Pero lo importante de todo esto, es que si Mandela tiene estas tremendas cualidades seductoras; pero las cualidades seductoras se pueden utilizar para fines malos, como por ejemplo, el caso yo diría "Anti-Mandela", en el siglo XX, es Adolf Hitler, que también fue un gran seductor, pero con fines tremendamente nefastos; y yo diría que si hay que resumir el valor del ejemplo de Mandela, es que el que demostró que se puede ser muy, muy buena persona, generosa, noble, honesta, y al mismo tiempo ser un político brillante y lograr todos los objetivos que se uno se plantea como político. Uno puede ser bueno, muy bueno y ser un muy buen político al mismo tiempo, que se dice fácilmente, pero quizás no lo encontramos todos los días y si él logró reconciliar a su país que lo logró y logró superar estos odios y divisiones tremendas que se forjaron a lo largo de estos años, fue, yo creo, que porque fue generoso, noble y estas cosas que estoy diciendo pero también porque es un político práctico, es un hombre astuto.
Yo creo que el secreto del proceso de paz de negociaciones que hubo en Sudáfrica fue que Mandela fue pragmático y que decidió poner a un lado sus impulsos, su impulso humano hubiera sido el rencor, hubiera sido escupir en la cara al ministro de justicia, que le hubiera dado un gustazo tremendo hacerlo y decidirle de todo, pero claro esto no hubiera ayudado en absoluto en lograr sus objetivos, y lo que hay en Mandela es una tremenda convergencia entre esa generosidad y ausencia de rencor y el pragmatismo político.
Y os voy a dar un pequeño ejemplo. Mandela llega a la presidencia, está en la presidencia, la inauguración es el 10 de mayo de 1994, y al día siguiente llega a su despacho presidencial y siempre había habido sólo presidentes blancos y sólo gente blanca trabajando ahí en la administración y había un señor ahí que era el jefe de protocolo presidencial, un señor blanco, afrikaner que había estado ahí trabajando 12 años; anteriormente había trabajado en el departamento de prisiones, había sido mayor, rango mayor del departamento de prisiones, de ahí lo sacó uno de los presidentes malos, malos, en el 76, o algo así, y durante casi 20 años había ejercido de jefe de protocolo de la presidencia. Ahora, este señor afrikaner entiende, cuando llega Mandela a la presidencia, que él va a perder su trabajo, por supuesto, que va a traer a su propia; con lo cual, antes de la inauguración de Mandela, busca contactos por ahí, llama al departamento de prisiones y resulta que le van a dar un trabajo; así que él encantado. Entonces, la mañana que él llega al trabajo por primera vez, él llega muy temprano a su despacho, este jefe de protocolo blanco con una caja de cartón, empieza a sacar sus cosas del despacho y los mete en la caja y, de repente, alguien toca a la puerta, la abre y es Mandela; dice "buenos días, ¿qué está haciendo?", le pregunta Mandela; "fijese, voy a cambiar ahora de trabajo y me estoy llevando mis cosas", y Mandela "ah, ¿si?" "Al departamento de prisiones", y Mandela le dice, "no, no, no, yo conozco eso muy bien y no se lo recomiendo en absoluto", y Mandela le dice, "fíjese yo he sido un revolucionario, no tengo ningún experiencia de gobierno, no tengo ningún experiencia de cómo llevar un despacho presidencial, por favor, le pido una cosa, quédese conmigo, voy a estar aquí cinco años y después me voy; entonces, le ruego, por favor, que se quede a trabajar conmigo"; y en ese instante, este señor que ya ha experimentado este cocktail seductor al que me refiero, empieza a vaciar su caja de cartón y se queda.
Y le pide Mandela que, por favor, que organice una reunión con todos los empleados de la secretaría y de la presidencia esa misma mañana, y son como 50 personas; Mandela se reúne con ellos, son todos blancos, todos afrikaners, todos ahí segurísimo, que van a perder su trabajo; Mandela saluda a cada uno por persona, les pregunta de dónde son, hace algún comentario sobre sus pueblos natales y les da un pequeño discurso; "entiendo, si ustedes se quieren ir, que hay una paquete financiero, que se pueden ir, pero yo les ruego, por favor, a todos, que se queden; necesito su ayuda; yo no entiendo cómo funciona esto; sólo son cinco años"; y todos se quedaron, rendidos una vez más por este appeal que tiene Mandela.
Y me contaba este jefe de protocolo, que también entrevisté, que estuvo con cuatro presidentes, pero nunca nadie, ni remotamente con el encanto y el respeto y la cortesía que mantuvo Mandela. Hablé con otras de estas personas que trabajaron con él, me contaban cómo, todos los días, se encontraban por el pasillo siempre, si había algún enfermo, niño enfermo en la zona, siempre se acordaba, siempre les preguntaban cómo estaban. Y este señor, que era el jefe de protocolo, me dijo que, Mandela se fue después de cinco años, dejó la política, dejó la presidencia y vino su sucesor; y después, dos años después, este señor el jefe de protocolo, John seguía en el mismo trabajo, recibe una llamada y es Mandela que le dice "John, qué tal, cómo estás", "muy bien, gracias, señor Presidente ¿qué pasa?" "John te quería invitar a una comida en mi casa, este domingo y, por favor, trae a tu familia". O sea, ya han pasado dos años, desde que ha dejado la presidencia, antes quizá, cuando Mandela le dijo a este señor que se quedara, hubo una convergencia de su generosidad y su interés, quería gente que le ayudara a llevar su despacho presidencial; entonces, este señor, el jefe de protocolo, se va con su esposa y dos hijos adolescentes a la casa de Mandela el domingo, esperando que iba a haber mucha gente ahí, pero, no, sólo es Mandela y su familia, los cuatro; y se sientan ahí, los cinco a comer y antes de empezar a comer, Mandela levanta una copa de vino y dice, se dirige a la esposa de este señor y a sus dos hijos y les dice "ante todo, quería pedirle disculpas porque este señor trabajó muy duro 24 horas al día y me robé a su marido, señora, y a su padre, pero, ante todo, quería decirles que hizo un trabajo magnífico para mí". Esto me lo contó este señor; era un hombre enorme y estaba llorando mientras me contaba la historia. Y me contó cómo, cuando la finalizó la comida, Mandela les acompañó a la puerta de su casa, se despidió de ellos, y mientras el coche salía él estaba allí despidiéndose de ellos. |