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La verdad es que no sé cómo se puede explicar un asunto de la magnitud de la prevención del cáncer urológico sin resultar pretencioso; no obstante, creo que lo mejor es intentar dar una serie de nociones y de ideas acerca de cómo están en estos momentos la medicina en general y la urología en particular, y de que podemos participar de todos los estudios al respecto que se están haciendo para que no nos lleven a engaño esos planteamientos que aseguran que, no ya con medicinas, sino con sustancias un tanto milagrosas, vamos a poder prevenir una enfermedad. Entonces, para enfocar un poquito el asunto, debemos tener claro, en primer lugar, qué es el cáncer. Pues bien, el cáncer es una enfermedad producida por un crecimiento incontrolado de unas células determinadas. Una cosa tan sencilla como esto. Lo que pasa es que nosotros nunca vemos este desarrollo de las células, sino el tumor. Para que se produzca este cáncer, debe darse un fenómeno conocido como carcinogénesis, esto es, un proceso durante el que una serie de agentes externos, los carcinógenos, causan alteraciones en las células, en unas que son los oncogenes y en otras que son las supresoras del crecimiento de los tumores. Es decir, que nuestro organismo posee un mecanismo de control por el cual hay células oncogénicas y células que nos protegen de ese crecimiento tumoral. Así, cuando se produce una mutación debida a un agente externo, se desarrolla este proceso de la carcinogénesis, que es el originario, en resumidas cuentas, del cáncer. Sabido todo esto, ¿se puede prevenir el cáncer? Pues todo depende. En ocasiones, se puede prevenir evitando el contacto con estos carcinógenos e intentando que no se desarrollen estos tumores. Aquí entra en juego una fase de la que oirán hablar no sólo ahora, sino también en prensa y en revistas, tanto especializadas como no: la quimioprevención. Ésta consiste en que, a través de la administración de una serie de sustancias naturales o sintéticas, se interrumpa el proceso de carcinogénesis, que es, insisto, el que produce el cáncer, antes de que aparezca de forma clínica. Por desgracia, siempre que se le diagnostica un cáncer a un paciente, nos damos cuenta porque ha tenido una clínica, esto es, ha presentado unos síntomas que nos conducen a los médicos al diagnóstico. Entonces, la quimioprevención va a intentar evitar que se desarrolle dicho proceso para eliminar toda posibilidad de que, a su vez, se produzca de forma clínica el cáncer en cuestión. O sea, que su objetivo es, en estos momentos, disminuir la incidencia del cáncer. Pero entremos en materia y concretemos, porque hoy he venido a hablarles de un cáncer en particular: el cáncer urológico. Lo cierto es que la urología es una especialidad médico-quirúrgica que trata el aparato urinario tanto del hombre como de la mujer, así como el aparato genital de aquél. Por tanto, en lo que respecta al varón podemos observar afectación de distintos componentes: afectaciones del riñón, de la vejiga, de la próstata, del testículo, del uréter, de la uretra, etc. Y en lo que me voy a detener ahora es precisamente en la vejiga y en la próstata. En la segunda, porque cada día se habla más de ella, y en la primera, porque es una gran desconocida a pesar de que mucha gente cercana a nosotros pueda padecer afectación en esta zona (los servicios de los hospitales estamos atendiendo continuamente a la gente por este problema) y ciertamente sea una enfermedad en ocasiones complicada e incluso mortal. Con respecto a la zona testicular,
únicamente les diré que esa moda actual por la
que se piensa que el cáncer de dicha zona tiene mayor
incidencia en los deportistas (incluso ha debido de salir reseñada
en algún sitio la absurda teoría de que en algún
pueblo hay más incidencia de cáncer de testículo
a cuenta de un ciclista) no es cierta. Por supuesto que no hay
más incidencia; se trata de casos aislados que, por las
características del paciente, trascienden a la prensa,
por lo que acaba pareciendo que sólo tienen este cáncer
futbolistas y ciclistas famosos. Claro que el cáncer de
testículo no se puede prevenir como tal, salvo en situaciones
concretas tales como que haya una alteración del descenso
del testículo en un niño joven, lo que provoca
una mayor predisposición a padecerlo. Por eso quiero dejar
claro que este tipo de cáncer es muy importante dentro
de la patología urológica habitual, a pesar de
que es poco frecuente en el cómputo general de los pacientes,
en la práctica diaria, y de que, gracias a Dios, hoy día
tiene un tratamiento quirúrgico, que es el que iniciamos
los urólogos, y un tratamiento médico, basado en
fármacos, realmente efectivos y con una respuesta de prácticamente
el 96 ó el 98% en cuanto a curación y supervivencia,
aunque afecte a gente joven, entre los 18 y los 30 ó 35
años.
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