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AULA DE CULTURA VIRTUAL

 

LA REVOLUCIÓN BIOLÓGICA
Y SU IMPACTO SOCIAL


D. Ginés Morata Pérez
Profesor de Investigación del Centro de Biología Molecular del CSIC


Bilbao, 26 de enero de 2004


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Evidentemente, no vamos a curar a nadie estudiando estos genes en la mosca, pero sí que vamos a recabar una información muy importante para algún día poder curar o paliar esas enfermedades. Por ejemplo, se puede citar el caso de las ataxias, unas enfermedades que no tienen cura alguna y que se deben a un problema de una molécula en las proteínas, que se duplican. Pues bien, aunque las moscas normalmente no sufren ataxias, o si las tienen no lo notamos, podemos inducir la ataxia a una mosca y estudiar qué le pasa. Otro ejemplo válido es el del Alzheimer. Podemos introducir a las moscas el síndrome molecular del Alzheimer y, viendo cómo responden a las células, se obtiene una información muy importante para algún día poder tratar la enfermedad. Un caso más reciente (como el publicado en la revista Nature en octubre de 2003) demuestra cómo, sobre la base de estudios hechos en la mosca, se ha logrado curar un cáncer pancreático muy agresivo en ratones, a los que se les indujo el cáncer experimentalmente para después tratarlos con una serie de sustancias deducidas del estudio de las moscas y se les logró curar. De todos modos, hay que tener en cuenta que, en este momento, estos estudios no van a ayudar a curar a las personas que padecen cáncer. Sin embargo, algún día toda esta información será muy importante para tratar la enfermedad.

Como he indicado, otro avance actual es la clonación. Lo primero que tengo que decir es que el clonaje de individuos (la clonación reproductiva) es uno hecho muy antiguo. Se remonta a 1962, cuando en un laboratorio de Cambridge se clonaron ranas a partir de las células del intestino de otro individuo. El caso de la oveja Dolly es esencialmente lo mismo, aunque, por tratarse de un mamífero, la diferencia reside en la mayor dificultad técnica de realizar los experimentos en los mamíferos, que tienen desarrollo interno. Es decir, el clonaje de Dolly es importante quizá por su valor técnico, pero científicamente no ha añadido nada nuevo a lo que había descubierto John Gurdon hacía bastantes años.

Al hilo del clonaje de Dolly comenzó a hablarse mucho de la posibilidad de clonar a una persona. Para mí clonar seres humanos es irrealizable por razones éticas y prácticas. Otra cosa muy diferente es el clonaje de células humanas con posibilidades terapéuticas. Las células embrionarias humanas tienen una capacidad de diferenciación muy grande en cultivo. En el laboratorio son capaces de hacer tejido cardíaco, tejido de hígado, muscular, etc., y esto es muy importante porque puede hacer posible en un futuro crear órganos de repuesto o bien inyectar células potencialmente capaces de, por ejemplo, sustituir un corazón dañado que tiene una zona infartada o un hígado cirrótico. Esas células son capaces de ir allí y regenerar el órgano o, en última instancia, hacer el órgano in vitro para después transplantárselo a la persona. Con todo, debo señalar que hoy día esto es todavía una posibilidad.

Otra aplicación de los avances en genética, que además ya se está poniendo en práctica, es la terapia génica, que consiste en lo siguiente: tratar de introducir a una persona que tiene un gen defectuoso el gen terapéutico, con lo cual se le cura la enfermedad genética. Con todo, esto es fácil de decir, pero muy difícil de hacer. Las condiciones necesarias para la terapia génica son las siguientes: insertar el gen terapéutico de forma permanente en el genoma huésped; hacer que se active en el órgano adecuado (por ejemplo, el páncreas); hacer que se active en el momento adecuado; y hacer que se active con el nivel funcional adecuado. No obstante, se están encontrando problemas porque, por un lado, los vectores de inserción utilizados hasta el presente (generalmente virus animales, retrovirus, adenovirus, etc.) no cumplen todas estas condiciones y, por el otro, por la posibilidad de que el vector de inserción cause mutaciones no deseadas.
Finalmente, me referiré a dos especulaciones surgidas en la biomedicina gracias a las posibilidades abiertas por las nuevas tecnologías desarrolladas en estos último años: por un lado, la regeneración de órganos y, por el otro, el control del envejecimiento y la muerte. En primer lugar, nos podemos preguntar si es posible regenerar un órgano. Hay especies de vertebrados (reptiles y anfibios) que son capaces de regenerar órganos. Así, por ejemplo, si a una rana se le corta una pata o un brazo, al cabo de un tiempo esa parte se regenera. Actualmente, hemos aprendido qué es lo que sucede para que salga un apéndice, aunque no sabemos cómo activarlo. Los experimentos con pollos han permitido identificar los genes responsables de este crecimiento de los apéndices. Así, podemos conseguir que, inactivando esos genes, al pollo le falte el apéndice (una pata menos o un ala y una pata menos, por ejemplo), o, activando el gen donde no debe, se puede lograr que el organismo tenga una pata más. Esto podría aplicarse, por ejemplo, en personas que, tras un accidente, han perdido un brazo, ya que esos mismos genes están presentes en la especie humana. Con todo, como digo, todavía no estamos en condiciones de saber cómo activarlo.

En segundo lugar, otro campo para la especulación es el del control del envejecimiento y de la muerte. Todos hemos nacido con la idea de que nacimos, crecimos y, al final, moriremos. No obstante, hay una serie de observaciones que hacer. Por ejemplo, hay organismos que no mueren nunca, como los cnidarios o las bacterias. Además, nuestra línea germinal es inmortal, es decir, una célula mía se ha perpetuado en mis hijos, por lo que parte de nuestro cuerpo no es necesariamente mortal. Finalmente, las células cancerosas no mueren. La evidencia reciente es que el envejecimiento está controlado genéticamente, es decir, hay genes que controlan el envejecimiento. Asimismo, hemos encontrado mutaciones que hacen que las moscas o los gusanos vivan muchísimo más (sin que además se produzca un declive físico del organismo, pues tienen una vida activa normal y viven más) y sabemos cómo manipular el envejecimiento de las moscas y de los gusanos.

En los últimos dos años se ha producido un gran resurgimiento en este terreno, y hay descubrimientos muy importantes. Así, parece ser que la longevidad en gusanos y en moscas, y seguramente en humanos, está relacionada con la vía de la insulina, que se produce en el páncreas. Hay dos genes muy importantes involucrados en la vía de la insulina que están presentes en todas las especies de animales, incluida la especie humana. Pues bien, cuando estos genes mutan, se produce una alteración muy grande en la longevidad de los organismos, tanto en gusanos como en moscas, por lo que, alterando estos genes, podemos modificar su longevidad.






 

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