es justo que una enfermedad se pueda tratar en unos países sí y en otros no.
Para la Comunidad de Sant’Egidio, las personas no son nunca simples "emergencias", ni cuerpos que vestir, ni llagas que curar, ni bocas que saciar: son siempre personas y amigos. Por esto nos movemos según ese simple y antiguo secreto que recomienda hacer a los demás lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros mismos. ¿Quién no desearía para sí mismo el mejor de los tratamientos? Este enfoque tiene una eficacia muy profunda. Da una gran motivación al personal implicado, cosecha la máxima colaboración por parte de los pacientes, convierte a los mismos pacientes en protagonistas de la difusión del conocimiento de la enfermedad y de las posibilidades de tratamiento en su entorno o elimina el riesgo de que la terapia en curso se interrumpa o no se siga escrupulosamente; en resumen, eleva el nivel cualitativo de las prestaciones ofrecidas. El minimalismo tantas veces propuesto en materia de ayuda internacional y de cooperación corre el riesgo, en el caso del sida, de llevar a consecuencias peligrosas y hasta letales en un ambiente ya expuesto a demasiadas debilidades y ante una realidad tan compleja que en origen rechaza cualquier enfoque sectorial o reductivo.
Por estos motivos, al realizar este proyecto de tratamiento del sida, la Comunidad de Sant’Egidio no quiere desempeñar el papel de un donante distraído que concede sus propios fondos y deja hacer a otros, confiando como mucho en las justificaciones económicas. Nuestro compromiso no quiere estar marcado por el paternalismo de quien consigue ciertos recursos y los manda al tercer mundo, sino por el sentido de responsabilidad nuestro, de los interlocutores institucionales, de los donantes que creen en este sueño de tratar el sida y que desean ver el fruto de su esfuerzo, y aprovecho para agradecer el apoyo de Manos Unidas durante el último año para la realización del proyecto, y de sus colaboradores. De hecho, creemos que poder trabajar junto a otras instituciones e implicarles en el buen éxito del programa es una oportunidad añadida. Así es nuestra experiencia también dentro de Sant’Egidio: mientras miles de miembros de la Comunidad se dedican a actividades de promoción del proyecto en Occidente y a la obtención de fondos, más de 200 voluntarios cualificados (médicos, enfermeros, técnicos de laboratorio, informáticos, educadores y administrativos) se turnan durante todo el año, para ayudar al personal local comprometido en el programa.
