<<<ANTERIOR / SIIGUIENTE>>>
En tiempos de nuestros antepasados (pensemos en Altamira, por ejemplo), el arte tenía también una vocación de intento mágico de atraer a la caza. En las épocas glaciares no abundaba la caza, y el hombre primitivo confinado en las grutas pensaba lo mismo que el obsesivo piensa que va a ocurrir algo que va a matar a alguien que, si dibujaba una res, ésta iba a convertirse en realidad y aparecer. Asimismo, otra función del arte era acompañar el desarrollo de la explicación del acontecer religioso. Al público analfabeto había que enseñarle la religión ilustrando la vida de los apóstoles o de Cristo y todos los misterios que rodeaban la religión.
En el siglo XVI, Brueghel el Viejo representaba en algunos de sus cuadros la tragedia y el desastre del mundo de entonces con escenas agresivas, procaces y obscenas, introduciendo en su obra toda la garra de la destrucción, lo obsceno y lo prohibido, hasta el punto de considerarlo un tratado de pornografía. Más tarde, los románticos representarán la realidad acentuando los detalles trágicos y espeluznantes sin dejar de introducir, con cualquier disculpa, un toque erótico.
El artista cumple la función de embellecer el mundo, pero disconforme con la época se permite algunas licencias, como, por ejemplo, incluir detalles sumamente feos, procaces, obscenos y revolucionarios. Así, por ejemplo, los escultores que creaban esculturas en las torres de las catedrales imágenes que nadie iba a subir a ver porque no había medios de acceso esculpían pequeños detalles de este tipo en los que, además, los actores eran obispos, gente poderosa que el artista se permitía atacar.
Por tanto, parece que es lícito utilizar el arte moderno como referencia general para al arte. A pesar de las diferencias es sabido que, a partir de finales de siglo, la forma deja paso al color, que invade la pintura dejando atrás toda representación, la cual queda reservada a la fotografía, al cine y a otras artes se puede decir que la historia del arte es portadora del mismo mensaje.
Vayamos con el segundo grupo de cuestiones. ¿Reúnen los pintores características psicobiológicas específicas? ¿Son genios o monstruos que reúnen unas dotes particularmente extraordinarias? ¿Y son éstas heredadas, o adquiridas? Aunque siempre se había afirmado que hay algo de herencia en la genialidad, lo que se ilustraba con el ejemplo de las familias de artistas, músicos o pintores que tenían cualidades extensas, no se deben tomar muy en serio esos argumentos históricos porque en esos casos había verdaderas escuelas y talleres de arte donde los maestros (el arriba citado Brueghel el Viejo, por ejemplo) enseñaban a sus hijos, sin que la razón genética tuviera mucho que ver en la posterior carrera de los descendientes..
Ahora bien, desde los años sesenta se han desarrollado investigaciones muy importantes que demuestran a las claras la herencia de las capacidades artísticas. Se hicieron primero dos o tres estudios, sobre todo en países escandinavos, a partir de guías biográficas de personajes célebres; tras recoger las personas célebres en arte, se buscó a sus familiares como eran países pequeños era fácil porque no había mucha inmigración, y se pudo observar hasta qué punto existía genialidad en las familias. Los datos se comparaban estadísticamente con los de otras personas no dotadas excepcionalmente para el arte y se comprobaba la existencia o no de una diferencia. La conclusión fue la clarísima existencia de artistas dentro de los familiares, pero más especialmente entre literatos y poetas. Aunque aquellos estudios eran metodológicamente discutibles, y no estaban muy bien realizados (así, los grupos de control y los métodos de estudio de las biografías eran muy discutibles), parece ser que, en efecto, existe una herencia.
De todos modos, en los últimos veinticinco años hay tres significativos estudios realizados por mujeres que avalan esta idea. El primero es de Nancy C. Andreasen (Universidad de Iowa), que estudió un taller de escritores de Iowa en el que los mejores escritores jóvenes de Estados Unidos son becados para facilitarles estudios específicos orientados a escribir. En esta población tan escogida se estudió la presencia de depresión, alcoholismo o psicosis en ellos y en sus familiares, y con la misma metodología se comparó la presencia de esas características en otra población de estudiantes distinta. La investigación demuestra a las claras que es muchísimo más frecuente estadísticamente la presencia de familiares con patologías de alcoholismo y de depresión, sobre todo en los escritores. No se incluyó al grupo de pintores.