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Transcripción de la conferencia
de Javier Echeverría- 3
En el segundo entorno, cuando surge
la polis en Grecia, cuando surge una nueva modalidad de
poder en Atenas, siguen existiendo los tres poderes arriba mencionados:
sigue habiendo militares, poder económico y poder religioso.
Pero también emerge una nueva modalidad de poder: el poder
civil. La noción de ëpoder civilí tiene una
interpretación muy rara. En principio, se basa en lo que
entendemos por ëdemocraciaí, es decir, en su primacía
sobre los otros poderes, cosa lograda en muy pocos países
y sociedades, y siempre de manera defectuosa, siempre con problemas.
Por eso será mejor hablar del 'poder del Estado', que
es la expresión más desarrollada de dicho poder
civil, impere bien sobre el poder militar, bien sobre el poder
económico, bien sobre el poder religioso. En España
ha llevado siglos conseguirlo, y otros muchos países siempre
están amenazados de golpe militar, o son países
fundamentalistas, donde no hay separación entre Estado
y religión y, por tanto, el líder religioso es
también el jefe político del país. Así
que la emergencia de este segundo entorno se dará cuando
se consiga instaurar el principio de primacía del poder
civil sobre las demás modalidades de poder.
El siguiente paso es que ese poder
político se tiene que estructurar en una división
de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Sucede a partir
de Montesquieu, que teoriza tal división, pero tarda mucho
en producirse. Bien es cierto que siempre resulta defectuosa;
no obstante, es la vía hacia la democracia.
Ahora la pregunta es: ¿esta
forma canónica de poder existente en el segundo entorno
la hay también en el tercero o éste contiene una
modalidad bien distinta? Mi respuesta a dicha cuestión
es que en el espacio electrónico no hay Estado; lo que
prima claramente es el poder económico, lo que yo llamo
'los señores del aire'. Quiero decir con ello que, así
como estas nuevas tecnologías generan un nuevo espacio
y tiempo sociales en el último de los cuales se crea,
se construye y se desarrolla la sociedad de la información,
si nos preguntamos por quién manda en el Tercer Entorno,
por cuál es el poder en la sociedad de la información,
la respuesta no es el Estado, ni la religión, ni el poder
militar óéste existe; está en una zona de
las redes telemáticas, pero no interfiere sobre el resto
de dichas redes: puede intervenir la CIA, o el FBI, para controlar
la delincuencia, pero no hay operaciones militares. Podría
haberlas si los infomilitares decidieran intervenir, y habría
una intervención tremenda. Si un hacker, con el
virus I love you, es capaz de producir enormes consecuencias,
imaginemos a un infoejército, que, por cierto, lo hay:
la OTAN lo tiene y los EEUU también si interviene en las
redes telemáticasó, sino estos señores del
aire, es decir, estos grandes empresarios de las siete tecnologías
que mencioné anteriormente: telefonía, televisión,
bancos electrónicos, redes telemáticas, tecnologías
multimedia, videojuegos y realidad virtual. Ellos son los que
están compitiendo, luchando, por el poder en el Tercer
Entorno; no tocan a los Estados y tampoco al primer entorno,
la batalla está entre éstos. Mientras seguimos
viviendo tranquilamente en nuestros pueblos o en nuestras ciudades,
a través de las redes hay una enorme batalla por el poder
en este Entorno, por ver quién consigue ganar dominios.
Y en ese sentido tendríamos un primer problema: que junto
con el desarrollo de la sociedad de la información, de
este nuevo espacio social, emerge una nueva modalidad de poder
cuyo ejercicio es muy interesante observar ¿Y cómo
se ejerce?; pues se adecua a la estructura de dicho espacio,
por lo que, a continuación, hablaré sobre ésta
y comprobaremos que el poder como tal, o la lucha por el poder,
se adapta a este nuevo espacio social.
A este respecto hay hasta 20 propiedades
-no voy a enumerar todas- que distinguen al nuevo espacio social
de los otros dos. De ellas, la primera y, para mí, la
más importante es la distancia. En el campo o en la ciudad
los seres humanos nos interrelacionamos a corta distancia. Nos
movemos por criterios de vecindad; lo importante es lo próximo,
o el prójimo, como dicen los Mandamientos. Tanto en la
sociedad agraria como en la sociedad industrial, que son los
dos grandes cánones del Tercer Entorno, lo importante
es vivir cerca del lugar donde uno trabaja, o donde hace la compra,
etc.; es decir, la corta distancia ha sido determinante en ambas,
así como, ya en general, en las sociedades de primer y
segundo entorno -salvo excepciones como los nómadas y
algún otro tipo, que son las menos-. Sin embargo, la gran
novedad que aporta el Tercer Entorno es que la distancia pasa
a ser irrelevante. A través del teléfono nos podemos
comunicar con alguien que hubiera estado en Sidney, por ejemplo,
viendo los Juegos Olímpicos. A través de la televisión
vemos lo que sucede en Guatemala, en el Salvador o en cualquier
otro lugar del mundo. A través del dinero electrónico,
andemos por donde andemos de viaje, accedemos a nuestra hucha,
o a nuestro colchón -hace tiempo el dinero se guardaba
debajo de una piedra, o en un hoyo, o debajo del colchón,
o en una caja rural; en un espacio del segundo entorno-; no sabemos
dónde está nuestro dinero digital y electrónico,
lo importante es que podemos acceder a él siempre que
estemos conectados a la red de dinero electrónico. A través
de Internet podemos relacionarnos con personas que no hemos visto
ni veremos jamás, y podemos hacer tertulias, chats,
y podemos ver páginas web, o podemos publicar una foto
tras bajar la imagen, o tocar música. Y así con
todas y cada una de las tecnologías que definen este nuevo
espacio, lo que permite hablar de 'telemedicina', de 'teleducación',
de 'teleguerra', de 'telenegocios' o 'infonegocios', y que los
seres humanos veamos, oigamos y podamos hacer cosas y relacionarnos
a distancia, cosa que no había sucedido nunca a lo largo
de la Historia.
La segunda propiedad diferenciadora
es lo que yo llamo 'la topología'. En el primer entorno,
para arar un campo, ordeñar una vaca, picar en una mina
o pescar hay que estar en un determinado recinto: en la huerta,
en el establo, en el barco de pescadores o en la mina, y si no,
no se pueden hacer éstas y otras cosas. En el segundo
ocurre exactamente lo mismo: para dormir tenemos que estar en
nuestra habitación, para oír conferencias tenemos
que venir a este recinto, para trabajar tenemos que ir a nuestra
oficina, a nuestra universidad, a nuestro despacho, a nuestra
fábrica, a nuestra tienda... ócada cual, a donde
trabajeó; es decir, continuamente vamos de recinto en
recinto, continuamente vamos pasando del interior al exterior,
y, luego, de ese interior nuevamente al exterior. Por tanto,
en uno y otro las sociedades se organizan en torno a múltiples
recintos: íntimos, privados, públicos; empresas,
oficinas, bancos; edificios, barrios, ciudades con su territorio
o circunscripción municipal, etc. Sin embargo, en el Tercer
Entorno nos podemos relacionar a través de redes telemáticas,
ya no hace falta confluir físicamente en un mismo recinto.
Si, por ejemplo, esta conferencia hubiera tenido lugar en este
nuevo espacio, cada cual estaría conectado a su ordenador,
a cientos de kilómetros de distancia o a pocos metros,
me da igual, desde un sitio distinto y comunicado a través
de redes, y no en un mismo recinto.
Hasta aquí, entonces, y desde
mi punto de vista, los grandes cambios que suscita el Tercer
Entorno son la distancia de interrelación y la de ejecución
de un trabajo. Tiene una estructura de espacio matemático
diferente a la del campo y a la de la ciudad, y, claro, si a
quien no se adapta a la estructura matemática del campo,
a la proximidad, le va a ir mal si quiere hacer cosas, le va
a ocurrir exactamente lo mismo a quien no se adapte a la de este
nuevo espacio social. Es decir, adaptarse a esta estructura matemática
del Tercer Entorno es la condición previa para poder hacer
cosas en este nuevo espacio social.
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