Lo importante es que las descripciones y lo que sabemos también del comportamiento bilbaíno del siglo XVI, XVII y XVIII, que no hay muchos cambios en esos tres siglos, básicamente, es que existe en una ciudad preciosa, de clima apacible, y no sé por qué también todos los autores insisten en que aquí se pasaba alguna enfermedad pero que se vivía bien mucho tiempo.
En general, nunca hablan de la nobleza, que es lo habitual en el XVIII, suelen hablar de la nobleza, de sus grandes palacios… No, en Bilbao tampoco hablan, y con razón, de los templos, ni de las iglesias, ni de los conventos. De lo que hablan es de otra cosa, hablan de una ciudad que se ve a sí misma como una ciudad próspera, se ve también a sí misma igualitaria, igualitaria en el sentido de que no existen diferencias de sangre, es decir, evidentemente, no es una ciudad igualitaria pero es así como se percibe el bilbaíno a sí mismo.
Las fiestas de Bilbao
Les llamaba mucho la atención a los viajeros del XIX, pero a mí también me llama la atención: las fiestas de Bilbao. Las fiestas de Bilbao tienen una característica extrañísima que la tienen desde 1755 hace ya 255 años. Las fiestas de Bilbao no celebran nada, en general, las fiestas del siglo XVIII celebran santos para conseguir una buena cosecha, incluso las vías marítimas para tener una singladura, etc. Desde 1755, hubo un pequeño problema, un problema del Cabildo que le pareció que las fiestas de Bilbao eran un poco demasiados ricas, que les gustaban demasiado los toros, entonces, decidió que en el Corpus no hubiese toros, no hubiese festejos laicos. La reacción del ayuntamiento fue inmediata: traslada las fiestas a agosto y se convierten en unas fiestas laicas absolutamente, es decir, qué se celebra, no se celebra nada, no hay ningún santo, incluso, aunque el día de la Virgen de Begoña que queda ahí al lado, nunca tuvo ninguna vocación religiosa. Yo no me he encontrado ninguna otra situación antes de 1800 que sucediese eso, que una ciudad simplemente se celebra a sí misma, que no busca el favor de un santo, no es que Bilbao fuese una ciudad antirreligiosa, no, la religión tenía su sitio, pero, desde luego, la decisión de la Iglesia de que las fiestas no podían ser tan profanas, conllevó a una circunstancia extrañísima, que de pronto se sale del calendario habitual de las fiestas religiosas y se convirtió en una fiesta laica.
¿Qué características tiene el Bilbao tradicional? Es una ciudad enormemente orgullosa, pero orgullosa en el sentido de contra el entorno rural, es decir, ver a los bilbaínos pegándose en las juntas generales de Vizcaya es algo prodigioso porque tiene una característica que a mí siempre me ha extrañado, que no intentan decir que esto es lo mejor para Vizcaya, tienen muy claro que, lo que ellos quieren es lo mejor para Bilbao, es decir, no tienen ningún sentido, ya no universal, sino provincial, se pelean por la prosperidad de la Villa, que es una ciudad muy corporativa, individualista pero en ese momento corporativa, básicamente los negocios bilbaínos son prácticamente negocios corporativos, y estoy hablando antes de 1850.
La modernización
La modernización de Bilbao va a cambiar algo. Los historiadores solemos discutir cuándo se moderniza Bilbao, en qué consiste, cómo fue. Un bilbaíno del siglo XIX lo tiene clarísimo, sabía perfectamente el día que empezó la modernidad de Bilbao, fue un día de julio o agosto de 1855 –quizás de 1854–, el día en que llegó el primer barco de vapor. Habían oído que existían los vapores, los que viajaban los habrían visto. El día que llegó el primer barco de vapor. que era de estos barcos con las paletas adosadas. fue espectacular en Bilbao, se vació toda la Villa, toda la ciudad se fue a la Ría. Les parecía imposible porque de pronto, y después de unos cuantos siglos de estar dependiendo del viento de las mareas, llega un barco que se mueve por sí mismo. La descripción de Arriaga es que no quedó bicho viviente en las Siete Calles ni en las otras que no acudiese a presenciar el acontecimiento, dice que era como los fuegos artificiales, todo el mundo decía ¡ah! ¡ah!
A partir de ese momento, Bilbao se siente una ciudad moderna y, además, la incorpora en su identidad, todo esto tiene sus contras, vamos a la reflexión o la visión que da Julián Zugazagoitia en 1920 aproximadamente. Lo que dice es que antes de la modernización, Bilbao en toda la literatura aparece como una maravilla. Zugazagoitia dice que Bilbao no es un pueblo simpático, lo que no le hacen honor a las críticas, no se crean que la quieren más, es que no tienen otra cosa que hacer. La idealidad no existe en Bilbao. Bilbao es sobre todo concreta, la historia de Bilbao, dice, cabe holgadamente en un papel de fumar. Esto es importante porque refleja cómo ha cambiado la visión de Bilbao.
Según Zugazagoitia, la verdadera historia de Bilbao arranca de las minas y del quiosco de El Arenal. Antes no había nada más que una nebulosa. Tiene algo de razón pero no toda la razón. En todo caso, lo importante es que el cambio fue muy brusco y se conserva algo del anterior, resumo cuáles son las ideas las que forjan la identidad bilbaína a partir de la última guerra carlista que es el momento clave, una idea básica, la convicción de la singularidad, de constituir una ciudad única, una ciudad importante, esto aparece incluso antes de la última guerra carlista.
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