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AULA DE CULTURA VIRTUAL

 

TÚ ERES LA CAUSA DE TU BUENA SUERTE


D. Fernando Trías de Bes
Profesor de la Bussiness School ESADE
Autor del best-seller 'La Buena Suerte'


Bilbao, 22 de marzo de 2004


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¿Más maneras de cambiar circunstancias actuales? Por ejemplo, en el terreno empresarial me gustó muchísimo lo que se utiliza en Hewlett Packard. Para poder salir de las circunstancias actuales en Hewlett Packard emplean la técnica siguiente. Por ejemplo, ante una propuesta como que la impresora LaserJet debe bajar su precio un 70% y, además, el nuevo modelo que está previsto que tarde dos años se tiene que hacer en ocho meses, lo normal es que el resto del comité directivo diga que es imposible. Ante ello, la respuesta que siempre se les da es ésta: "Bueno, eso es imposible bajo las circunstancias en las que estamos. Eso es imposible porque la empresa está pensada para que eso sea imposible, por lo que pónganse ustedes a pensar cómo debería cambiar esta empresa para que eso sea posible". Entonces se ponen a trabajar en cambiar la empresa para que esa locura que es un objetivo imposible sea posible. Pues bien, al cabo de un año consiguieron bajar un 70% el precio de la impresora LaserJet.

Entramos en la cuarta regla de la buena suerte, que es una de mis favoritas. Afirma que preparar las circunstancias para la buena suerte no significa buscar sólo el beneficio propio, sino que crear circunstancias para que otros ganen también atrae la buena suerte, que no es más que compartir.

Pensemos, por ejemplo, en Bill Gates, que es considerado el hombre más rico del mundo. Cuando busqué en Internet y miré la proporción de acciones de Microsoft que tenía, me quedé de piedra al comprobar que Bill Gates, que fue el creador de la empresa, por lo que un día tuvo el 100% de las acciones en su poder, ya sólo tiene el 10%. Me di cuenta de que Bill Gates era el hombre más rico del mundo precisamente porque ya sólo tiene un 10%, es decir, porque ha cedido el 90%. Probablemente, si hubiera querido concentrar ese 100%, ahora sería tan sólo un pequeño empresario de la Costa Este. Compartir es importantísimo. Al final, la buena suerte es como el agua: si la dejas estancada, se pudre, cuando lo que necesita es fluir.

Hay casos empresariales de este tipo buenísimos. Por ejemplo, Anita Roddick, que es la fundadora de Body Shop, la empresa de cosméticos de mayor crecimiento del Reino Unido y la más rentable. Una de las cosas que hace en sus tiendas es pedir a todos los dependientes que piensen en una causa social que les preocupe, y se compromete a que el 25% de los beneficios de esa tienda se destine a esa causa social. Es uno de los comercios de mayor crecimiento. Los empleados que trabajan allí saben que, cada vez que venden un perfume, están contribuyendo a algo que les preocupa. Realmente, la sociedad tiene que cambiar en esa dirección, y ha de pasar del paradigma de la competición al paradigma de la colaboración, porque, si no, entre otras cosas estamos poniendo en peligro el futuro de este planeta.

Otro caso muy interesante es la cadena de supermercados Mercadona, que aplica de forma impresionante políticas de recursos humanos basadas en compartir. Por ejemplo, los 39.000 empleados están en plantilla, en nómina y con contrato fijo. Si un empleado muere, el cónyuge recibe el mismo salario de por vida. Los hijos, a los dieciocho años de edad, tienen derecho a un contrato de por vida al entrar en la empresa. Una de las políticas de la compañía es que todo el mundo viva a menos de quince minutos caminando, y tiene un departamento dedicado a tramitar y ayudar en el cambio de vivienda para que la gente disponga de tiempo para sus hijos. Y lo más sorprendente es que, cuando abren un nuevo supermercado, el local lo ponen a nombre de los empleados. Para pagarlo, piden un crédito y Mercadona firma un contrato de alquiler de veinticinco años pagando la renta media de aquella zona más medio punto, con lo cual la compra está garantizada. Los empleados que trabajan en esa tienda saben que, al cabo de veinticinco años, el local será suyo. Mercadona podría quedarse el local y obtener más beneficios, pero a través de esa forma de compartir está creando la cadena de supermercados nacional de mayor crecimiento en este país, superando a todas las multinacionales francesas.

Nos vamos ahora a la quinta regla, cuyo enunciado es el siguiente: si se deja para mañana la preparación de las circunstancias, la buena suerte quizá nunca llegue.

Crear circunstancias requiere dar un primer paso, pero esta quinta regla nos obliga a algo más: hay que darlo precisamente hoy, es decir, no hay que postergar, sino perseverar. Algunos números, muy sorprendentes, revelan que la calidad es hija de la cantidad. Muchas veces, uno tiene el deseo de escribir un libro de poesía o de montar un pequeño negocio o de cualquier otra iniciativa, pero lo quiere hacer tan bien a la primera que eso lo bloquea. Cuando se analiza a las personas más célebres, a las que han hecho las obras más brillantes, se llega a la conclusión de que son individuos que han desarrollado una cantidad de creaciones totalmente brutal, y que fue la cantidad la que les trajo la calidad.

Traeré a colación algunos datos. Por ejemplo, Thomas A. Edison, que fue el creador de la lámpara luminosa, del fonógrafo y de dos o tres inventos más que se le conocen. Sin embargo, Edison tiene 1.903 patentes, un récord que nadie ha superado, aunque es conocido por unos pocos inventos. Es cierto que algunas resultan verdaderamente absurdas, como aquel invento de guardar el hielo en los establos para que no se fundiera, ideas que no llegaron nunca a ningún sitio. No obstante, aunque muchas de ellas han pasado al olvido, detrás hay una historia de muchísimo perseverar. Cuando Edison inventó la bombilla, no le salió a la primera, sino que realizó más de mil intentos, hasta el punto de que uno de sus discípulos que colaboraba con él en el taller le preguntó si no se desanimaba ante tantos fracasos. Y aquí entra de nuevo la cuestión de la percepción del error, porque Edison respondió: "¿Fracasos? No sé de qué me hablas. En cada descubrimiento me enteré de un motivo por el cual una bombilla no funcionaba. Ahora ya sé mil maneras de no hacer una bombilla". Ahí está esa actitud ante el error y el fracaso a la que antes me referí.





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