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CÓMO ENTENDER Y AYUDAR A TUS HIJOS
D. Bernabé Tierno
Psicólogo
Bilbao, 8 de marzo de 2004
Si pretendemos lograr los objetivos que apunta la Ley de Calidad de la Enseñanza, desde una óptica educativa inteligente, sólo lo lograremos si los padres y educadores estamos de acuerdo en unos puntos clave, en unos principios consensuados que nos permitan "hablar" un mismo lenguaje educativo.
Si los padres no están de acuerdo, al menos en lo fundamental, a la hora de educar a los hijos, y cada cónyuge va por libre, sin coordinar la acción educativa con el otro, sabemos que las consecuencias son nefastas. Pero si para remate, el centro educativo y el profesorado siguen una línea pedagógica y los padres otra muy distinta, ¿qué panorama se le presenta al educando que padezca una descoordinación de tal calibre?
Está claro que entre todos debemos consensuar unos puntos clave o directrices inteligentes. A continuación expongo veinte puntos con base psicopedagógica bien probada y que se detallan en mi libro La educación inteligente (Editorial Temas de Hoy).
1. Ama lo que haces y para quien lo haces. Si no amas tu profesión, si no te amas a ti mismo, si no amas al educando, los principios que siguen no tendrán mucho sentido.
2. Pon exquisito cuidado en lo que dices y en cómo lo dices. Nada construye y alienta tanto como una palabra sensata y positiva, pero nada destruye tanto como una palabra ofensiva o descalificadora.
3. Haz uso de la empatía: escucha, dialoga. Dile al educando en sus peores momentos que sabes cómo se siente y que estás a su lado. Mejor todavía si le dices que tú también has pasado por situaciones parecidas.
4. Muestra tu lado más vulnerable, humano y frágil, con limitaciones y defectos. Las personas "pluscuamperfectas" se hacen muy distantes e inimitables.
5. Recuerda que tú no tienes toda la verdad, sólo "tu verdad". Por eso, la intransigencia, la falta de comprensión y de flexibilidad del perfeccionista no puede transmitir seguridad ni madurez psíquica.
6. Espera lo mejor (motivación del éxito). Busca algo bueno en el peor de los educandos y lo encontrarás; acabará por dártelo.
7. Ten fe en la valía, capacidad y buena voluntad del educando. ¿Qué sería de ti con tu edad y experiencia si los demás no te creyeran capaz, no tuvieran fe en ti y en tus posibilidades?
8. Evita los castigos; existen mejores alternativas para modificar conductas negativas.
9. Actúa con firmeza, establece límites, di "¡No!" cuando sea necesario. Hazlo sin herir, pero sin vacilar y apoyándote en tu autoridad moral y en el deseo de aconsejar lo mejor al inmaduro.
10. Permite, sin temor, que el educando sufra las consecuencias de sus omisiones y errores y aprenda de ellos.
11. No hay persona sin voluntad, sin responsabilidad. Recuerda que educar en la responsabilidad es educar en la toma de decisiones.
12. En algún momento el niño debe "dejar el tacatá", como tú tienes que dejar las muletas si te has curado del esguince. Quiero decir que, lo antes posible, hay que dejar de tutelar a los hijos y no decirles en cada momento lo que deben hacer, porque no les dejas crecer mental ni psíquicamente.
13. La educación comienza en la cuna y nunca termina. Esto significa que no podemos descuidarnos, y cada niño necesita que nos adaptemos a su edad cronológica y madurativa.
14. Educar es dar ejemplo de las actitudes y valores que se desean fomentar en el niño, pero no educan menos los ejemplos de los compañeros que los ejemplos de los progenitores, incluido el ejemplo de reconocer los propios errores.
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