a


AULA DE CULTURA VIRTUAL

ANTERIOR / PRINCIPAL

Transcripción de la conferencia "Cristianismo y Tercer Milenio" de José Ignacio González Faus 5

Pasando al último de los puntos tratados, me gustaría señalar que se dice mucho que, después de la muerte de Dios, nuestra cultura puede estar amenazada por la muerte del hombre, aunque, repito otra vez, algunos ateos óquizá sean los últimos mohicanosó no lo aceptan y esto lleva consigo muchas discusiones. Yo tengo que decir, y he dicho muchas veces, que Dios nos ha creado no para que creamos en él, sino para que seamos humanos. Pero el hecho es que esta trayectoria histórica de la cultura europea hace pensar. Porque el que levantó la bandera de la muerte de Dios, como todos sabemos, fue Nietzsche, y ésta suponía el fin de todos los valores cristianos; tanto, que esto acabó volviéndole loco óquien lo quiera ver basta con que lea las tres primeras páginas del libro más famoso de Nietzsche, aunque no acabó completo, que se llama La voluntad de poder. El filósofo fue enormemente lúcido sobre esto, y porque lo vio es por lo que planteó aquel dilema, construir al superhombre. Era un ensayo de reconquista y transmutación de los valores, porque él ya decía: ´o vamos al superhombre o acabaremos siendo los últimos hombres'.

Por enlazar con lo siguiente, y al hilo de lo aquí dicho, bien es cierto que se conoce mucho esta expresión de Nietzsche; sin embargo, se conoce muy poco el aviso de que acabemos siendo los últimos hombres, que ya lo había dado Zaratustra. Curiosamente, en este siglo XX se ha escrito muchas veces ´el hombre' ¿Qué es eso? Es una cosa que sólo tiene dos siglos de existencia. Somos estructuras, somos el hombre. Entonces, claro, si no hay hombre, derechos humanos... A mí me parece que hay algo aquí que está amenazado en los demás valores humanos. Y por eso lo digo. Y unos factores explicadores de esta muerte podrían ser estos dos: por un lado, la pérdida de la memoria, ya que se ha dicho que los niños del futuro, los hombres del futuro no tendrán más memoria que la de los ordenadores, que tienen muchos datos pero no tienen recuerdo, que es la capacidad en esos datos de encontrarse a sí mismo, saberse uno que él es el mismo ó ërecordarí viene de ëcorí, que significa corazón, volver el corazón a aquello, encontrarse allí, etc., etc.ó; por otro, el uso de los medios de comunicación, que ya se han denominado ëculturaí, que se han convertido en una industria. Ahora, todos los elementos de la cultura son como las cosas que hay en El Corte Inglés, elementos de consumo, con la diferencia de que, así como antes hablábamos de dictadura y luego se decía que algunas situaciones no eran dictadura, sino dictablanda, en el caso de los medios de comunicación tendríamos que empezar a hablar de dictadulce; la mejor manera de que nos hagan hacer lo que ellos quieren pero suavecitos, contentos.

Con respecto a esto, en un libro de Mest, uno de los grandes teólogos, Por una cultura de la memoria, se lee este párrafo. Está hablando el autor del peligro, lo que yo llamo la muerte del hombre, él lo llama aquello que Kant proclamó como la gran ventaja, verdad, la madurez, hemos llegado a la mayoría de edad, y dice: ´Quizá estamos volviendo a otra minoría de edad'. Y más adelante, en ese mismo contexto, escribe: ´Esta muerte lenta, suave, de la mayoría de edad se realizará con tanto o más éxito cuanto más la experimentemos, no como presión y represión ódictablanda, dictadura, que decía yoó sino como placer y diversión. Como es sabido, esto procura nuestra moderna industria cultural. El creciente poder de los medios de comunicación, y no en último lugar la televisión, que abarca nuestra cotidianidad de modo cuasitranscendental y cada vez nos exonera de nuestras propias imágenes, de nuestros propios sueños, de nuestras propias historias, nos convertirá un día óotra frase de otro autor europeo con la que relaciona esta citaó en rutinarios analfabetos felices'. Mira que si, en vez de seres humanos, con todo lo que cabe de riqueza en la palabra ser humano, acabamos siendo rutinarios analfabetos felices... Ese peligro no es irreal, y un buen ejemplo es lo que hace la revista Times, no sé si ahora lo sigue haciendo, que siempre ha tenido la costumbre de sacar, por diciembre, al hombre del año. Prescindiendo de quién sea éste, de cuál sea su identidad ó øJuan Pablo II?, bueno, pues muy bien. O Reagan...; el que fueraó, hace pocos años resultó ser un robot. Ya comentaba el autor de esto: ´El hombre del año, el robot, como hombre del año. El robot, una inteligencia computerizada que no necesita de memoria alguna; tiene infinitos datos, un archivo grande, porque ella no está amenazada por ningún olvido, ni siquiera necesita de lengua alguna con sentido propio, porque ella funciona tranquilamente y sin contradicción. Por consiguiente, es una inteligencia sin historia, sin praxis, patética y sin moral. En una palabra, la rapsodia de la inocencia congelada en máquina'.

A mí, esta última frase me parece fácil, pero bien es cierto que esos podían ser unos factores que amenazaran con la muerte del hombre, lo cual no quiere decir que todos seamos así. Yo hablo de una cultura, de unas estructuras culturales. Adorno, el gran filósofo de este siglo decía: ´los hombres suelen ser mejores que su cultura'. Eso es verdad. Sin embargo, si estás metido en esa red, te infecta y te afecta. Frente a eso, ya para terminar, hay que decir que el cristianismo, retomando ahora muchas cosas de la teología de Metz, tiene dos palabras fundamentales, y la primera de ellas es la memoria. Metz define al cristianismo como una memoria subversiva, porque es memoria de la pasión, por la que este mundo, al profeta, al justo, lo echa del medio, y para quitarlo de en medio se ponen de acuerdo todos si hace falta, pero también porque es memoria de la resurrección, y ésta no es otra cosa que la toma de postura de Dios ante la actuación del mundo, dando la razón a la víctima, al que había sido echado, incluso condenado como blasfemo y desautorizando, por tanto, al sistema humano que lo echa fuera. En fín, el cristianismo es una memoria subversiva, y óyo así lo creoó también una memoria apasionante.

Querría añadir, aunque sea una pincelada rápida, el por qué de que algunos de los sobrevivientes de Auschwitz, o de los campos de concentración del holocausto, aguantaran allí y lograran salir y, luego, cuando ya estaban en nuestro mundo, se suicidaran. Hay dos casos bastante conocidos. Uno es este Primo Levi, que tiene varias novelas, novelas o libros, que luego acabó suicidándose en el año.., no sé si 78 ó 87; un químico italiano, espeluznante. Una de ellas, La tregua, ha sido llevada al cine y demás. Otro es Rise, Premio Nobel de la Paz. Éste sí vive, y tiene una novela que se llama La noche, el alba y el día, que es la historia de un niño, en buena parte autobiográfica, que primero ve morir a sus padres en un campo de concentración, luego se libera y se da cuenta de que ha de recurrir a la violencia, de que está haciendo lo mismo que hacían los SS con él. El protagonista de aquella novela acaba suicidándose también. Y otro que quizás es menos conocido pero que es importante porque dejó la justificación de por qué se suicidaba, es un tal Ian Amery óque los que han estado algo en el mundo de la Teología no deben confundir con un Karl Amery, un alemánó. Éste sale de Auschwitz y se suicida en el año 78. Dice que se suicida porque la Historia europea está olvidando lo que no se puede olvidar: el holocausto.

Y la verdad es que,después de éste, no se puede hablar ni de Dios ni de nada de la misma manera que antes. Todo hablar del mundo que fuese meramente positividad se parecería ólo dice en una frase muy bestiaó a cuando las SS, después de haber estado gaseando unos cuantos judíos, se iban a casa y se ponían música de Beethoven -°y hay que ver qué buenos eran oyendo música clásica-. Esto lo hemos olvidado, y, Amery dice, lo estamos repitiendo, porque se están repitiendo holocaustos más chiquitos aquí y allá. Es como si Hitler hubiera obtenido una victoria póstuma. Quizá puede parecer exagerado, pero él había sufrido mucho, y las personas que han sufrido mucho, cuando se expresan, lo hacen de una manera exagerada. En todo caso, yo sólo quería dejar esta pregunta: øcómo es que, en este mundo, gente que fue capaz de soportar el holocausto, luego, no ha sido capaz de soportar nuestra existencia óque encontramos nosotros tan bonita-, ¿es que ya estaban muy traumatizados y venían muy tarados? Quizá sí, pero no deja de ser extraño. Entonces, el cristianismo es una memoria, una memoria subversiva. Y, precisamente por eso, es también una responsabilidad; al perder la memoria perdemos la responsabilidad. Si uno fuera responsable ante sí mismo o se lo guisara como quisiera, acabaría, como decía Freud, víctima del superego ante un alguien que no es juez cruel. Es la deformación de la imagen de Dios, del Dios del miedo, y la Iglesia, incluso, se agarró a ella creyendo que así evangelizaba mejor, no consiguiendo otra cosa mas que fracasar. La responsabilidad es siempre ante, un ante que no es un juez cruel, sino el amor ofrecido. ëEl amor ofrecidoí; ésa es la mayor situación de responsabilidad ante la que nos vemos los hombres: la oferta del amor.

Y bien, sólo quiero decir una palabra de conclusión, si me permitís dos minutos más, que podría ser un sexto punto y quedaríamos, así, equilibrados: tres y tres. Una de las grandes ventajas del cristianismo para el mundo futuro, ya he dicho de una manera creyente que no es tan fácil, son los mártires. Este último siglo, sobre todo en su segunda mitad, ha sido un siglo de muchísimos mártires; quizá menos en Europa, aunque sí podemos contar bastantes. En África, en Asia y en América latina sobre todo, curiosamente, hay más mártires a manos de gobiernos sedicentes católicos que a manos de otros. También hay en el Este, en manos de gobiernos sedicentes ateos, pero eso se podía esperar más. Esa sangre de los mártires es lo que quiero terminar evocando, porque este año se cumple el décimo aniversario de la muerte de un vasco insigne, de Portugalete, que era Ignacio Ellacuría, a veces, desgraciadamente, no bien entendido - alguno dijo: ´se lo buscaron, porque eran marxistas', y este tipo de desautorizaciones rápidasó. Hace muy poco, nuestro general Kolvenbach, en una pequeña y preciosa charla, o no sé qué, que tuvo sobre ellos, dijo una frase sobre aquellos mártires de El Salvador: ´consideraban real el Evangelio de nuestro señor Jesucristo'. Parece que no dice nada, pero a lo mejor nos muestra que nosotros consideramos Teología el Evangelio de Jesucristo. Lo consideramos teórico, lo consideramos bonito; ellos, lo consideraron real. No se trata de crecer en número óesto sí que lo digo en el periódico y me lo han conservadoó; hemos pasado de un cristianismo de cantidad a un cristianismo de calidad. No habrá que decir aquella frase que oímos de niños, cuando las persecuciones: ´la sangre de mártires es semilla de cristianos'.

Sin embargo, yo creo, haciendo una cierta metáfora para concluir, que la sangre de los mártires es la única que puede lavar y borrar las manchas de sangre de las manos de Lady Macbeth. Todos conocéis la tragedia de Shakespeare: aquella mujer que llega al poder manchándose las manos de sangre, matando al uno y al otro, y luego le viene aquella obsesión, se mira las manos y las encuentra llenas de sangre, se las intenta lavar y aquella sangre no se va, etc. Yo he pensado muchas veces que, no globalmente, ni muchísimo menos, nuestra civilización primer mundista tiene algo o bastante de Lady Macbeth. Y tiene unas manchas de sangre que quizá no se las puede quitar. En ese contexto, no parodiando la frase de tertulianos, sino yéndome por otro lado, a lo mejor la sangre de los mártires es la única que puede lavar esas manos manchadas de sangre de nuestra cultura primer mundista. Y esa sangre de los mártires ha existido.

Esto es, por tanto, una palabra de conclusión y de optimismo creyente, mirando al futuro. Nada más.

ANTERIOR / PRINCIPAL

Enviar la noticia a un amigo

subir




info@diario-elcorreo.es

Pintor Losada 7
Teléfono: +34 1 944870100 / Fax: +34 1944870100
48004BILBAO