Poco tiempo después apareció por Tenerife, Marisol, la cantante. Yo entonces tenía el pelo negro largo, era moreno, mi madre decía que era bien parecido. Yo le estaba haciendo una entrevista a Marisol para la televisión y uno de los chicos de la escuela pasa y le dice a otro: Mira ¡qué curioso! Joselito entrevistando a Marisol… Ese fue mi recuerdo de la segunda conversación periodística, en este caso con una anécdota que es más o menos divertida, pero cuando se produjo mi bautismo de fuego con escritores fue cuando yo tenía 19 años, poco tiempo después, cuando pasó por Tenerife Camilo José Cela. Lo cierto es que Cela llegó a Tenerife y como yo era un reportero inquietísimo, que yo cada vez que venía alguien interesante me desplazaba para verle, para entrevistarle para estar con él… Estos amigos me llevaron allí, yo entrevisté a Cela, le acompañé luego con los amigos al hotel y en el hotel Cela se sintió indispuesto, tenía gripe, algo de fiebre y estaba solo. Entonces, el médico, un amigo nuestro le dijo que se metiera en la cama. Él nos miró despavorido, asustado, ante la perspectiva de tener que irse a la cama solo, era tarde pero no tan tarde para dormir ya. Yo estoy solo, yo no puedo irme a la cama solo, tiene que acompañarme alguien hasta que duerma, porque tenía pavor, aquel hombretón que ya era una de los jefes de filas de la literatura española, uno de los grandes escritores de Europa, además un hombre con un ego bien pertrechado, no era capaz de irse solo a la cama y, entonces, debatieron un poco qué podíamos hacer. Entonces a Don José Arocena se le ocurrió que yo acompañara a Cela a su cuarto del hotel y con un movimiento de cabeza me indicaron que yo era el elegido para hacer ese acompañamiento. Yo, la verdad, es que no me sentía equipado para hacer de ama de cría, pero sentí que aquella era mi responsabilidad en aquel momento, así que subí con Cela al cuarto. Él subió era un hombre muy solemne, ustedes lo han visto en la televisión, en persona, una voz importante, caminaba como si estuviera desplazando un barco. Es curioso, porque que una persona tenga ya el título y además el numeral… Y ahí veías tú a Cela escribiendo ese libro, que yo no sé si alguno de ustedes han leído pero era como el ingreso en la modernidad de la escritura de Cela que había abandonado, por así decirlo, el tremendismo o el realismo e ingresaba, con ese libro, en una atmósfera que, luego, estuvo en Cristo Versus Arizona, que es uno de los grandes libros de Cela, pero este era como un experimento y él estaba escribiendo y escribiendo hasta que se cansó de escribir y yo allí esperando a que el hombre se acostara, pues se levantó del sillón y se fue al cuarto de baño. Allí se cambió de ropa y se puso un pijama de seda, precioso, un pijama de estos que te daban ganas de tocarlo. No lo hice, claro, pero era tan espectacular para mí entonces, porque yo nunca había visto un pijama de seda, yo en realidad nunca había visto nada en la vida, estaba viéndolo todo por primera vez, de hecho este libro es sobre cómo se ven las cosas por primera vez… Entonces se acostó, y le dije: Y eso hice, me quede allí hablando hasta que de pronto el sueño le venció y se quedó Cela durmiendo, esa fue mi primera experiencia, muy concreta, de acompañamiento de un escritor. Luego mi vida, la vida editorial, la vida literaria, la vida periodística me ha puesto cerca de otros escritores, algunos como a Paul Bowles le llevé al traumatólogo, a John Berger, Berger es un personaje extraordinario, yo he sido su editor, una vez llegó a Madrid, y a su compañera se le había perdido el pasaporte y tuvimos que ir a una comisaría, se le arreglaron pero, luego, a él se le rompió un diente, y tuvieron que ir al dentista, fue como un precipitado de situaciones curiosas. Berger habla, piensa, como si la cabeza la estuviera haciendo ruido por dentro, y le ves y es como si sufriera, como si estuviera reconstruyendo un vaso o una piedra extraordinario. He llevado a Borges al cuarto de baño, a María Zambrano también, he estado arreglando el pasaporte de muchos de ellos, he vivido noches enteras tratando de levantar de una depresión a Eliseo Alberto, he bebido con ellos, he vivido con ellos, este libro es el resultado de todas estas experiencias. |
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