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Transcripción de la conferencia
del psiquiatra Enrique Rojas - 2
Abandonando esa primera época,
señalemos que se ha considerado al Renacimiento como una
de las etapas más marcadas por la melancolía óCelso
hablaba de esta enfermedad como un dolor moraló, y un
médico de ese momento histórico, médico
de cabecera de Enrique IV, la describe explicando los síntomas.
Dice que una de las cosas que caracterizaban a dicho monarca
era, por ejemplo,la dificultad para levantarse por la mañana;
es decir, padecía esta astenia matutina que es tan propia
de la depresión. En ese mismo periodo, Jacques Dubois,
otro médico francés, describe esta enfermedad y
recomienda las siguientes terapias: mejora del aire, contacto
con la naturaleza y esparcir en los aposentos rosas, violetas
y nenúfares. Se habla ya, en algunos de estos textos,
del riesgo del suicidio, pero sigamos enumerando. Otro médico
de la época, Francesco Gerossa, en su libro Magia,
hace un análisis prolijo de estos síntomas y propone
la utilización de un jarabe con cerca de 100 ingredientes.
Es decir, ya aparece esta idea, que luego vamos a ir viendo a
medida que pasa el tiempo, de cómo la depresión
se va a curar desde el punto de vista farmacológico. El
inglés Robert Burton, un clérigo filósofo
y profesor que habla de la Anatomía de la melancolía,
tal es el título de su libro, era hipocondriaco, y
ya saben ustedes que el hipocondriaco es una submodalidad de
la depresión. A la hipocondria, le llamaban los médicos
franceses de finales del XIX -que mencionaré enseguida-
´Le malade de le petit papier´, ´La
enfermedad del papelito´, porque el hipocondriaco, el hipocondriaco
auténtico -habría que establecer aquí una
escala según los tipos- es el que va al médico
con un papel y lleva todos los síntomas apuntados.
Tiene miedo. A propósito de esto, recuerdo haber visto,
cuando empezaba a trabajar como médico en el Hospital
Clínico de Madrid, algún hipocondriaco que me decía:
´Doctor, usted tan joven, no creo que pueda comprender
esta enfermedad que es tan complicada´. Entonces, venía
una lista de 30 síntomas: ´por la mañana
me levanto, tengo los pies fríos, las manos calientes,
tengo un pellizco que no es pellizco, que es tirantez, que no
es tirantez, que...´. Es decir, es el matiz del matiz:
´dolor de cabeza que no es dolor, sino que es una sensación
de peso pero que no es peso, que es como tener la cabeza ocupada...´;
el paciente va describiendo una geografía de síntomas
que recorren todo su cuerpo. Burton, como digo, describe esta
modalidad, y señala que, para él, es una forma
de depresión. Pero será una figura muy interesante
de esta época, Right, quien escriba, a finales del siglo
XVI, un tratado sobre la melancolía; o sea que es la primera
monografía seria que se escribe sobre la misma. Es este
hombre quien pone de moda la utilización de vapores y
comprueba, así, cómo el clima del ambiente puede
provocar una mejoría, además de recomendar la utilización
de purgantes y vomitivos. Hay un personaje español poco
conocido, Francisco Vallés, del mismo siglo que el anterior,
que también incide en las causas ambientales de la depresión.
Por otro lado, en lo que respecta a los métodos para remediar
semejante padecimiento, se propondrá, posteriormente,
la silla giratoria, una silla circular sobre la que se ponía
a los depresivos para que se marearan, lo que producía
un gran impacto.
Después, en el siglo XVIII,
nos encontramos con un médico de origen árabe,
Rufat, sobre el cual existen varias tesis doctorales en España,
que describe la enfermedad de Fernando VI: manía melancolía.
Fernando VI pasaba temporadas muy activo, con verborrea, sin
parar de hablar, con una gran fuerza, y otras temporadas durante
las que se metía en la cama. Así pues, este médico
describió dicha enfermedad, que sabemos que se ha llamado
psicosis maniacodepresiva y que, en la actualidad ópuesto
que la palabra psicosis es demasiado duraó, se denomina
depresión bipolar, es decir, depresión que tiene
dos polos, uno ascendente, de euforia, con todo lo que eso significa,
y otro descendente, que es depresión o melancolía
Más tarde, en el siglo XIX,
aparece ya la psiquiatría francesa, con tres o cuatro
grandes médicos muy importantes que subrayan la importancia
de esta patología. Uno de ellos es Pinel, quien, en su
libro Tratado médico-filosófico, habla de
la alienación mental y afirma que esta enfermedad es un
juicio falso sobre uno mismo y sobre la realidad. Como decía
Quevedo, ´nada es verdad ni mentira, todo es según
del color del cristal con que se mira´; el cristal, la
perspectiva con la que el depresivo ve el mundo, el propio y
el ajeno, es enormemente negativa. A finales de dicho siglo,
nos encontramos con otro de éstos, un alemán que
describe esta enfermedad diciendo que las enfermedades depresivas
son enfermedades del cerebro, primera idea que contrasta con
todo el historial mágico que ésta arrastraba. Y
también está Krepeling ócuando explico Historia
de la Psiquiatría suelo dedicarle casi media lección
a este autor germanoó, quien describe la locura maniacodepresiva.
La palabra locura, sin embargo, ya la hemos quitado del mapa,
porque, lógicamente, es una palabra peyorativa. Al enfermo,
del tipo que sea, no se le puede llamar loco, sino que es una
persona que tiene un déficit en algún área
de su conducta.
En la transición del XIX al
XX, dos investigadores italianos describen el electroshock, aplicación
de la corriente eléctrica en zona frontotemporal bajo
anestesia -antes se hacía sin anestesia y producía
ataques epilépticos-, método que, hoy día,
prácticamente no manejamos pero que provocaba un cambio
enorme en el mapa cerebral, en las sustancias productoras de
la depresión.
Y, por último, ya en el siglo
XX, hay que reseñar que el estudio de esta patología
es impresionante. Muchos de los grandes investigadores de la
psiquiatría no ven enfermos por la enorme complejidad
que se produce dentro de este campo. De tal manera es así
que, incluso en los dos o tres países más importantes
del mundo en investigación, como son Estados Unidos, Japón
o Canadá, muchos psiquiatras se dedican sólo a
un área concreta de la psiquiatría, como, por ejemplo,
a investigar sólo la anorexia, bulimia o trastornos del
sueño. Les voy a contar una anécdota que me pasó
a mí la primera vez que estuve en la Universidad de Nueva
York, la NYU, con el Jefe de Psiquiatría, que era una
persona muy abierta pero con una socarronería un poco
inglesa.
Esta Universidad tiene en la 1 Avenida, esquina con la
calle 27, un hospital muy célebre, muy antiguo, de los
más viejos de Nueva York, el Belbio, que tiene veintitantas
plantas, de las cuales tiene 10 de psiquiatría. Entonces
él me preguntó ´¿Cuál es su
especialidad?´, y le dije ´Me dedico sobre todo a
las depresiones´, a lo que él replicó ´Pero
¿a todas? , y yo le volví a contestar ´Sobre
todo a las del adulto´, y él volvió a preguntar
´Pero ¿a todas las del adulto?´ - es decir,
la especialización es terrible -. Días más
tarde, con un poco más de confianza, le interrogué:
´Profesor, ¿cuál es su especialidad?´,
y me dijo ´Yo me dedico a tratar sólo a psiquiatras
neuróticos´, y yo, a su manera, le pregunté
de nuevo ´Pero ¿a todos?´. En la ciudad de
Nueva York los psiquiatras tienen fama de no estar muy centrados,
es una especie de clima general, y me hizo gracia que se dedicara
sólo a tratar este tipo de pacientes.
Pero dejemos estos asuntos aparte y
centrémonos en la depresión, puesto que ya tenemos
un pequeño mapa. Hay una historia enorme que nosotros
estudiamos con unos criterios muy operativos, es decir, muy prácticos,
de tal manera que seguimos unas líneas magistrales que
nos dan pie para saber si estamos o no ante esta enfermedad.
Si nos preguntamos por lo que es, habrá que responder
que es un padecimiento del estado de ánimo, que puede
ser debida, fundamentalmente, a causas neurobioquímicas,
en el caso de la depresión endógena, o a causas
psicológicas, en el de la depresión exógena
o reactiva. Por lo tanto, hay dos modalidades, y la primera de
ellas es esencialmente hereditaria. De hecho, para reconocer
el tipo de dolencia de una persona, lo primero que hacemos es
estudiar este aspecto, si ha habido antecedentes familiares,
personales...; es decir, rastreamos retrospectivamente esa historia
personal. En cambio, la depresión exógena nos habla
de reacciones depresivas, ya que la vida nos ofrece a todos,
permanentemente, momentos en los que está uno triste.
Pensemos en la competitividad que hay a cualquier nivel, en lo
difícil que es la vida, en su complejidad. Muchas veces,
cuando en la televisión, por ejemplo, que es el gran vanalizador
de este tiempo nuestro, que lo convierte a todo en divertido,
en penoso, en lamentable, el speaker se despide y dice
´Que sean felices´, miren ustedes, debemos entender
que la felicidad es el resultado, la suma y compendio de lo que
yo he hecho con mi vida, de acuerdo con lo que proyecté;
por lo tanto, es una resultante. No soy feliz; puedo tener momentos
felices, pero la felicidad tiene un calado enorme de fuerza,
y eso lo he dicho yo, en otro tono, en multitud de ocasiones,
en algún libro mío reciente, como en este de La
ilusión de vivir. La felicidad consiste en tener buena
salud y mala memoria; es decir, en la capacidad para pasar las
páginas negativas del pasado, lo que indica buena salud
mental. Eso es muy importante. Cuando uno está atrapado
en los recuerdos negativos, uno necesita una ayuda psicológica.
Así pues, la tristeza debida a algo sería la reacción
depresiva y la tristeza depresiva, tristeza de la enfermedad;
hablamos de las depresiones exógenas y endógenas,
respectivamente.
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