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DR. D. JORGE
LOZANO
Jorge Lozano, Catedrático
de Teoría de la Información de la Universidad Complutense
de Madrid
'Modos y modas'
BILBAO, 14 de enero de
2002

EL CORREO |
Jorge Lozano. |
Antes que nada, quisiera aclararles
que eso de la semiótica, ámbito en el que trabajo,
no es nada grave, no se alarmen. Además, hay que tratarnos
con gran cariño a los que nos dedicamos a ello, porque
somos muy pocos los que nos ocupamos de qué es eso de
la significación, del sentido, de la comunicación,
de qué ocurre cuando alguien está con alguien y
dice cualquier cosa; o sea, de todo. Por otra parte, somos simpáticos
e impertinentes a la vez -ésa es la característica
del semiólogo- y normalmente ponemos títulos raros
a las conferencias; por eso, esto de Modos y modas es
un simple afán lingüístico. Ya sé que
mala es la conferencia de la que se debe explicar el título,
pero, como hay confianza, lo haré: Modos y Modas
no sólo quiere referirse a una especie de paronomasia,
a la "semejanza entre dos o más vocablos que
no se diferencian salvo por una de sus vocales", sino también
jugar un poquito con esa idea de que cualquier concepto tiene
una tradición fuerte que es la etimología, que
hay que lanzarla no al pasado, sino al futuro; eso es, más
o menos, lo que aprendí de mis maestros. Así que
decir «modos y modas» es aludir a una etimología,
a una raíz inicial que no es otra que modus. Simplemente
esto es lo que me interesaba recalcar para acabar con los estereotipos
sociales.
Últimamente, hay mucha gente
que dice eso de que ya no hay moda, de que se pone lo que quiere,
de que ahora ya no sucede lo de antes, cuando la moda venía
de París y había unas reglas dictadas. Pues bien,
mi drástica respuesta es la siguiente: usted no se pone
lo que quiere -así de incómodos somos los semiólogos-.
Usted, de un modo u otro, sigue la moda. ¿Por qué?
Porque hay, como ya he mencionado, un modus, como en los
modos, como en las modas, que quiere decir "confín",
"límite"; que significa que hay cosas que pueden
estar de moda y otras que no. ¿Y qué está
de moda? Pensarán que aquello que es bonito; pues no.
La verdad es que se ponen de moda cosas que se transforman en
bellas simplemente porque están de moda. Entonces, ¿cómo
es la moda anterior? Horrible. ¿Y qué se lleva?
Lo que se lleva siempre. Siempre ponemos como ejemplo el hecho
de que, según las malas historias, Van Gogh pintó
unos cuadros fantásticos y nunca vendió ninguno,
lo cual es totalmente falso: uno sí vendió, el
pobre. Hoy día, es tan importante que los grandes empresarios
japoneses pujan por tener una de sus obras, e incluso lo podemos
contemplar en museos como el Thyssen; así que, aunque
fuera descubierto tardíamente, aquello que hizo era bueno.
Ahora bien, ¿qué ocurre con la moda? Que se reconoce
o no se reconoce, pero no hay vuelta de hoja. Todo el mundo puede
dibujar una cosa muy mona, mas, si no se pone de moda, no se
pone de moda; y si, por el contrario, está de moda, está
de moda, y ya está. Por tal motivo, presenciamos un fenómeno
cultural importantísimo: que el asunto de la moda es definido
por su eficacia. Si la gente la sigue, es un signo eficaz, y
si no lo hace, no hay modas que valgan.
Curiosamente, hay personas empeñadas
en tratar este tema observando su desarrollo en cada cultura,
en cada nación, en cada época; es decir, haciendo
historia de la moda. Sin embargo, siento comunicarles que es
algo sin el más mínimo interés para mí.
¿Por qué? ¿Si podemos reconstruir historias
tan divertidas como la de la barba, en la que se cuenta que,
por ejemplo, en los tiempos de la revolución francesa
nadie llevaba barba, o que Cristo la tenía, como ya sabemos,
por qué no hacerlo con la moda? Por un motivo sencillísimo:
porque, a mi parecer, no se puede hacer historia de todo; actualmente,
los historiadores hacen historia hasta la exageración.
Además, a mí me interesa más hablar de la
moda mencionando dos de sus principales aspectos: uno, el personaje
histórico, con sus características y sus representaciones;
y otro, el "metrónomo" cultural, por decirlo
pedantemente, que, sin duda alguna, es. Ciertamente, a estas
alturas, sabemos bastantes cosas sobre la moda; no obstante,
no conocemos lo que se va a llevar, por ejemplo, y olvidamos
lo que se llevó, con lo que podemos concluir que la moda
es un personaje un poquito amnésico al que no le interesa
el futuro y que se caracteriza, como he dicho, por sus actuaciones.
Por cierto que, a propósito de esto, me gustaría
hacer hincapié en las palabras de despedida de un gran
maestro de la aguja: Yves Saint Laurent. Como ya saben, abandonó
su condición de diseñador hace exactamente una
semana; pues bien, yo no voy a entrar en disquisiciones acerca
de si fue porque su imperio está en manos de Gucci -esas
intimidades intrascendentes dejémoslas para Operación
Triunfo-, sino que prefiero resaltar algunas de sus palabras,
ya que tienen mucho que ver con el título de mi conferencia.
En esa especie de testamento ante los medios, Saint Laurent hace
dos cosas brillantes: una, citar a Proust, lo que ya son palabras
mayores (de hecho, él puso su casa de moda al lado de
donde vivió el escritor), y dos, decir que ha construido
moda no sólo para hacer bella a la mujer, sino también
para darle seguridad y confianza. Así, constata el hecho
de que la moda es mucho más que un vestido; tiene que
ver con los modos sociales y culturales, con los comportamientos
e incluso con las pasiones. Por tal razón, cuando cita
a Proust, no lo hace como un acto de esnobismo, sino para evidenciar
que, efectivamente, la novela del XIX, tanto la francesa como
la rusa, es un excelente tratado de moda. Es imposible que Proust
describiera algo sin mencionar cómo se vestían
y movían, como atendían, hablaban, recordaban o
construían su memoria los personajes de aquella época.
No en vano, casi todos los grandes escritores han estado relacionados
con el mundo de la moda: Balzac escribió el
Tratado de la vida elegante y Mallarmé, el
gran poeta, dirigió la revista titulada "La dernière
mode" y acuñó un nombre que utilicé
para un artículo mío en "El Noticiero de las
Ideas": el que bautiza a la moda como la diosa de las
apariencias.
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