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Transcripción de la conferencia
del psiquiatra Enrique Rojas - 3
¿Qué diferencias hay?,
pues mire usted, cuántas veces le preguntamos a la gente
´¿tú cómo te encuentras de ánimo?,
¿cómo estás por dentro?´, y cuántas
veces decimos ´estoy triste´, ´estoy decaído´,
´no me encuentro bien´ o ´estoy bajo de tono´.
Son expresiones. Hay un estudio que hice yo algunos años
atrás, en una muestra de pacientes en Madrid, sobre los
sustantivos que empleaban los enfermos según los niveles
sociales o socioculturales. Era curioso, porque las personas
de nivel social más alto, las que tenían más
estudios, más capacidad, utilizaban expresiones psicológicas
como triste, aburrido, deprimido, decaído, mientras que
las personas de menos nivel sociocultural utilizaban expresiones
somáticas como sin gana, sin fuerza, sin energía.
De hecho, muchas veces preguntas a gente de menos nivel sociocultural
cómo está de ánimo y te responden ´no
tengo ganas de comer´; así, una pregunta psicológica
es respondida de una forma somática. Pero en realidad,
las diferencias que voy a establecer grosso modo las pueden
ustedes encontrar en alguno de mis libros, y es un asunto muy
bonito, porque indica la pericia del psiquiatra, que se mete,
que ahonda en los entresijos de la personalidad del otro.
La tristeza psicológica es motivada
por algo, estoy triste por algo. La melancolía puede ser
causada por una cosa pequeña, lo que los americanos denominan
life evens, acontecimientos de la vida, o puede ser un
sumatorio de cosas: es esto, es aquello, es lo otro, es lo de
más allá... Sin embargo, la tristeza depresiva
suele ser, generalmente, inmotivada, hay pocos motivos o ninguno
¿Qué significa esto?, significa que, muchas veces,
de cosas insignificantes, esa persona hipertrofia, agranda o
desproporciona el agente causal.
Además está el sentido:
en la tristeza psicológica es comprensible, se comprende
que uno esté triste, y comprender es aliviar, es ponerse
en el lugar del otro, pero en la tristeza depresiva es incomprensible.
Yo he visto muchas depresiones tras el éxito, tras una
subida profesional, un ascenso, o aquéllas en las que
no había motivo, no tenía sentido que aquello se
produjera.
Si, por otro lado, atendemos a su vivencia,
la habida en la tristeza psicológica es más superficial,
se muestra con lágrimas o bien se guarda dentro -también
depende del tipo de personalidad-, mientras que la tristeza depresiva
es muy profunda, es densa, compacta, pétrea, consistente,
cala a fondo.
En lo que respecta a su intensidad,
la tristeza normal es una tristeza menor, aunque, naturalmente,
depende mucho de los acontecimientos: no es lo mismo la muerte
trágica de una persona querida o un revés de la
fortuna que otros acontecimientos. Y, miren ustedes, aquí
yo haría una pequeña incisión, válida
hasta hace años. En nuestro medio, en la sociedad occidental,
la mujer suele ser especialmente sensible a las frustraciones
afectivas y el hombre es especialmente sensible a las profesionales,
pero esto está cambiando. Piensen ustedes que, en la Universidad
Complutense de Madrid, por ejemplo, en Medicina, el 60% de los
alumnos hoy son mujeres, y en Derecho, el 70%.
En el siglo XVIII y principios del XIX, se decía que la
mujer era menos lista porque tenía menos masa encefálica.
Hoy sabemos que la masa encefálica de la mujer es la misma
que la del hombre, y que no es que sea más lista, sino
que el hecho es que está ahí. Hace unos días
pedía yo diez voluntarios para hacer un trabajo en la
Facultad de Madrid y los diez eran mujeres. Vivir para ver. Es
decir, el sexo débil se ha vuelto fuerte y el fuerte se
ha debilitado. Se ha producido un cambio de roles. Pero sigamos
con otras diferencias entre estas dos tristezas.
La tristeza psicológica es una
tristeza que generalmente no se plasma en el plano somático;
lo más, como decía antes, es que haya lágrimas
o que una persona cambie la cara, tenga una cara mustia, melancólica.
No ocurre lo mismo, en cambio, con la tristeza en la enfermedad
depresiva: en este caso sí se somatiza. Es decir, se marca
sintomáticamente a través de dolores de cabeza
con una topografía compleja. Pueden ser frontales, frontotemporales,
en la zona occipital...; pueden ser dolores difusos, etéreos,
vagos, pocos concretos; pueden ser específicos... Además,
en el plano respiratorio, pueden ir acompañados de una
sensación de opresión, de falta de aire, de la
sensación de dificultad para respirar.
Por no hablar del plano digestivo, en el que son muy frecuentes
las quejas de la persona depresiva, que va recorriendo médicos
hasta que uno, un médico de atención primaria o
un interno que conoce la psiquiatría le dice: ´Mire
usted, si usted lo que tiene es una depresión; tiene una
molestia somática, pero eso no es digestivo´. Esto
es como aquel dicho que se oía mucho en otra época,
en la gente castellana, del pueblo: ´Tengo los nervios
en el estómago´. No sé si se decía
aquí, pero recuerdo que había que aclararlo: ´Mire
usted, esto no son nervios, es el estómago. Usted tiene
una depresión, lo que pasa es que la depresión
se manifiesta de esta manera´.
Con todo ello, ya tendríamos
una primera definición de este padecimiento como enfermedad
del estado de ánimo, enfermedad del humor debida a causas
biológicas, resultado de un transtorno de la neurona,
o causas psicológicas. Atendiendo de manera más
amplia al primer caso, les quiero explicar que nosotros, en los
últimos años, medimos y pesamos la depresión,
al igual que uno mide el nivel de glóbulos rojos en sangre
y sabemos si una persona tiene anemia, o tiene colesterol alto,
o tiene un índice de glucosa de tal o cual calibre...
Utilizando una muestra de 290 pacientes, hemos visto qué
serie de variables afectan más en la depresión.
Es decir, hay aquí un manejo distinto de los sustantivos
anteriormente nombrados que constituyen el mapa de esta patología.
Lo que es importante es que ustedes sepan que la depresión
endógena es una enfermedad producida por un trastorno
cerebral. Nosotros tenemos un procesador, un pequeño microprocesador
en el cerebro, que es la neurona.
Tenemos, aproximadamente, cien mil millones de neuronas y, a
su vez, cada neurona tiene entre diez mil y cien mil conexiones
con las neuronas vecinas, por lo que se produce una central eléctrica
o telefónica de altísima complejidad, de tal manera
que hay unas relaciones tremendamente interesantes. La neurona
tiene tres partes fundamentales: el cuerpo, el axón, que
es una terminación larga, abotonada, y luego una zona
que son las dendritas, que son unas terminaciones que se bifurcan
en distintos aspectos. Incluso podríamos decir que nuestra
mente funciona como un ordenador: recibimos información,
que puede ser verbal, visual, auditiva...; luego hay un segundo
momento, que es el procesamiento o el almacenamiento, la sistematización
de ese material recibido óéste y el anterior serían
el input, en el lenguaje informáticoó, y
un tercero, que son los registros de salida óel output.
De hecho, siguiendo este esquema podríamos definir, también,
qué es inteligencia. Inteligencia es la capacidad para
utilizar de forma correcta la información recibida, procesarla
de forma adecuada y dar respuestas eficaces.
Desde luego, sería una definición un tanto computerizada,
porque la inteligencia es, ya que he entrado en el tema, bastante
más que eso: es capacidad para captar la realidad en su
complejidad y en sus conexiones, es capacidad de síntesis,
es saber distinguir lo accesorio de lo fundamental. Allí
donde hay compresión lógica o racional, ahí
hay una persona inteligente. Por lo tanto, tiene que ver con
la neurona y tiene que ver con muchas más cosas ¿Por
qué?, pues miren ustedes, porque toda la conducta humana
descansa sobre dos esquemas: la herencia y el ambiente, es decir,
el equipaje genético y el entorno. Uno puede haber recibido
un gran potencial intelectual por parte de su familia, o un potencial
depresivo, pero el entorno es otro de los factores influyentes
óya sabemos la importancia que tiene la educación,
por ejemploó. Y dentro de ese espacio neuronal donde se
desarrolla todo lo dicho, nos vamos a encontrar con una zona
intermitente, entre una neurona y otra, que se llama espacio
sináptico, lugar donde se ocasiona, en este caso, la depresión
endógena, debida, fundamentalmente óhay más
aspectos, pero no quiero complicar el temaó, a tres sustancias
que transmiten los impulsos nerviosos dentro del cerebro, en
un intercambio muy complejo: serotonina, dopamina y noradrenalina.
Así pues, podemos decir que la depresión endógena
es una enfermedad neurobioquímica. Yo recuerdo cuando
antiguamente se hablaba del médico de los locos,
del psiquiatra como médico: ´Mire usted si estuvo
mal que tuvo que ir al psiquiatra´. Hoy, en algunos países
del mundo, en Estados Unidos, en Australia, en Japón,
el psiquiatra es como el médico de cabecera. Nadie queda
descalificado por ir al dentista dos veces a la semana, ni al
psiquiatra, porque no es sinónimo de locura. Es una enfermedad
importante, como digo, de naturaleza endógena óya
hemos visto que la exógena tenía otras característicasó.
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