ENRIQUE ROJAS, Catedrático de Psiquiatría
BIlbao, 31 de enero de
2000
EL CORREO |
El psiquiatra Enrique Rojas |
Yo voy a hablarles hoy de la depresión,
que es una enfermedad importante porque, en este momento, España
en concreto, uno de los países importantes de la Unión
Europea, tiene entre 6 y 8 millones de personas al año
que la padecen; es decir, que es un índice significativo.
Hay matices diferenciales, ya que tiene una larga historia desde
el punto de vista semántico. Para dar cuenta de ello,
les voy a tratar esta tarde como si fueran mis alumnos en la
Facultad de Medicina de Madrid, para que puedan seguirme con
cierto orden y, luego, después de mis palabras, hagan
comentarios, observaciones y críticas a mis afirmaciones
didácticas o docentes.
Vamos a hablar de cuatro aspectos: historia de la depresión,
cosa no reciente, como vamos a ver enseguida; etiología,
el por qué de su aparición, cuáles son las
causas; síntomas, es decir, aquellos criterios clínicos
que nos ponen sobre el tapete que estamos ante una persona que
tiene esta enfermedad, y, finalmente, el tratamiento, el cual,
puesto que la psiquiatría avanza muchísimo hoy
día, se ha visto enorme y positivamente modificado en
los últimos años. Yo diría que prácticamente
el 90% de las depresiones endógenas óhay otras
que son exógenas, como veremos enseguidaó se curan.
Por lo tanto, el pronóstico es muy favorable. Ha habido
un giro copernicano en la evolución terapéutica.
Vamos a ver, antes de entrar en la
historia de la depresión, que esta palabra tiene una polisemia.
Son muchos los conceptos que se arremolinan en torno a este poliedro,
y yo diría los siguientes. En primer lugar, hablamos de
ella en el lenguaje coloquial, lenguaje de la calle. Yo recuerdo,
de mi época de estudiante de medicina, la palabra histeria.
Entonces, era un término que estaba de moda: ´estoy
histérico´, ´estoy histérica´,
´me puse histérico ante tal reacción´;
hoy es al revés. La palabra depresión se usa en
el lenguaje común con una gran frecuencia; tanto, que
es una forma de entenderse, y hablamos, en ese sentido, de la
depresión política, de la depresión económica,
de la depresión social. La gente joven, sin ir más
lejos, habla de la depre. Es decir, que hay como una especie
de cercanía de este concepto. La psiquiatría alemana,
por ejemplo, en los últimos años, ha preferido,
al hablar de depresión clínica, hablar de melancolía,
tomando el concepto hipocrático de que era una enfermedad
del humor, del ánimo.
En segundo lugar, comprendemos la depresión
como estado de ánimo normal. Hay una expresión
que lo sintetiza: ´estoy deprimido porque me han suspendido
un examen´, o ´me ha dejado mi novia y estoy deprimido´;
es algo que ha ocurrido.
En tercer lugar, y como contraste,
observamos la depresión como estado de ánimo anormal,
es decir, una reacción excesiva. Nosotros vamos a verlo
dentro de un rato, con los paisajes del alma. Vamos a entrar
en el cuarto de máquinas de la personalidad. Bajamos a
bucear en lo que hay dentro de cada uno de nosotros. Yo me paso
muchas horas a la semana viendo gente que está triste,
que está deprimida, que ha perdido un poco el sentido
de su vida, no sólo en un aspecto antropológico,
psicológico, sino también en un aspecto clínico.
Sabemos que, muchas veces, la depresión tiene, incluso,
el gran riesgo del suicidio. Por lo tanto, sería un tercer
concepto como estado de ánimo anómalo o patológico.
En cuarto lugar, está la depresión
como tipo de personalidad. Es decir, nosotros comprobaremos óluego
lo veremos en el diagnóstico diferencialó que hay
un tipo de personalidad que es depresiva ¿Qué diferencia
hay entre la depresión clínica y la persona depresiva?
La diferencia es que la persona que tiene una depresión
arranca, desde un momento determinado, de un estado de ánimo
negativo, mientras que la personalidad depresiva es una personalidad
triste y pesimista desde siempre, es decir, tiende a captar la
realidad de una forma sesgada, hacia abajo. Esto es distinto,
y hay que tenerlo en cuenta porque, muchas veces, yo veo pacientes
en Madrid que vienen con una personalidad depresiva pensando
que lo cura una medicación, y ese caso tiene otra terapia
que luego comentaré.
En quinto lugar, la depresión
es, también, un síntoma. Hay síntomas depresivos
que se pueden dar en muchas enfermedades: en la diabetes, en
una enfermedad degenerativa, en un tumor. Es decir, es muy frecuente
que, en enfermedades somáticas generales graves, se asocie
a la constelación clínica sintomática algún
tono depresivo.
En sexto lugar, está la depresión
como síndrome. ëSíndromeí significa,
en psicología y en medicina, ´conjunto de síntomas´.
Entonces, la depresión tiene una serie de manifestaciones
sintomáticas que son muy ricas y que afectan, fundamentalmente,
al aspecto físico, psicológico, mental, etc.
En séptimo lugar, existe la
depresión como enfermedad. Es el último concepto,
que significa que la depresión tiene una etiología,
es decir, unas causas que la producen. Antaño, se pensaba
que la enfermedad depresiva era una cosa misteriosa, una cosa
mágica; hoy sabemos que -lo vamos a ver luego en alguna
diapositiva que quiero mostrarles- es una enfermedad cerebral.
La depresión cerebral significa que tiene una patología,
una patogenia, es decir, que tiene un mecanismo de acción,
un pronóstico. Ahora que la gente sabe tanto de psiquiatría,
o que le interesa tanto, nos encontramos con que el enfermo nos
pregunta: ´Doctor, ¿cuánto va a durar esto?´,
´øQué piensa usted?, ¿esto tiene arreglo
o no tiene arreglo?´. El pronóstico es el destino
de la enfermedad, y, derivado de aquél, surge el tratamiento,
del que volveremos a hablar hacia el final de la charla, cuestionándonos
qué hacemos nosotros frente a una persona que tiene esta
patología.
Así que, sin más dilación,
pasemos a la historia de este padecimiento, cuya existencia,
como decía al principio, se ha dado desde siempre. Ciertamente,
hay descripciones muy antiguas. La primera que conocemos, la
más importante, está en Hipócrates, y es
la melancolía fuera de los humores, pero sabemos que,
en Egipto, por ejemplo -saben ustedes que las dos culturas más
remotas de lo que es Europa son las dos culturas fluviales, la
cultura egipcia, que descansa sobre el Nilo, y la mesopotámica,
que se mueve entre los dos ríos, el Tigris y el Eufrates-,
ya hay descripciones burdas, elementales, primarias, muy sencillas,
de lo que era dicha melancolía. Hipócrates, como
digo, habla en su libro Las epidemias de la bilis negra,
donde el síntoma más importante es la tristeza;
se trata de una persona que está triste, que está
abatida, en cuyo caso la vida no tiene una proyección
hacia adelante, sino retrospectiva. Después, también
hacen referencia a ello Celso -si Hipócrates es del siglo
IV o V antes de nuestra era, Celso es del siglo I- y Areteo de
Capadocia, quien describe la depresión de la siguiente
manera: ´Congoja del espíritu fijada al pensamiento
sin fiebre´.No olvidemos que la fiebre ha sido siempre
un síntoma importante en medicina.
Por su parte, Galeno, en el siglo II, describe tres modalidades
de melancolía: la melancolía cerebral, la digestiva
y la generalizada. Y es interesante que, en esta historia, también
haya una nota a pie de página para un monje del siglo
V, Casiano, que describe lo que él llamó la enfermedad
de los monjes. Consistía en una especie de taedium
vitae -él le dio el nombre de acedía, que significaba
´aburrimiento´- y tenía dos notas clínicas
muy sobresalientes; una referente al espacio, es decir, el espacio
se hacía pesado, la sensación de la celda monástica
era terrible; otra, a la lentitud del tiempo, porque, como ya
sabemos, éste tiene un ritmo. Normalmente, si uno está
viendo una película apasionante que le interesa mucho,
lamenta que pase rápidamente; sin embargo, éste
alude a lo contrario, al tiempo que no acaba de pasar, con una
descripción muy bonita del ritmo, de la temporalidad exterior.
Dos siglos más tarde, en el siglo VII, será San
Isidoro de Sevilla quien describa en su libro De los
sinónimos la melancolía, a la que definirá
como ´Angustia del alma, acumulación de espíritus
demoníacos, ideas negras, ausencia de futuro y una profunda
desesperanza´. Habrá después otro libro,
De melancolía, publicado por Constantino el
Africano y otra autora, que ya es un puente hacia un sentido
un poco más científico de lo que era esta enfermedad.
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