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D. John Carlin

Periodista y escritor

El factor humano Nelson Mandela y el partido salvó a una nación

En Bilbao, a 25 de mayo de 2009
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Y yo ese año que llegué a Sudáfrica, en el 89, fui a este lugar a la ciudad de Upington, a presenciar un juicio que se hizo; y cuento esto para que veáis lo grotesco y lo exagerado, cuento de hadas del lado malo que era eso. Había habido una manifestación en el año 85; se reunieron unos 5.000 negros para protestar contra las condiciones de vida nefastas en las que vivían, en un campo de fútbol. Vino la policía, empezó a disparar como en esta historia que os cuento del Padre Jerry; la gente salió dispersaba por todos lados y un grupo como de 100 personas fue saliendo por una calle y ahí había un policía que disparó, un policía negro, por cierto, para complicarlo más todavía, que disparó contra la multitud sin ninguna razón en particular e hirió a un niño pequeño; y después al policía se le ocurrió salir de su casa desde donde había disparado y salir corriendo. Le siguió esta multitud y uno de ellos le agarró le cogió la pistola, le dio en la cabeza y mató al policía. En la semana siguiente la policía detuvo a 26 personas y acusó a las 26 de haber participado todos en este homicidio. En resumidas cuentas, un juez blanco condenó a 14 de ellos a muerte por el asesinato de este policía que había disparado a este niño. Entre los 14 había una pareja que tenía más de 60 años y tenían 10 hijos, nunca habían hecho nada ni remotamente criminal, apenas tenían participación policial y a los 14 incluidos a esta pareja de 60 años para arriba, les mandan al corredor de la muerte, un juez absolutamente despiadado que era la imagen grotesca de este sistema que cuesta creer que esto fue verdad.

También me acuerdo que vi esto y me quede atónito ante lo espantoso de este sistema tan cruel y tan inhumano, pero también, recién había llegado a Sudáfrica, tuve un atisbo de la extraordinaria generosidad de la gente negra en Sudáfrica hacia sus enemigos, sus opresores. Justo antes de que el juez anunciara la condena de muerte, todos sabían que les iban a dar la condena de muerte, uno de los acusados habló en nombre de todos los demás de los 14, tenía el derecho según la ley a dirigirse al juez, estaba todo vestido de rojo y creo que tenía una peluca blanca, hacía un calor descomunal, pero ese tipo frío como un pez, y este acusado que fue por cierto el que había matado al policía, el que había dado los golpes, se pone de pie, y era un breve discurso, yo estuve ahí ese día en la sala en el tribunal, yo era el único blanco, salvo otro periodista. Ningún blanco de la ciudad Upington había pisado ese tribunal en los 4 ó 5 años que había habido de juicio, y este hombre, se pone de pie y se dirige al juez que sabe que está a punto de condenarle a muerte y le dice: "Señoría, yo siempre he entendido que en este país no hay justicia para gente negra como yo, y ahora, en este juicio, he constado que, efectivamente, es así; pero, señoría, deseo que un día, que usted viva para ver una Sudáfrica justa y democrática y su señoría que Dios le bendiga", y se sentó. Y yo me quedé helado. Al lado mío había un señor mayor que me acuerdo que estaba vestido muy elegante, con un bastón, y cuando este acusado dice "que Dios le bendiga, señoría", este señor, padre de uno de los acusados, dice "amén". Y ahí vi retratada por un lado esa tremenda crueldad y humanidad y falta de piedad y al mismo tiempo una extraordinaria generosidad de parte de la gente negra de ese país y la generosidad y bondad que Nelson Mandela encarnó.

El objetivo principal de mi libro es contar la historia de Nelson Mandela. Es casi un tópico decir que Mandela es un gran hombre. Todo el mundo comenta que después de salir de la cárcel, después de 27 años, sin ningún rencor. Pero mi idea en este libro es explicar por qué es grande; es ir detrás de ese tópico, profundizar en él. Entonces, Mandela, como digo, el Rey Bueno de este cuento de hadas, lo meten en la cárcel, lo condenan a cadena perpetua, en el año 64; ya había estado dos años en la cárcel y, efectivamente, se había resistido violentamente al sistema. Él, en el 61 fundó el movimiento armado en contra del apartheid; ahora, un movimiento armado extraordinariamente benigno; en ese periodo no mataron a nadie, lo que hacían de vez en cuando es volar algún poste eléctrico, o algo así era lo máximo a lo que llegaban. De todos modos lo encarcelaron durante 27 años, y él en la cárcel, porque es un cuento de hadas, es el Rey Bueno. Para cambiar un poco mi analogía, un personaje de mitología griega.

En cierto modo, él sabía cuál era su destino. Aunque le acaban de condenar a cadena perpetua y le envían a una cárcel en una isla en el Atlántico Sur, él sabe que va a salir de la cárcel algún día y él sabe que va a liderar a su pueblo; quién sabe cómo, pero en la profundidad de su ser lo sabe, y sabe que esta idea de hacerlo por la lucha armada por la vía armada no va funcionar. Ya se ha demostrado que son demasiados fuertes en ese terreno, que hay que buscar una solución política, con lo cual el llega ahí, a esta isla terrible del Atlántico Sur y se empieza a preparar ya para el día cuando él va a salir de la cárcel a negociar el fin de este sistema y llegar a la democracia. Y lo que hace es que aplica un principio absolutamente fundamental, tanto en la guerra militar como en la guerra política, que es conocer al enemigo.

Tiene la sagacidad de entender que esto es lo que tiene que hacer, con lo cual él hace una cosa que para sus compañeros prisioneros, presos políticos es muy difícil entender: empieza a tomar clases, a aprender el afrikáans; el afrikans era el idioma de los afrikaners, los afrikaners era la tribu blanca dominante, los que manejaban el aparato del estado. Entonces, aprende su idioma, primero, segundo consigue libros, que esto si se los dan, sobre la historia de los afrikaners y aprende su historia, y entonces, el tercer paso es empezar a conocer a sus carceleros. Ahora los carceleros eran todos blancos, eran todos afrikaners; no era exactamente la gente más sofisticada de la tierra, era más bien gente muy poco sofisticada, con impulsos muy racistas, pero Mandela se los empieza a ganar. Hay una anécdota que cuento en el libro, que después de unos seis meses de llegar a la cárcel, le viene a visitar su abogado, y el abogado me contó la historia, que vino Mandela con pantalones cortos, que por cierto, a los presos negros les dan pantalones cortos y a los mulatos pantalones largos; hacía mucho frío en esta isla y con sandalias, y llegaba Mandela y está rodeado de eran 6 carceleros, tres de cada lado y el va en el medio y llegan al abogado y Mandela se ve con su abogado y se da un gran abrazo, cosa que desconcierta un poco a los carceleros porque el abogado es blanco y nunca habían visto una escena como esta, un negro abrazándose con un blanco; y se saludan de manera muy efusiva y, de repente, Mandela dice "ah George, era el nombre del abogado, lo siento mucho, me he olvidado de presentarte a mi guardia de honor". Se sabía los nombres de los seis carceleros y uno por uno se los presenta al abogado, y cada uno le da la mano, lo hace con una cortesía absoluta y además como si él fuera el que estaba en control de esta situación, como si estos fuera su corte; y ese fue uno de los primeros contactos de este tipo que tuve con los carceleros y, en resumidas cuentas, se los ganó a todos.

Yo entrevisté a varios de los carceleros que estuvieron con Mandela en la cárcel en esos tiempos y todos cayeron rendidos a sus pies. Incluso hubo algunos jefes de la cárcel, que había gente muy cruenta como se podía imaginar, y todos tarde o temprano acabaron rendidos a los pies de Mandela. Y ahora me voy a saltar un poquito en el tiempo, bastante en el tiempo, muchos años después, Mandela es Presidente de Sudáfrica y en el año 98 cumple 80 años, y en Pretoria, que está al Norte de País, a dos horas de Ciudad del Cabo, donde estaba su isla, su cárcel; tiene una gran fiesta de cumpleaños a la que vienen presidentes y reyes y gente de todo el mundo y a esa fiesta de cumpleaños invita a tres de sus carceleros, que habían sido sus carceleros en la isla en los años 60 y 70; tres carceleros que nunca se habían subido a un avión, y les organizo el viaje en avión a Pretoria y estaban ahí en la fiesta y cuando les vio les dio a todos un abrazo y les saludó de la manera más efusiva posible. Por cierto, ese mismo día, cuando cumplió 80 años, se casó con su tercera esposa, descubrió por fin el gran amor de su vida con 80 años, lo cual nos da ánimos a todos para seguir.

Volviendo para atrás, la cárcel de Mandela, el Rey Bueno preparó la que iba a ser su gran batalla política el día que saliera de la cárcel. La cárcel se convirtió en su laboratorio para ganarse al enemigo, para seducir al enemigo. Como digo, aprendió su idioma, su historia, aprendió a través de los carceleros los miedos, las vanidades, las esperanzas, los puntos fuertes, los puntos débiles de esta tribu africana enemiga que se tenía que ganar; y fue su gran laboratorio, tuvo su primera oportunidad y aquí es, más o menos, donde arranca el libro cronológicamente, en el año 75, que después de como casi 60 años de intentar el partido de Mandela, el Congreso Nacional Africano, negociar con el gobierno, por fin el gobierno accedió y tuve su primer contacto secreto con el ministro de justicia del apartheid en la cárcel que fue como el emisario del Presidente. En ese momento, el Rey muy, muy Malo para ver si quizá existía con Mandela la posibilidad de llegar a una solución negociada; a todo esto, porque en ese momento los blancos, por más de tener toda la fuerza militar del mundo tenía una presión internacional terrible y sentían que tenían el agua hasta el cuello.

Entonces se reúne Mandela en la cárcel con el ministro de justicia del apartheid. Imagínense qué título más paradójico, era la gran injusticia del mundo en ese momento; según Naciones Unidas, el apartheid era un crimen contra la humanidad, y aquí está el ministro de justicia, que por cierto era también el ministro de las cárceles, con lo cual era el carcelero de Mandela, y lo que paso es que se reúnen en la cárcel y una vez más, un poquito lo mismo que se vio cuando Mandela presentó a sus carceleros a su abogado. Mandela era como el que dominaba la situación. En esta reunión uno, si no supiera las circunstancias de este encuentro, pensaría que Mandela era el ministro y el otro era no sé, un abogado de pueblo que le había venido a visitar.

Por cierto, no sé si se acuerdan de la película Un pez llamado Wanda, algunos la habréis visto, en la que había un personaje que el actor, Kevin Clain, hace un personaje muy malo, muy fascista, muy racista, que al final de la película huye y se sube al avión y desaparece y la policía está detrás de él, pero logra huir, y al final, cuando salen los títulos de la película, pone en los títulos, claro en plan broma pero dice, el personaje de Kevin Clavin se exilió en Sudáfrica y ahí se convirtió en su ministro de justicia; para que tengáis una idea de lo que era ministro de justicia en aquellos tiempos. Bueno, el hecho es que Mandela sedujo absolutamente al ministro de justicia, a su carceleros del apartheid en su primer encuentro. Después, yo entrevisté al ministro de justicia para el libro, al ex ministro de justicia en ese momento, y cuando hablaba de Mandela se le caían las lágrimas, por lo menos, tres o cuatro veces en una hora y media que hablamos. Él lloraba recordando la figura de Mandela, después Mandela en la cárcel se entrevistó más de 60 veces con el jefe de los servicios de inteligencia del apartheid, posiblemente en ese momento considerado el hombre más siniestro del planeta, y Mandela se reunió con él; se lo ganó y yo hice como seis horas de entrevistas con este jefe de los servicios de inteligencia del apartheid y, cuando se refería a Mandela años después, siempre se refería a él como The Old Man, el Viejo, como si estuviera hablando de su padre, o sea, adoraba a Mandela

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Conferencias del Aula de Cultura. Año 2009

 


Enrique Pallarés: . La ansiedad. Qué es y cómo manejarla


Fernando Trías de Bes : Qué podemos aprender de la crisis y cómo evitar que vuelva a suceder


Carmen Iglesias : 'No siempre lo peor es cierto. Mitos y tópicos en la Historia de España '


Nuria Roca : 'Los caracoles no saben que son caracoles'


John Carlin : 'El factor humano Nelson Mandela y el partido salvó a una nación'


Bernabé Tierno: 'Fortalezas humanas, educación y valores en la familia'


José Poal Marcet: '¡Llegó la crisis! Claves para entenderla y hacerle frente'


Jaime Peñafiel: 'La mirada y la palabra de Jaime Peñafiel'


Alfonso Mateo Sagasta: 'Las caras del tigre: el sueño de un paraíso sin manzanas. En el centenario de Darwin'


Jordi Garrido i Pavia: '¡Maldito trabajo! Todo sobre el mobbing y el concepto de 'estar quemado'


Aureliano García Manzanal: 'Ghana: educación y desarrollo'




Conferencias del Aula de Cultura. Año 2008-2007

 


Javier Urra: . Retos y dilemas de la educación


Arturo Pérez Reverte :Presentación de su libro 'Un día de cólera'


Laurentino Fernández : Salud y libertad de las mujeres en los países empobrecidos


José Luis Pardo : Esto no es música. El malestar de la cultura de masas


Emilio de Diego : España, el infierno de Napoleón. La Guerra de la Independencia


Juan Iranzo: Impacto de la crisis financiera sobre la economía española


Maria Luisa Ferrerós: Inteligencia Musical. Estimula el desarrollo de tu hijo a través de la música


Rocío Ramos Paúl: ¡Haz de tu hijo un niño feliz!


Walter Riso: Amores altamente peligrosos. Cómo identificarlos y afrontarlos


Jorge Bucay: Las tres preguntas: ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Con quién?


Santiago González: Lenguas y lenguaraces


Elena Martín: ¿Qué hay de bueno? Claves para una vida más alegre


Ignacio Martínez Pisón: Las pequeñas historias que tejen la Historia


Javier Moro: El sari rojo. Cuando la vida es el precio del poder


Juan José Millás: Los objetos nos llaman. La mirada de Juan José Millás


Eduardo Jaúregui: Sentido del humor y salud


Txumari Alfaro: Envejecer con salud


Eugenia Trias: El canto de las sirenas. Filosofía y música


José Ángel García de Cortázar: Memoria histórica, memoria heroica: en el 800 aniversario del 'Cantar de Mío Cid'


Javier Marías: Presentación del último volúmen de la trilogía 'Tu rostro mañana'


Javier Urra: Algunos hijos desatendidos y padres desorientados: el arte de educar


Juan Manuel Padra: Los riesgos de la memoria histórica. ¿Es mejor olvidar?


Marta Rivera de la Cruz: Españoles en el Holocausto


Noah Gordon: Noah Gordon conversa con el periodista Félix Linares sobre su libro 'La bodega'


Ricardo de Cala: Música y emociones


Vicente Castelló: Muñecas de porcelana. Adopción en China: el inicio de una nueva vida


José Luis Villacañas: La actualidad política española y los intelectuales


Alberto Piubello: ¿Un mundo mejor? ¡Sí, es posible!


Inés García-Albi: 'Su historia y su lucha, su ayer y su hoy'


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El Aula de Cultura de la Fundación Vocento desarrolla un extenso programa anual de conferencias con el objetivo de contribuir a la difusión de acontecimientos, actitudes y valores que permitan a los ciudadanos desarrollar un juicio crítico sobre los problemas de su tiempo.

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Divergencias 'Cultura entre líneas'
Por César Coca, Oscar B. Otalora e Iñaki Esteban

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