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D. Leopoldo Abadía

Economista

La hora de los sensatos. Claves para salir de la crisis

En Bilbao, a 1 de febrero de 2010
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José Cendón

Yo hace un par de años era un señor normal, que tenía amigos convencionales y, ahora, pues, soy otra cosa; ahora soy muy amigo de Rafael, de Massiel, de Risto Mejide, de Martirio, de Amaya Salamanca, de Mojinos Escozios y, entonces, os quería decir dos cosas de esto; yo ahora les he conocido y una cosa que me ha sorprendido mucho. Primero, lo que trabajan, Todos estos payasetes que salen en la tele. que parecen que son payasetes, llevan detrás de 12 horas o 14 horas de trabajo antes de entrar, y luego, segundo, la cantidad de vueltas que ha dado la cabeza para ir pensando cosas nuevas continuamente. Entonces, eso me ha ido muy bien, porque en algún momento, que eso es lo que hay que hacer, pues ya lo digo al principio. Bueno, ya sabéis lo que ha pasado. Yo, en el primer libro, pues lo cuento ahora muy rápido, por centrar el tema, pero para no repetir cosas, ya sabéis que el año 2001 la Reserva Federal Americana bajó mucho los tipos interés, que esto animó el mercado inmobiliario y desanimó al mercado bancario; y los bancos americanos pensaron que había que hacer negocio, lo cual es muy correcto, y se nos ocurrió dar hipotecas a estos que yo llamó... Ninjas; “n”, no incomes personas sin ingresos fijos; “nj”, sin trabajo fijo; “s”, sin propiedades. O sea, la clásica persona a la que ninguno de vosotros le prestaría cinco euros. Bueno, pues a estos señores les prestaron más de cinco euros.

Entonces, imaginaba al ninja que estaba sentado en camiseta tomando el sol con una casa muy bonita delante y el mar detrás, como no tenía nada que hacer le daba lo mismo ir a casa comer a la hora que fuera, entonces, se le acercaba un banquero vestido de azul marino entonces le decía “buenos días, señor Ninja ¿le interesa esa casa?” El otro, “sí”; “lo he tasado en 70; si le parece bien, le doy 100”; y el ninja “ah, me parece bien, muy bien; lo que pasa es que como es usted un poquito de riesgo le tendré que subir ligeramente los intereses”; “claro”. Al ninja le va a dar lo mismo al 3% que al 33%, que al 333%; da lo mismo; si él estaba en camiseta tomando el sol. Total que firmaba y decía que sí. Con los 70 primeros pagaba a la inmobiliaria, con los 30 segundos, pues, pagaba lo que debía, invitaba a comer a su mujer, invitaba a otros ninjas que vivían en la vecindad. Y a eso se le llama, parece que en términos técnicos, eso se llama estimular la economía.

Pero, ya veréis que es un estímulo absolutamente tembloroso, basado en un ninja que no tiene trabajo, que no tiene nada y que dice que un día pagará. Entonces, parece que el negocio fue muy bien; tan bien que a los bancos americanos se les acabó el dinero. Entonces, no pasa nada, para eso está la globalización; entonces, hicieron una cosa que era hacer paquetitos de hipotecas y en esos paquetitos mezclaron hipotecas buenas, hipotecas regulares e hipotecas que si quiero que no se me entienda, llamadas subprimes y si quiero que se me entienda, las llamaré porquería; entonces, vendían paquetitos que eran bastante porquería. Pero como tenían que venderlos a bancos y a cajas de ahorros del mundo, si van allí y dicen, “buenas, te vengo a vender porquería”, pues no se la compra; entonces, le pusieron el nombre de Morgans Backs Security MBS; y, hombre, con ese nombre, yo hubiera dicho “póngame seis”. Total, que fueron vendiendo porquería. Yo antes de dar estas conferencias me entero quién me las patrocina y, entonces, cuando me las patrocina alguna entidad financiera, digo que fueron vendiendo porquería por casi todos los bancos y cajas de ahorros del mundo; con lo cual quedo muy bien y ya está. Entonces, fueron vendiendo, pues. Casi todos los bancos y cajas de ahorros del mundo tenían porquería. Todo estaba basado en que el mercado inmobiliario americano seguiría subiendo; entonces, el mercado inmobiliario americano se hundió, y el ninja, que no era tonto, dijo “o sea, que estoy pagando 100 por una casa que vale 50, y, entonces, con un efecto dominó se extendió a todo el mundo.

Bien, entonces los bancos empezaron a no fiarse unos de otros. Como se prestan dinero en el mercado interbancario, se suben los intereses, y esos intereses suben el Euribor y la hipoteca tuya y la mía va ligada al Euribor y, por eso, el año pasado las hipotecas pegaron aquel subidón y ya está; ya está explicado; no hay más. A mí, cuando me hablan “es que explica usted las cosas complejas de manera simple”; yo explico lo simple de manera simple, porque esto es muy simple. Entonces, ¿qué pasa? Pues que si destinas un trozo así de tu sueldo a pagar la hipoteca y ese trozo se convierte en más, pues te quedas menos dinero para vivir y ya está y entonces la gente compra menos y gasta menos; lo normalito. Y un año después de que el Euribor ha bajado, pues la gente no se fía, y dice “gastaré menos por si acaso”; luego hablaremos del tema.

Entonces, claro, ¿qué pasa?, pregunta que te hace todo el mundo siempre: “Oiga ¿hasta cuándo va a durar? ¿Cuándo saldremos de esta?” Entonces, yo, cuando empezaron a hacer estas preguntas lo que hice es ver la dimensión de la crisis, porque si esto fuese un tema de 500 euros, los pongo de mi bolsillo y se acabó, pero es que también es de 500 euros; entonces, vi lo que decían los organismos internacionales. El Banco Internacional dijo “la dimensión de la crisis oscila entre cien mil y quinientos mil millones de dólares”. Miren una cosa, entre cien mil y quinientos mil millones de dólares hay una diferencia tal que si nos la repartieran a partes iguales entre los que estamos aquí esta noche, se acabaría la conferencia en este preciso momento; nos iríamos a casa todos ricos.

Con lo cual, decir entre cien mil y quinientos mil millones de dólares, traducido al castellano, quiere decir “no tengo la menor idea”. Para demostrarlo el Fondo Monetario Internacional, unos meses más tarde, dijo “la dimensión de la crisis es de 2,2 billones dólares”; un mes más tarde “es de 4 billones de dólares”, y luego me enteré que un par de entidades financieras habían vendido porquería por el mundo por valor de 5,3 trillones de dólares. Entonces, un señor que me dijo lo que pasa es que el trillón americano es como el millar español, y a mí qué me importa, o sea, 5,3 trillones, por ahí anda, es una burrada y ya está. O sea que por tanto, que la dimensión de la crisis está entre cien mil millones y 5,3 trillones por ahí anda.

Entonces, ¿cuándo se acabará esto? Realmente, la contestación desde el punto de vista científico más correcta es “cuando Dios quiera”... y por ahora no quiere. Entonces, ¿qué han hecho los gobiernos? Volcar millones, trillones y cuatrillones. Bueno, y siempre la gente se hace la pregunta, es decir, ¿y de dónde lo sacan? Porque parece que esto es cien mil millones, venga, esto se acabará algún día. A mí, para entender estas cosas, me ayuda mucho saber qué pasa en mi casa, porque pienso que una nación debe ser como una nación en grande; pienso yo; o, dicho de otra manera, si en una familia se procura tener sentido común, a veces me cuesta decir: “Y por qué no se tiene sentido común en las familias más grandes, o sea, en el estado? Entonces, ¿qué pasa en una familia en la que ingresan 100 y gastan 80? Que viven muy bien; de acuerdo con su nivel viven muy bien; ahorran un poquito y, de vez en cuando, se permiten alguna locura. Si en la familia ingresan 100 y gastan 105, bueno, miran, le piden prestado a la abuela, retrasan algún pago y equilibran más o menos; al año siguiente la abuela se lo perdona. ¿Qué pasa con una familia que ingresa 100 y gasta 700? Oye, ingresamos 100 y gastamos 700, ¿qué hacemos? Y se les ocurren varias cosas. Una tirar de los ahorros, “sacamos los ahorros”; dos, él le dice a ella “¿te subirán el sueldo este año?” “Pues, no, oye; pues, mira...“ Entonces piensan que tienen dos pisos alquilados en la playa y dicen “oye, pues, subamos el alquiler”. Otra posibilidad es endeudarse; piden un crédito, piden otro crédito; otra es vender algo que tengan. Unas amigas de mi madre tenían un cuadro que decían que era un Velásquez; parece que Velázquez firmaba los cuadros, unos con nombres y apellidos y otros con una pincelada, y este era de pincelada, con lo cual saber que era Velázquez era más difícil por lo que se ve. Y se pasaron la vida pasándolo muy mal, pero siempre decían “en el último caso venderemos el Velásquez”. Yo creo que se murieron sin vender el Velázquez y, supongo, que era falso, además.

Eso es lo que hace una familia. Luego diré qué puede hacer otra cosa más. Entonces, ¿qué hace el Estado? Primero, tira de los ahorros; como ya hemos tirado de los ahorros y no queda nada fuera, segundo, intenta subir los ingresos. ¿Cómo? Pues, mira, subiendo los impuestos; por eso, cuando la gente dice “han subido los impuestos, subirán los impuestos más”. Sí, subirá el impuesto sí; siempre sí. Igual no suben este año, porque en aquel momento en aquel pueblo, de acuerdo..., Sí, o sea que no es extrañéis nada, todos los sabemos, y para esto no hace ser Premio Nobel de Economía; para esto hace falta saber que gastamos 700 y que ingresamos 100. Luego, otra cosa que puede hacer el Estado es endeudarse. Vamos a ver, mirad, endeudarse tiene un inconveniente, que es que hay que devolver el dinero y, además, tiene otro inconveniente, que es que hay que pagar intereses; por lo cual, decir como dijo la ministra Salgado hace unos meses, con cara de triunfo, “aún tenemos capacidad de endeudarnos en 150.000 mil millones de euros” es una pena, porque, claro, si yo llego a mi casa y le digo a mi mujer, “oye, además de los créditos que tenemos, además nos podemos endeudar en tanto”, me echa de casa. “Claro, me dirá, por qué no discurres con la cabeza en vez de con los pies”. Endeudarse, entonces, claro, hay que devolver.

Resulta que una de estas agencias de calificación de riesgos nos ha bajado la calificación; o sea, ha dicho “son un poquito menos de fiar”; nos ha bajado de triple A, a doble A plus; o sea, de sobresaliente a notable alto. Entonces han dicho, “no tienen ninguna importancia”. Sí que la tiene, porque hay fondos que no pueden prestar a países que no tienen la triple A y, además, los que nos prestan nos suben los intereses, con lo cual sí que tiene importancia. El Estado también puede vender el Velásquez; nos quedan muy pocos Velázquez para vender; alguno hay y algunas cosas más.

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