ANTERIOR / SIGUIENTE
Transcripción de la conferencia de la diputada del Grupo
Socialista y Presidenta de la Comisión de Control Parlamentario
de RTVE
La verdad es que si les soy sincera debo admitir que este libro
me ha costado un trabajo enorme, ya que, en contra de lo que
sucede cuando hablamos de cosas ajenas a nosotros y nos podemos
distanciar de ellas, es muy difícil poner barreras emocionales
cuando se trata algo que afecta a tu vida cotidiana. Llega un
momento en que acabas mirando a tu madre, a tus compañeras
de trabajo, a tus amigas, es decir, a ti misma, y aunque todo
lo quieres poner en el libro, prima una redacción guiada
por cierta honestidad intelectual y por cierta franqueza, con
lo cual, todo el proceso resulta bastante complicado. Por eso
en un principio les hablaba del libro como del hijo al que, después
de muchas tensiones con él, se le acaba queriendo, y también
por eso les agradezco mucho que me ayuden a cuidarlo, a que se
haga mayor y a que, como señalo en la introducción,
sirva de pretexto para el intercambio de razones y emociones.
¿Por qué? Porque no es un libro dogmático,
de verdades absolutas, en el que las cosas son de una determinada
manera simplemente porque así lo creo. Es más,
no creo que el feminismo, en general, o cualquier movimiento
de mujeres comprometidas, en particular, pueda tener respuestas
categóricas hacia nada, porque tampoco las soluciones
lo son; al fin y al cabo, si hablamos de relaciones entre mujeres
estamos tratando de relaciones entre personas complejas, de relaciones
siempre presididas por esa idea de que somos tan singulares y
diversas como el resto.
El caso es que éstas son las
premisas que tuve en cuenta a la hora de escribir este libro;
premisas que articulé a modo de columna vertebral, tal
y como un maestro de la universidad me enseñó,
para poner en claro qué era lo que quería contar.
La verdad es que por deformación universitaria tengo cierta
tendencia a hacer tesis doctorales, aunque luego se transformen
en otra cosa cuando se publican, entonces, siempre intento querer
saber cuáles son el inicio y el final, sí, pero
también cuál es el recorrido y por qué una
cosa lleva a la otra. De hecho, opino que una de las cosas más
interesantes de los libros es precisamente observar cómo
van surgiendo temas derivados de otros; es decir, con respecto
al asunto que toco en el mío, en un momento determinado
es imposible eludir cómo sentimos rabia las mujeres, y
aunque a primera vista parezca que nada tiene que ver este factor
con la dialéctica ya mencionada entre rivalidad y complicidad,
es mucha su relación, además de que nos sirve de
clave desenmascaradora de los procesos por los que transitamos
a lo largo de nuestra vida. Porque si hay algo sobre lo que no
me cabe ninguna duda es que algunas de las mujeres que me escuchen
han tenido la fortuna, como yo, de leer o conocer a algunas de
nuestras maestras, y al final siempre coincidimos en esto que
les digo, en que debemos poseer ciertas claves para transitar
por la vida, ya que no hay soluciones cerradas. Además
todos los procesos suponen esfuerzo y complicidad, una inversión
de energía, en definitiva, y eso era lo que yo quería
reflejar.
No obstante, aquí no acaba la
cosa, porque tras preguntarme a mí misma cómo demonios
iba a contar todo esto también tuve que tener en cuenta,
por si fuera poco, que en ocasiones podría resultar una
historia un tanto descarnada al considerar ciertos aspectos.
Efectivamente, existe un sistema que nos ha tratado y nos trata
de manera desigual, esto es, que nos coloca en una situación
de subordinación, pero ¿qué tenemos que
ver nosotras con ello? ¿Hasta qué punto colaboramos
con ese sistema que no siempre nos favorece y que incluso nos
perjudica claramente? Ahí están los datos que reflejan
qué nos pasa con el empleo, con el poder, con nuestra
pareja, con tantísimas cosas. Sin embargo, yo creo que
las mujeres actuales estamos en un momento en el que nos planteamos
muchísimas cuestiones, no sólo relacionadas con
la vida, sino también con dicho poder, con nuestra manera
de estar en el mundo, con los recursos que poseemos, y eso, por
sí solo, ya contribuye a la mejora de nuestras condiciones
vitales como mujeres y por tanto a la mejora de la sociedad en
general.
Claro que, aunque éste sea el
final del trayecto, me consta que todavía hay muchas mujeres
con hijas que a pesar de abogar por la igualdad de oportunidades,
a la hora de educarlas, las tratan de manera desigual, transmitiéndoles
unos modelos y exigencias relacionados aún con los papeles
más tradiciones, vinculados siempre a la sumisión,
la obediencia, etc. Y precisamente de la corriente contraria
a dicha educación, de la rebelión ante esa actitud
retrógrada, nació el título de Malas;
un título que no significa otra cosa que "desobedientes"
y que se refiere a todas aquellas mujeres que no hacen todo lo
que se les dice. ¿Cuántas veces habremos escuchado
eso de «tú te callas» no sólo en boca
de nuestros padres, sino también de nuestras madres, de
nuestros compañeros? Pues bien, esa negación de
la palabra, esa censura de nuestra opinión, nos frustra,
nos hiere, y por eso me parece importante recuperar, aunque sea
con cierta complejidad, nuestro derecho prohibido. Por eso y
porque dicha recuperación nos muestra cuál es nuestra
posición en la reproducción de los distintos roles,
que, insisto, no siempre nos benefician.
Ahora bien, también quiero aclarar
que, cuando hablo de los roles tradicionales, del de las madres
y esposas en concreto, en absoluto es que rechace éste
u otros, sino que la propia sociedad en la que vivimos nos coloca
en un papel determinado, en mi opinión, como si de un
destino exclusivo, sin la posibilidad de elegir, se tratara,
y una vez en él colocadas ni nos reconoce, ni cuantifica
ni tan siquiera agradece la importancia que dicho papel tiene
para la sociedad. Y esto no es así. En definitiva, como
soy consciente de que tengo aspecto de una mujer un poco desenvuelta,
un poco mala, lo que quiero dejar claro es que en absoluto reivindico
una novela femenina, sino un respeto, una complicidad, una diversidad
y posibilidades de elegir. Por eso me parece importantísimo
que sepamos lo que las mujeres aportan, aportamos, en el mundo
(incluido nuestro país), porque sólo así
podemos comprender que no hay cuentas que puedan pagarles, pagarnos,
lo que invierten, invertimos, en el cuidado de niños,
mayores y enfermos, y sólo así la sociedad nos
lo podrá reconocer y agradecer en los ámbitos público
y privado.
ANTERIOR / SIGUIENTE
Enviar la noticia a un amigo
subir