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AULA DE CULTURA VIRTUAL


CONFERENCIA-BODEGÓN ACERCA DE LO QUE SE COMÍA EN CASA DEL AUTOR

D. Álvaro Pombo
De la Real Academia Española y Premio de Periodismo El Correo 2005

Lunes, 24 de Abril de 2006

Lo que nosotros llamamos el cocido montañés o lebaniego, que debe de hacerse con berza de asa de cántaro y alubias rojas y que resulta exquisito incluso sin morcillas, ni choriza ni tocino. Un guiso éste apto para vegetarianos.
La merluza rebozada de pincho o, en su defecto, la buena pescadilla gorda.
Los chipirones en su tinta con arroz blanco
Las acelgas con bechamel
La bechamel
Las croquetas de bacalao
El bacalao, al pil-pil, por supuesto, pero también el que se comía por cuaresma.
El cuaresmal potaje de garbanzos con espinacas
El besugo al horno
La gran lubina cocida en aquellos enormes cocederos de lubina largos y rojos, que tenían en el anterior un soporte agujereado para que escurriera la lubina una vez cocida.
Los salmonetes fritos
Las sardinas abiertas sin espina rebozadas
Las rabas santanderinas
Las gambas con gabardina
El gran frito variado que apenas se sirve ya en ningún sitio y que incluía toda suerte de empanadillas, croquetas, bocadillitos de jamón...
Las verduras sólo con aceite y la menestra de verduras
Los filetes de ternera empanados, que se podían hacer con babilla de ternera, o con una parte más deshilachada de la ternera.
El pollo asado en cazuela. Atención a esto: nunca asar los pollos al horno. Es un horrible invento anglosajón. El horno reseca la comida.
Los lenguados fritos, con mantequilla y limón.
El lomo de cerdo adobado y frito, que se servía con compota de manzana y patatas paja.
La lengua de vaca en escarlata, que nunca he vuelto a probar como se hacía en mi casa. Supongo que requería horas de cuidadosa cocción.
Los filetes de hígado de ternera. Fileteados muy finos, con su aderezo de ajo y perejil bien machacado y pan rallado
Los pimientos rellenos
Los admirables calabacines rellenos de carne en una salsa rubia espesa.
Las berenjenas fileteadas muy finas y rebozadas crujientes.
Los pimientos rojos fritos
El roast-beef, pero no el que se come en Simpsons o Picadilly con e Yorksire pudding sino el verdaderamente aromático con su poco de ajo, con un corazón sonrosado y muy jugoso, y por supuesto la salsa correspondiente.
La leche frita
La marquise de chocolat
Los buñuelos rellenos
Los soufflés dulces o salados, el de queso y el otro: de vainilla y limón. Lograr que los soufflés alcanzaran la altura verdadera sin que se chafara en el fondo del alto cacharro de horno.
El apple pie, que en España se conoce popular y cómicamente como "pie de manzana". Y que no es la tarta de manzana, por supuesto.
Hemos alcanzado, Sras y Sres el punto culminante de la charla de esta tarde: el cenit de la gloria de la microfísica de la cultura culinaria, familiar, de la casa del autor y de la casa de todos ustedes, tan parecidos de familia, que me están escuchando. En el más alto punto de esta conferencia-bodegón, apelo yo directamente -Sras y Sres- a su conciencia crítica, a su autoconciencia hermenéutica, a su conciencia sensitivo intelectiva y mnemónica, a su distinguido paladar, Sras y Sres. Al paladeo -me permito recordarles- que en la misma etimología de la palabra sabiduría se encuentra la noción de saboreo y paladeo del objeto sabido. Así que ahora apelo a su paladar de ustedes y a su memoria para que confirmen o desconfirmen los parecidos entre la microfísica culinaria de mi casa de Santander y la de sus casas de Bilbao. Observarán Uds, que me he referido en toda esta charla a guisos caseros quizá de un tiempo pretérito ya, puesto que hoy en día no se cocina en las casas sino en los restaurantes. ¡La cocina vasco-francesa ha salido del armario, Sras y Sres! Estamos a la intemperie ya, con nuestros paladares críticamente intactos y da la casualidad de que nos encontramos con una situación hiperculinaria, hipergastronómica: la cocina, los cocineros, los grandes cocineros, vascos, pero también catalanes, recorren el mundo y ganan, esta vez sí, todos los grandes galardones mundiales: me refiero a cocineros mediáticos como Karlos Arguiñano, Juan Mari Arzak, Pedro Subijana, Martín Berasategui y más nombres que me dejo en el tintero: Koldo Arregui y demás. Pero me estoy refiriendo sobre todo al epítome de toda la cocina galáctica, pluscuamperfecta, al Barcelona Fútbol Club de la cocina fusión de Ferrán Adriá y compañeros mártires. Esta humilde microcharla mía acerca de la microfísica culinaria de la casa del autor y de las casas de Uds está siendo desafiada, y más aún, perfeccionada por el Bulli y la cocina- fusión. Y he aquí, Sras y Sres, que no podría esta conferencia-bodegón acabar bien, enérgicamente, vizcaínamente, si no acabara con un compendio que podríamos titular, por analogía con Kant: Crítica de la cocina pura pura, Crítica de la cocina pura práctica y Crítica del Juicio culinario y Crítica teleológica del gusto culinario de la cocina vasco francesa.
Para hacer esta crítica voy a aprovechar un excelente material suministrado por mis amigos catalanes, acerca de "Una cena relativa con Einstein", en la cual los físicos catalanes rememoran la velada ofrecida al genio por el socialista Campalans en su casa de Barcelona en 1923. Esta nota histórico-culinaria cultural, será parte del análisis de la cocina-fusión que haré en esta conferencia.





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