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AULA DE CULTURA VIRTUAL

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Transcripción de la conferencia 'Los proletarios del arte'- 2

Y la verdad es que me ha acompañado la sombra de este fantasma benigno durante muchos años; hace ya mucho tiempo, quise creer que Armando Buscarini era una especie de ángel de la guarda que guiaba mis pasos, hasta el punto de que llegué a obsesionarme con su figura. Cuando hace 5 años les hable de él a ustedes, todavía no había logrado completar su biografía, llena de dolor, desdén y de episodios lúgubres; una biografía ahogada en tal sufrimiento que me ha llegado a doler a mí mismo cuando he podido recuperar algunos de sus pasajes, como si fuera una espina, de manera que me resulta acongojante tratar de imaginarme la vida de este pobre muchacho. Para que ustedes comprueben a qué me refiero, les contaré que cuando Buscarini tenía apenas 24 años, fue internado en un manicomio, y de ahí paso a otros hasta que murió a los 36 años. Yo puede rescatar esa última etapa de su vida consultando los archivos de los manicomios en los que había estado, y al leer el historial clínico de estos centros, me quedé realmente espeluznado. En concreto, hay un documento sobrecogedor: el testamento que dirige al rey Alfonso XIII estando ya completamente loco, en el que le pide que se le hagan unas exequias acordes a su dignidad y a su alcurnia como "poeta" -luego lo leeré-. Lo cierto es que escribió muchísimos folletos que editaba él mismo, que ponía en la acera de la calle de Alcalá y que pedía a los transeúntes que se les comprara. Generalmente, nadie le compraba nada, y al acabar la jornada, para conseguir un dinerillo con el que pagarse la cena, iba hasta el viaducto, se subía a la barandilla y allí empezaba a amenazar con suicidarse hasta que por fin alguien se apiadaba de él y le daba el dinero suficiente para poder matar el hambre. Así que ésa fue toda su vida, y a propósito de lo que les prometía antes, tiene un poema maravilloso que resume perfectamente cuál era el espíritu batallador de estos bohemios entre los que se encontraba. Se titula "Orgullo" y dice así:

Aunque sufra del mundo los desdenes
de mi vida de artista en la carrera;
aunque pasen altivos a mi paso
los hombres de alma ruin que nunca sueñan;
aunque salgan aullando a mi camino
los famélicos lobos que me acechan
con la envidia voraz; aunque en mi lucha
hambre y frío sin límites padezca;
aunque el mundo me insulte y me desprecie
y por loco quizás también me crean;
aunque rujan tras mí ensordecedoras
tempestades de envidia; aunque me vea
harapiento y descalzo por las calles,
inspirando piedad e indiferencia;
y, en fin, aunque implacables me atormenten
las más grandes torturas, aunque vea
que a mi paso se apartan las mujeres
por ver con repugnancia mi pobreza
( pero quizás ignorando de mi alma
el tesoro de ensueño que se alberga),
nada me importará, porque yo siempre,
caminando sereno por la tierra,
con el alma latiendo por la gloria
y flotante a los vientos mi melena,
iré diciendo al mundo con voz fuerte,
¡ con voz en la que vibre mi alma entera!:
-Es verdad que yo sufro; pero oídme:
¿ qué me importa sufrir si soy poeta?

En esta declaración de intenciones verdaderamente emocionante -sobre todo si tenemos en cuenta que Armando Buscarini sufrió lo indecible- en la que dice eso de «¿qué me importa sufrir si soy poeta?», reside la petulancia, el engreimiento, pero, antes que nada, lo mejor de las criaturas a las que él representa, que se caracterizaron todas, como he dicho, por sufrir en extremo.

Les decía también que les iba a leer un documento espeluznante al que yo tuve acceso en el manicomio de Logroño: el testamento que Armando Buscarini dirige a Alfonso XIII en el momento en el que decide quitarse la vida. Ante semejante expectativa, le propone al rey que a su muerte se celebren una serie de homenajes, de exequias fúnebres, etc., por las que se reconozca su valía como escritor. La verdad es que su poesía era bastante maltrecha, rudimentaria y casi siempre tributaria de Bécquer, a quien profesaba una especial veneración, al punto de que llegó a pensar que era una reencarnación del poeta romántico. Además, publicó muchísimos folletos, opúsculos muy finitos que por supuesto forman parte de esa interminable literatura del arroyo totalmente olvidada. No obstante, tenía la absoluta convicción de ser genial, y esa convicción la vemos en este testamento que le dirige a Alfonso XIII:

Señor: Perseguido por las injusticias de la sociedad que me negó el sustento, el trabajo, el cariño y la fama; acorralado por multitud de enemigos, envidiosos de mi Arte, que se cebaron en mis actos privados para hundir y exterminar mi genialidad y aniquilar los proyectos grandiosos que tenía para el futuro; habiendo sido arrollado y asesinado en el Departamento de Dementes del Hospital Provincial, donde se me secuestró en tal día como hoy, 22 de Mayo, por medio de cuatro hombres, y mi señora madre que ayudó a ellos; viéndome perdido completamente, es decir, con vida insegura, puesto que la aguja finísima que colocaron entre el pan -él tenía la obsesión de que su madre le metía agujas en el pan- taladró el corazón al tomar el camino de un divertículo que en la garganta tenía y que previamente habían observado con los rayos X médicos enemigos y cómplices de mi madre; comprendiendo, en definitiva, que mi situación en el mundo es desesperada puesto que además de vivir con poca vida me veo privado de la libertad, de las comodidades y de los placeres, he decidido eliminarme por medio del ácido prúsico que ingeriré hoy mismo; o, en su lugar, por medio de una cuerda: es decir, ahorcándome.

Como el hecho violento que pienso realizar ha de repercutir en todo el país, produciendo la natural expectación, espero de Su majestad el Rey Don Alfonso XIII y de la Reina Doña Victoria Eugenia la completa rehabilitación de mi memoria mancillada, el reconocimiento absoluto de mi talento y condiciones formidables de artista y cincelador de maravillas, por medio de un gran monumento que se erija en cualquier plaza pública. Y al mismo tiempo EXIJO de la JUSTICIA HUMANA el encarcelamiento de mis asesinos y la ejecución en público de la persona que colocó la aguja, origen del asesinato de que fui víctima. pues ha de comprenderse que la pérdida ha sido ENORME para el país y que el país, ante tan enorme pérdida, no puede ni podrá permanecer impasible; ni tampoco conformarse y menos aún resignarse. Se ha robado una especie de Goya literario, a quien deben rendir tributo todos los españoles. Y como no se puede robar nada ni distraer nada al porvenir común, espero la reparación, no sólo por parte de España, sino por parte de todos los países, incluyendo América; y al mismo tiempo deseo que de mis poesías se hagan ediciones soberanas con láminas y cromos de colores; y deseo que se divulguen mis versos por toda la redondez de la tierra, para que de esta manera, traducidos a distintos idiomas, sean conocidos en todas las lenguas.

Deseo que se me haga un entierro solemne y que todos los escritores y artistas me guarden luto cinco años; deseo que se me dediquen coronas con sentidas y cariñosas dedicatorias, y que aquellos a quienes pude ofender den al olvido mis agravios y formen parte en la ceremonia. Deseo que la prensa de todo el mundo publique retratos míos y la noticia de mi muerte con enormes titulares: «HA MUERTO ARMANDO BUSCARINI».

Deseo que ante mi cadáver desfilen toda clase de gentes, lo mismo potentados que obreros, y que los niños depositen flores; deseo que los periodistas desfilen ante él y que algún escultor de fama saque la mascarilla de mi rostro y el vaciado de la mano derecha, que pudo crear tantas obras inmortales.

Deseo que Serafín Álvarez Quintero pronuncié un discurso y que Alfonso Hernández Catá hable de mis obras; deseo que el embalsamamiento de mi cadáver sea efectuado por algún médico eminente y que la Casa de Prensa Gráfica coloque en los balcones durante un mes una bandera negra.

Deseo que mi cadáver vaya envuelto en la bandera española, puesto que yo fui siempre un gran patriota, y deseo, además, que se me digan infinidad de misas, para la completa salvación de mi alma, ya que el hombre, como hombre, fue bastante pecador. (Este reconocimiento de sus pecados es un rasgo realmente enternecedor.)

 

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