ADIÓS, DEPRESIÓN
Dr. D. Enrique Rojas
Catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad Complutense de Madrid
Bilbao,
2 de Octubre de 2006
¿Qué es la felicidad? Es una forma de viajar más que una estación definitiva. Consiste en estar contento con uno mismo, al haber una buena relación entre lo que he deseado y lo que he conseguido. Una personalidad equilibrada es el puente levadizo hacia el castillo de la felicidad. ¿Y el amor? El amor da sentido y fuerza. ¿Y el trabajo? El trabajo nos llena también la vida. Y la cultura siempre como telón de fondo, la cultura es la estética de la inteligencia. Estos serían los grandes antídotos contra la depresión. En los últimos años, la palabra depresión se ha puesto de moda aunque la depresión haya existido desde siempre. Fue descrita en el Mundo Antiguo, en las dos primeras culturas fluviales -la del Nilo y la cultura mesopotámica-: ya se describe ahí la melancolía, enfermedad del humor que consiste en una especie de 'tedium vitae'. Más tarde, en el siglo IV, el monje Casiano la describe también como una especie de aburrimiento, de 'tedium vitae', un estar sombrío que invade al sujeto. Y bien, ¿qué es la depresión? Es como un poliedro de muchas caras. Yo voy a dar una par de definiciones: es la enfermedad de la tristeza. El que no ha tenido una depresión desde el punto de vista clínico no sabe tomarle el pulso a esa palabra, no sabe lo que es sentirse mal, hundido, y bajo mínimos. Por eso, la Psiquiatría ha pasado de ser una rama que estaba en la zona marginal a ser en este momento una especialidad muy importante. El psiquiatra se ha convertido en el médico de cabecera. Hoy el psiquiatra es el médico de la conducta que baja a los sótanos de la personalidad, a poner orden. Es más, yo diría que la psiquiatría es una rama de la amistad, y el psiquiatra es o debe ser el médico más humano que existe. Pues bien, no nos cabe duda de que la felicidad es la vocación natural de cada uno de nosotros. Y hay tres vivencias de gozo: placer, alegría y felicidad. El placer es la satisfacción por algo que irrumpe en el torrente circulatorio de nuestra vida (un paisaje, una comida, un musical, la sexualidad, la bebida...); por encima, está la alegría o satisfacción por haber conseguido algún logro especial; y arriba del todo, está la felicidad, suma y compendio de la vida auténtica. La alegría está por encima del placer, pero por debajo de la felicidad. La felicidad supone tener un proyecto de vida coherente y realista. Y como la felicidad absoluta no existe, hay que aspirar a la felicidad razonable.
Pues bien, la depresión es una enfermedad que ha existido siempre y hoy la diagnosticamos mejor. Hay dos tipos: la endógena y la exógena. Son dos modalidades. La endógena es de fondo hereditario y de causas bioquímicas, hay un desorden del mapa biológico que produce un 'bajón'; aparece ese tono sombrío cuyo primer síntoma es tristeza, apatía, desencanto falta de ilusión, falta de ganas y, generalmente, sin motivo. Es la tristeza sin nombre que decía Freud en su libro 'Duelo y Melancolía'. En segundo lugar, en el otro extremo, está la depresión exógena, también llamada reacción depresiva; en ella, estamos tristes por algo que nos ha ocurrido: grandes traumas de la vida o pequeños traumas que se suman. Naturalmente, muchas veces las cosas no son tan claras y se mezclan muchos apartados. Por ejemplo, hay que distinguir entre tener depresión o ser depresivo. Asimismo, existe también lo que podríamos llamar vida depresiva, que es una vida monótona hueca, vacía sosa, en la que no hay novedades. Piensen ustedes en personas mayores jubiladas o en un matrimonio que vive solo... Finalmente, cabe destcar el síndrome de estar 'quemado', cuando alguien está en un sitio, sobre todo laboral, donde ya no puede más; esto en inglés se llama síndrome de 'burn-out'. Y no olvidemos que lo depresivo se palpa, se capta, la depresión se contagia.
¿Qué diferencia hay entre la tristeza depresiva y la tristeza normal? Las diferencias son enormes. En la depresión, la tristeza es cuantitativa y cualitativamente mucho mayor. No perdamos de vista que en la Unión Europea es más grave el índice de muertes en los jóvenes por intento de suicidio que por otro tipo de muertes. Estamos hablando de unas diferencias cuantitativas y cualitativas enormes.