Dr. D.
Gustavo Bueno, filósofo
Miércoles,
14 de diciembre de 2005
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Sin embargo, opino que de lo que verdaderamente se trata es de destruir
España por quienes afirman, en el colmo del espiritualismo
más infantil, que sienten que son tal o cual nación,
o para quienes, con mayor profundidad aparente, dicen que tienen una
vivencia de esa nación. Desde mi materialismo, la nación
es para mí un hecho objetivo, fuera del cerebro de cada ser
humano, algo real que, además, tiene muchas variaciones o clases.
Asimismo, estas acepciones de la idea de nación no se pueden
ir enumerando de una manera más o menos enciclopédica
-como últimamente he leído en la prensa, donde cada
persona entrevistada daba su propia acepción de nación-,
porque conducirse de este modo, en última instancia, legitima
lo que en cada momento puedan decir personas como Maragall o Ibarretxe.
Ahora bien, toda palabra -para serlo verdaderamente- debe tener un
concepto detrás. Por ello, para dar una definición de
nación, primero es preciso analizar el concepto. Concretamente,
la nación tiene una serie de géneros y especies. Los
géneros son tres: nación biológica, nación
antropológica y nación política. A su vez, la
nación biológica tiene tres especies. La primera se
refiere al individuo, al organismo viviente; ahí está
el concepto original de nación, proveniente de nascor ("nacer",
en latín). Es decir, nación es lo que ha nacido, ya
sea una yegua, un diente, etc.
Sin embargo, hay que fijarse bien en un detalle. El hecho de que,
al palpar las encías de un niño y notar que las tiene
abultadas, diga "están naciéndole los dientes"
(nación de los dientes o natio dentium) se debe a que, previamente,
tengo el concepto de diente procedente de otro niño, es decir,
estoy viendo el nacimiento del diente del niño desde la plataforma
de un diente ya adulto o desarrollado. Ésta es un concepto
oblicuo (no recto), pero esencial para entender el concepto de nación
política.
La segunda especie es el nacimiento de un grupo de organismos (un
rebaño, por ejemplo), concepto que es ya zoológico,
pero que también es humano (no en vano, los hombres somos animales).
En cuanto al concepto de nación antropológica, cabe
decir que este concepto tiene ya características específicamente
humanas, entre las cuales se halla el carácter institucional
de las actividades de los hombres y la racionalidad, que radica en
la manipulación de las cosas externas. Es también un
concepto oblicuo, porque proviene de las naciones periféricas
al Imperio romano, donde se cuece la idea de nación. Esos grupos
que rodean al Imperio son gentes o naciones étnicas, grupos
humanos que están en la periferia del Imperio. Así,
Varrón dirá: "Europae loca multae incolunt nationes"
("Son muchas las naciones que habitan los diversos lugares de
Europa"), es decir, normalmente bárbaros que no se convierten
al cristianismo y que hostigan al Imperio desde el exterior.
Cuando estas naciones se integran en la sociedad política
(reino, Estado, imperio...) se convierten en naciones étnicas
no políticas. Como ejemplos, puedo citar las naciones en las
que durante la Edad Media se clasificaban los mercaderes de mercados
tan lejanos entre sí como París o Medina del Campo,
y que carecían de cualquier sentido político; otro tanto
sucedía con los colegios mayores de las universidades, donde
los alumnos se clasificaban por su nación, que era el lugar
de origen.
Es éste el mismo sentido con el que se emplea el término
en el Poema de Almería, que narra la toma de esa ciudad por
Alfonso VII, quien reunió un ejército procedente de
diferentes partes de España, entre ellas, la "nación"
asturiana. Por desgracia, los nacionalistas asturianos acuden a esta
cita para argumentar cómo su nación estaba ya presente
en esos tiempos, cuando, justamente, lo que prueba es lo contrario:
se trataba solamente de una estirpe, de una etnia.
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