Voy hacer un pequeño paréntesis. Les voy a explicar un caso real. Recientemente conozco una mujer que está en el sector inmobiliario en España, una pequeña promotora, y justo a punto antes de estallar la burbuja adquirió unos terrenos en el centro de una pequeña localidad de Cataluña de donde yo provengo y los adquirió por una animalada de precio, alrededor de unos 9 millones de euros. Actualmente no creo que obtuviera por estos terrenos ni 4 millones de euros. Compró arriba del todo y recuerdo en una conversación que ella decía “si yo sabía que no lo valía, yo lo sabía; porque yo hacía los números y veía que, incluso construyendo pisos, construyendo muy barato, a lo que yo podría vender aquello con cálculo de hipoteca no me llegaba; yo sabía; pero, ¿sabe qué pasa?, que había mucha gente que lo quería”. Y eso pasó, lo mismo, con las obligaciones convertibles en acciones de la compañía de Los Mares del Sur. Mucha gente quería acciones y, por lo tanto, había que tener acciones, no importaba que detrás no hubiera ningún negocio.
Las acciones empiezan a pasar de unas manos a otras y ¿qué es lo que está haciendo el gobierno británico? Quitarse de encima toda la deuda. Fíjense, que lo que llegó a pasar es impresionante, que es que el gobierno inglés se llegó a quitar el 80% de toda la deuda pública que tenía. Las acciones van pasando de manos a manos hasta que se derrumba la acción y, evidentemente, pasó a valer prácticamente: salió por 100 libras la acción llegó hasta 1.000 libras y acabó en 100 libras; entre medio, evidentemente, mucha gente se arruinó y de nuevo lo que se hacía o se permitía a la gente era poder comprar sin desembolsar totalmente la acción y si un súbdito británico necesitaba dinero para comprar la acción le daban un crédito. ¿Sabe quién llegaba a dar créditos? La propia compañía de Los Mares del Sur. Es decir, el meollo es tal que ni yo como economista lo podría poner en el balance. Es decir, que yo cojo dinero del capital y se lo doy a una persona como crédito para que esta persona lo entre en forma de capital.
Esta es otra constante también muy interesante que se da cuando se produce burbujas de este tipo, que es que las personas interesadas o beneficiadas de la posible revalorización de los activos o las empresas van a dar también los propios créditos para que ese activo siga subiendo de precio, como de hecho luego ocurrió en la siguiente gran burbuja, que es la del crack del 29, a la cual voy referirme.
La del crack del 29 es mucho más conocida porque la hemos estudiado todos, es verdad, en los libros de Historia; y el crack del 29 tiene muchísimo interés porque es la primera burbuja global. Es decir, fíjense que la de los tulipanes de alguna manera afectó a unos pequeños comerciantes de unas ciudades de Holanda; la de Los Mares del Sur, no está mal, ya afectó a bastantes ciudadanos británicos, lo de quitarse de encima el 80% de la deuda pública no nos lo imaginamos, pero ustedes imagínense a día de hoy que todo el endeudamiento del estado español nos hicieran una jugadita así; es decir, que nos traspasan algún título; se nos vende las acciones de Renfe, con todo el entramado del AVE que van hacer por toda España. Pues todos, en lugar de, quien tenga aquí letras del tesoro, bonos, o pagares, todo lo convertimos en acciones de Renfe; y luego resulta que por un tema ecológico no se puede hacer todo el trazado ferroviario y aquello vale cero; y lo que tú invertiste te quedaste sin nada. Eso sería lo mismo; el Estado se queda sin ninguna deuda pero, evidentemente, deja empobrecido a toda la población.
Bueno, en el crack del 29 el tema ya traspasa fronteras, y el crack del 29 aparece en los libros de historia no sólo por el gran dramatismo que se vivió, todo el tema de los suicidios, de los financieros y de los banqueros también se ha exagerado un poco. De hecho Kenneth Galbraith, el gran economista, hace un análisis en su libro El crack del 29; por cierto, un libro formidable, el cual, cuenta él en la introducción del libro, es muy interesante porque vamos a reconocer que las personas que escribimos libros, cuando vas a una librería, siempre te pasas por la librería para ver si tu libro está bien colocado, esto lo hacen todos los escritores, aunque todos los nieguen. Lo hacemos todos pero es la realidad, y la cuestión es que Kenneth Galbraith también, en cierta ocasión, iba a volar a no sé dónde y en un aeropuerto estadounidense se pasa por la librería y ve que su libro no estaba expuesto, y entonces, disimulando, como si fuera un comprador, le dijo a la mujer que atendía la librería, “oiga, ¿cómo es que no tiene el libro del crack de Kenneth Galbraith” y dice “¿cómo ha dicho que se titulaba?” Y en inglés es The Great Crash; y le dijo “es que no es un título muy bueno para un aeropuerto”, la gran castaña, con lo cual preferían no tenerlo en el aeropuerto.
Pero, bueno, dicho esto, es un libro muy, muy interesante, donde se analiza muy bien cómo una burbuja, por primera vez, se hace global, es decir, traspasa fronteras. El mecanismo mediante el cual una burbuja traspasa fronteras es importantísimo, es fundamental. Kenneth Galbraith en aquel libro hace un análisis de la tasa de suicidios en Estados Unidos antes y después del crack y, realmente, la media era la misma, con lo cual lo que pasa es que el tema era muy notorio, pues se suicidaron cuatro y salía en prensa y aquello tuvo mucha repercusión.
Dicho esto, ¿cuál es el mecanismo, cuál es la correa de transmisión mediante la cual una burbuja se puede exportar a otros países? El mecanismo es muy sencillo: es el crédito. Si comprendemos esto, vamos a entender muy bien cómo hemos llegado a la megacrisis mundial en la cual está sumida Occidente. ¿Qué sucede? Si yo soy un holandés y como estoy aburrido me quiero pulir todos mis ahorros especulando con tulipanes, pues mira allá tú, y si quieres comprometer tu casa, que es tu ahorro al fin y al cabo, pues mira, haz lo que quieras. Una burbuja si se financia sólo con ahorro, va a dejar arruinado a quienes han participado en las burbujas, pero a nadie más. Si en la burbuja en Los Mares del Sur, todos los súbditos británicos se vuelven locos y le dicen al gobierno “no hace falta que me devuelvas mis libras y dame estos papelitos que no valen nada”, pues, bueno, pierden todos sus ahorros; no está mal, hace daño pero ya está; pero qué sucede cuando una burbuja se empieza a financiar con dinero prestado y a gran escala por parte de los bancos, el tema ya es más grave; y eso es lo que pasó en el crack del 29. En el crack del 29, como ustedes saben, venimos de los felices veinte, y esto es otra constante que vi al analizar todas las burbujas, para que se dé una burbuja tiene que haber una etapa de prosperidad larga, ha de haber una época en la cual todo vaya viendo, en la cual todos estemos tranquilos, en la cual empezamos a pensar con cierta soberbia que ya está, como en la película de Lo que el viento se llevó, ya no vamos a volver a pasar hambre, ya hemos entendido cómo funciona el mundo, es muy difícil que volvamos a tener una crisis. Entonces, la palabra riesgo de repente desaparece paulatinamente del diccionario y el riesgo es como un dragón que esta metidito en una cueva y que a veces se queda ahí metido un año, dos años, tres años, al final de la cueva y no sale, pero el dragón está y, tarde o temprano, el dragón sale porque siempre sale, y entonces, después de una época de prosperidad, ¿qué sucede? Que nos tranquilizamos, nos confiamos; un exceso de confianza.
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