Efectivamente, el título del libro, que es un poco irónico dice El hombre que cambió su casa por un tulipán, se utiliza para reflejar la primera burbuja económica documentada de la historia. Este libro no es un libro sobre la crisis, es un libro sobre las mayores burbujas de la historia. Lo que pasa es que la crisis actual, en la cual estamos sumidos, en realidad, no es una recesión al uso; luego hablaremos de diferencias entre recesión o una pequeña crisis después de una época de expansión. Lo que ahora estamos viviendo es el final de una burbuja colosal, una burbuja tremenda, enorme, de un tamaño que nunca se había visto en la historia de la economía, y sólo de esta manera se puede entender y comprender lo que está sucediendo.
Entonces, a mí me interesa mucho el asunto de las burbujas. En primer lugar, porque yo pienso que, bien porque lo haces de una manera asequible, yo creo que los economistas muchas veces hacemos como los informáticos, que utilizamos palabras raras para protegernos muchas veces de nuestra propia ignorancia. La economía es algo muy sencillo, lo que pasa es que a veces cuesta a lo mejor entrar a comprender sus mecanismos, porque sólo puedes comprender la economía si incorporas la psicología; la psicología y también la sociología; hay que comprender mucho la psicología humana para entender cómo se mueve la economía. La economía no es algo, cuando se habla de macroeconomía, algo ajeno y neutral y teórico, sino que responde a los deseos y a las necesidades de cada una de las personas que estamos aquí sentadas, las que están fuera.
Cada pequeño ciudadano, con su actuar, va contribuyendo, de una u otra forma, a cómo evoluciona la economía. Entonces, hay que entender muy bien los fenómenos de masas y hay que entender muy bien la psicología humana para comprender los movimientos económicos. Bien, dicho esto, me interesa, por tanto, el tema de las burbujas porque seguramente es uno de los casos más extremos de comportamiento humano, tanto en la fase de, digamos, no sé si decir de avaricia, o por lo menos de euforia; y, también, en su fase de pánico, las burbujas tienen dos grandes puntas; una punta arriba del todo que es la máxima euforia, y otra abajo del todo, el máximo pánico y miedo. Dos comportamientos del ser humano intrínseco a nosotros y que yo creo que describen muy bien otros vaivenes de la economía.
Bueno, a la hora de documentar burbujas, porque hay muchísimas, hay documentadas un montón de burbujas a lo largo de la historia, yo escogí aquellas que me parecieron más interesantes, más llamativas, más descriptivas y, bueno, escogí cinco.
Una es la de los tulipanes. Voy a describirla brevemente. Aquellas personas que empiezan un libro y les cuesta acabárselo, que somos muchos, pues con que se lean el primer capítulo, que son seis páginas y explica la burbuja de los tulipanes, yo creo que ya podrán entender perfectamente la crisis actual. La burbuja de los tulipanes tuvo lugar en Holanda, en el año 1636, nada más y nada menos; entonces, es una burbuja muy sorprendente porque, claro, que una burbuja tenga lugar con acciones de bolsa, como en Wall Street el crack del 29, o que tenga lugar con viviendas, como ha ocurrido ahora con la burbuja inmobiliaria..., pero que nos pongamos a especular los ahorros con tulipanes, que es un bien caduco, una flor que muere, y muere de forma relativamente rápida, es como muy sorprendente; y yo creo porque por eso es muy, muy descriptiva de hasta dónde podemos llegar durante la fiebre de una burbuja.
Bueno, pues la cuestión es que los tulipanes que venían del imperio Otomán se pusieron muy de moda. En el centro de Europa había muy poquitos y, como era una cosa escasa, pues, bueno, la regla de la economía, yo creo que la única ley universal que es mucha demanda, poca oferta, pues los precios para arriba; por tanto, a todo el mundo le gustaba tener un tulipán; era un símbolo de estatus. Para que ustedes me entiendan esto era como tener la televisión de plasma en sus casas; entonces era tener un tulipán; se trataba de, cuando llegara tu vecino, te gusta que diga, “caramba, vaya pantalla plana; te has comprado de plasma”. Sí dices de tantas pulgadas, entonces, ya te has quedado todo contento. ¡Qué bien! Y, además, se lo va a decir al vecino. Bueno, pues aquí, en 1636, se trataba de tener un tulipán. Los tulipanes empezaron a subir mucho, mucho, de precio, y, entonces, sucedió que cogieron un virus, un virus que contagió a algunos tulipanes y ese virus hacía que les salieran unas llamaradas de colores, una pigmentación de unos colores muy llamativos y, claro, los tulipanes que estaban contagiados por el virus aún eran menos, con lo cual aún eran más buscados.
Bueno, ahora, están muy de moda todo el tema de las marcas, el branding, el marketing, todo esto, pero esto es muy antiguo. Había que dotar de cierto glamour a todo el asunto de la venta de tulipanes. Entonces, empezaron a ponerles nombres de almirantes holandeses; entonces, tenías el general de generales, el almirante Barney, quiero decir, tenías toda una serie de nombres y, bueno, eran los tulipanes que más se cotizaban. Como el tulipán se muere rápido, los holandeses, con lo que especulaban, no era con la flor, era con el bulbo del tulipán; el bulbo del tulipán es como el capullo del tulipán, que si tú lo plantas al acabar la temporada y si conserva en una forma adecuada, temperatura, ph de tierra, de humedad, etc., la siguiente primavera florecerá el tulipán. Entonces, de lo que se trataba era la gente que tenían bulbos decía “oye, si esta primavera la gente ha pagado lo que ha pagado por un tulipán, imaginemos lo que va a pagar la temporada siguiente, porque cada vez está más de moda”.
Entonces, los comerciantes holandeses se empezaban a pasar, acabada la temporada, muy importante, se empezaban a pasar los bulbos. Es decir, yo tenía un bulbo por el cual, piensen que se llegó a pagar la friolera de prácticamente 50.000 euros de hoy por una flor de tulipán. Era muy difícil de valorar porque, claro, es que de un tulipán, piensen, que de un bulbo si nacía un tulipán al cabo de un año; de un tulipán, ¿qué salen? Más bulbos. Con lo cual, si yo planto un tulipán del cual salen dos o tres bulbos al cabo de un año, la compra de ese tulipán me ha dado tres tulipanes más que si los planto al cabo de un año más, puedo llegar a tener nueve tulipanes. Entonces, era muy difícil establecer el precio de un tulipán y se empezó lo que se llamó un contrato de futuros. |