La identidad bilbaína, las identidades urbanas, tienen una importancia básica en nuestra percepción del mundo. ¿Usted qué se siente? ¿Vasco o español? Yo vasco, yo me siento más español que vasco, vasco y español… Y, sin embargo, si yo preguntara: ¿Usted se siente bilbaíno? Ahí no hay problema, estaríamos todos de acuerdo, primero, en que es algo discutible pero no es discutido. Todos sabemos qué es un bilbaíno, en qué consiste, cómo se tiene que vivir, cómo se tiene que vestir, cómo tiene que vestir a los niños… Forma parte de una identidad primaria intuitiva, ahí no hay diálogos, el problema de las identidades nacionales de las que, en general, siempre nos ocupan más, las identidades nacionales, no es algo intuitito, las ideologías urbanas nos marcan. De hecho es nuestro punto de partida, todos sabemos que somos de Bilbao y todos sabemos cómo somos, sabemos cómo hablamos en general, cómo nos comportamos, cuáles son nuestras reacciones básicas.
Bilbao se siente sola
Yo creo que ha pasado algo desapercibido, de hecho, hay una cuestión para mí clara. Las ciudades, Bilbao en particular, se sienten solas en el sentido de que no tienen parangón o no piensan que tienen parangón. Bilbao se siente sola como algo singular, específico, diferente desde hace 710 años. Bilbao, tal y como se siente, no es del todo excepcional, todas se sienten igual, en soledad, porque Bilbao, como cualquier ciudad, se siente como el ámbito donde se cubren todas las necesidades afectivas, culturales, sociales… El mundo de referencia que existe por sí misma, por lo tanto, se siente en soledad.
La identidad bilbaína
La identidad bilbaína anterior y la moderna, cómo era antes y cómo es ahora, la identidad Bilbaína tal y como la concebimos actualmente se forja en un periodo relativamente corto a partir de la última guerra carlista y hasta 1910, quizás en 1920. A partir de ahí, en ese momento, aparecen una serie de referentes ideológicos que han cambiado bastante poco. Las ideologías urbanas tienen su importancia, en concreto la ideología bilbaína o la identidad bilbaína tiene su importancia. De hecho, el resto de las identidades tienen que acoplarse a las identidades urbanas, tienen capacidad de movilización enorme. Si repasamos la historia del País Vasco reciente, los últimos 30 años, en un país que se moviliza tanto, contra el terrorismo, para la libertad muchísimas veces, otros por otro tipo de cuestiones pero, sin ninguna duda, la mayor movilización de masas fue la victoria del Athletic del año 84, prácticamente más de medio millón de personas en la calle, eso quiere decir algo.
Para entender la forja de la identidad bilbaína actual yo creo que es básico centrarnos un poco en cómo se veía, cómo se percibía y como lo percibían desde fuera Bilbao antes del siglo XIX y en esto la información que tenemos desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Todos los autores coinciden y la describen como una ciudad rica, una ciudad preciosa, limpia, muy bien abastecida y con un entorno incomparable. En esto, todos los viajeros que visitan Bilbao insisten en ello, es rica, limpia, bella, bien abastecida y con un paisaje extraordinario, lo repiten una y otra vez los viajeros. Los viajeros, entonces como ahora, lo que cuentan no es lo que consideran normal, sino lo que consideran excepcional, es decir, los viajeros no cuentan y, es una pena, lo cotidiano sino algo excepcional y, asombrosamente, todos insisten exactamente en las mismas cuestiones. Repasamos crónicas de viajeros de otras zonas y no cuentan este tipo de cosas, cuentan otras, suelen contar que tienen grandes edificios, hermosos edificios, hablan de nobleza, cuando hablan de Bilbao no hablan de eso, hablan de otras cosas.
Vamos hacia atrás, en el año 1566 Pedro de Medina, en una de las mejores descripciones de este siglo de Bilbao, dice que la Villa de Bilbao es pueblo noble, rico bien abastado y de mucha calidad. Yo no sé lo que le pasó a Pedro de Medina en 1566 pero, tal y como describe a Bilbao, es lo más parecido al paraíso, para él reunía todas las ventajas. Él se fija en que tenía existencias abundantes, es uno de los pueblos mejor abastecidos, nunca hay hambre ni falta nada, tenía razón, no había hambrunas que eran muy frecuentes en la época. Para él, el pan que se hacía en esta villa es muy excelente, había vinos de todas las partes y, sobre todo, lo que más le maravillaba es que abundaba la carne, el pescado y la caza pero, sobre todo, insiste en esto, que se hace rica, bien abastecida. Pedro de Medina era un viajero y dice otra cosa, que a Bilbao venían gentes de muchas naciones, españoles, flamencos, ingleses y portugueses y de otras naciones.
Algo más tarde, se quema Bilbao en 1571. Bilbao sufría inundaciones y sufría incendios con una cierta frecuencia. A Garibay, guipuzcoano, le gustaba Bilbao. Cuando supo que había ardido, lo tuvo muy claro: se redificaría y muy pronto valdría mucho más que antes, es decir, que Bilbao seguirá siendo, siempre que se conservase la Ría, la Ría no puede arder, mientras subsistiese la Ría, Bilbao subsistiría. Garibay, efectivamente acertó. Bilbao se quemó, Bilbao se reconstruyó y todas las descripciones siguientes son similares.
A finales del XVI, Licenciado Poza también debió de estar muy bien en Bilbao y desde su punto de vista es la población más amena, es de las mejores que ha visto en Europa y ha visto muchas.
Henao insiste en la importancia de la Ría.
Durante todo el siglo XVIII, todos insisten en que subiendo por la Ría, la perspectiva es hermosa, es el pueblo más sano que yo conozco, dice Baules, en 1774, es uno de los lugares más limpios que se conocen. Este naturalista lo tiene muy claro: Bilbao para él debe ser los cuatro bienes más apreciables, vigor corporal, pocas enfermedades, larga vida y alegría de ánimo, carnes, pescados de muy diversas especies, frutas, verduras abundantes y sin comparación. Esto es importante porque los viajeros en general cuentan lo que les parece excepcional, imagino que llegaban aquí bebían y comían bien y a partir de ahí, se entusiasmaban.
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