|
LA LISTA NEGRA
Los espías nazis en España
D. José María Irujo
Periodista
Bilbao, 17 de febrero de 2003
Voy a hablarles sobre la historia de
los nazis en España porque creo que es una historia realmente
apasionante, fascinante, de la que se ha hablado poco a pesar
de que existen bastantes libros de historia muy sesudos y muy
buenos, por cierto, al respecto. Efectivamente, se ha contado
muy poco la historia de los personajes que trabajaron para los
servicios de espionaje de Alemania en España durante la
Segunda Guerra Mundial, pero la verdad es que mientras las tropas
alemanas invadían Europa, España fue un nido caliente
de espías alemanes, británicos, americanos, franceses
y hasta japoneses. Las miradas de toda Europa estaban puestas
en nuestro país, que acababa de salir de la Guerra Civil,
y en un gobierno que coqueteaba con Hitler aunque decía
ser neutral. Todos los servicios de espionaje trabajaban, mas
los nazis eran los únicos que lo hacían a su antojo
y con descarada ventaja sobre sus competidores. Centenares de
agentes de la Gestapo, de la Abwehr y de la SD se movían
por todas las ciudades españolas con absoluta libertad
y conformaban una extensa red con ramificaciones y contactos
en la administración y fundamentalmente en las elites
dominantes de la sociedad. Diplomáticos, periodistas,
empresarios, productores de cine, ejecutivos de empresas y agentes
profesionales trabajaban en silencio a favor de la causa de Hitler,
el dictador que estaba ocupando por la fuerza el Continente y
asesinando en los campos de exterminio a millones de judíos.
La colonia alemana en nuestro país no llegaba a las 30.000
personas, pero el número de afiliados al Partido nazi,
que era muy pequeño en los años 30, se multiplicó
y se disparó. El alemán que no participaba en estos
servicios era considerado como un enemigo, y siempre existía
la amenaza de que fuera repatriado y llamado a filas, lo que
influyó para que algunas personas dudosas dieran el paso
adelante y colaboraran de distinta forma con estos servicios.
Los 700 afiliados al Partido nazi que había durante la
Guerra Civil española crecieron y éste abrió
sedes en casi todas las comunidades españolas. Así,
la figura de Hitler presidía todos los colegios alemanes
y los niños alzaban el brazo en alto cuando celebraban
el cumpleaños del Führer. Una parte importante de
la sociedad española vio al nazismo durante aquella época
con simpatía, y sus cruces gamadas, sus esvásticas
y uniformes no provocaron inquietud alguna a los falangistas.
Más de 700.000 personas apoyaban y daban cobertura a esta
red de espías, a los que consideraban sus aliados y también
sus amigos. Algunos de estos agentes habían sido miembros
de la Legión Cóndor y habían participado
pocos años antes en el bombardeo de Gernika.
Pero es imposible hablar de los servicios de espionaje alemán
en España sin destacar y dibujar el formidable imperio
económico y empresarial que tenía Hitler en nuestro
país. Un imperio económico que de alguna forma
impregnó de cierto tinte alemán la economía
española. El creador de este imperio, que incluía
350 empresas, era Johannes Bernhardt, un comerciante alemán
de estatura media, grueso, de aspecto sencillo y corriente, tocado
siempre con un sombrero. Un personaje que forma parte de una
serie de nombres sobre los que hablo en mi libro, que tuvo la
suerte de estar en el sitio preciso en el momento adecuado y
al que Franco le debió su victoria frente a los republicanos.
En los años 30 se trasladó a nuestro país
para iniciar su aventura empresarial, al igual que otros muchos
alemanes que huían de la crisis económica de los
años 20 y que llegaron a muchos puntos de España,
fundamentalmente Andalucía, Barcelona, Madrid y el País
Vasco, en busca de fortuna. En cambio, a diferencia de los demás
no se estableció en la Península, sino en Tetuán,
un protectorado español, y allí conoció
a generales tan importantes como el navarro Emilio Mola, el coronel
burgalés Eduardo Sáenz de Buruaga y otros destacados
militares españoles que entonces ya pergeñaban
y conspiraban contra la República.
El 23 de julio de 1936, este comerciante alemán viajó
en un avión de la compañía alemana Lufthansa,
cuyo piloto fue obligado a volar por los militares rebeldes hasta
Alemania, para entrevistarse con Hitler y pedirle la ayuda que
le reclamaba Franco. Junto a él iban Adolf Langenheim,
jefe local del Partido nazi en Marruecos, y el capitán
español Francisco Arranz Monasterio, y consiguió
dicha entrevista, él, que era una persona absolutamente
desconocida en su país y sin ninguna influencia ni poder,
gracias a la intervención de un personaje muy relacionado
precisamente con Bilbao. Se trataba de Friedhelm Burbach, primer
representante de Hitler en España y Portugal, y luego
cónsul durante muchos años en Bilbao. Era un personaje
clave en la red de espionaje nazi en Vizcaya, y lo cierto es
que su simpatía por los rebeldes contribuyó a cambiar
la historia de España, ya que gracias a su intervención
y a sus oficios consiguió que el 25 de julio Bernhardt,
el comerciante del que les hablaba antes, consiguiera ver cara
a cara a Hitler. Así, logró no sólo entregarle
la carta de un general que se había levantado contra la
República y que pedía diez aviones de transporte,
seis cazabombarderos, veinte baterías antiaéreas,
fusiles ametralladores y munición, sino también
que el dictador alemán enviara a Franco todo lo que le
pedía y que, tres años más tarde, éste
consiguiera ganar la Guerra Civil.
SIGUIENTE>>>
subir
|