El proceso de humanización del ser humano sé que para mí es el objetivo fundamental de mi vida. Todos los libros que escribo, todo lo que hago, va en esa línea porque, curiosamente, mi familia, mi padre, hablamos de la familia, mi padre que era un labrador de pueblo, humilde y sencillo, pero que los recuerdos que tengo son tan profundos yo tenía cuatro años, son castellano manchego, y en la cocina de nuestra casa dormían varios pobres. Lo que teníamos era para darlo a los demás. Yo no tengo mérito ninguno; no; porque fueron mis padres quienes me enseñaron. Creo en la familia. El todos para todos, decía mi padre.
Cuando hace unos diez años en Fuengirola me dedicaron una calle, cuando tuve el premio Paz del mundo como impulsor de valores humanos, me dijo la alcaldesa de Fuengirola que iba a poner en la calle “Bernabé Tierno, psicólogo”, y le dije, “no por favor, ponga Bernabé Tierno, que era el nombre de mi padre”; éste sí que se merecía una calle aunque nadie le conocía salvo en mi pueblo. La familia es determinante. Yo, lo que soy, lo soy por mis padres, por la gente que me educó, por mis profesores. Algo habré hecho por mí mismo, pero es fundamental cómo nos educan, cómo ese arbolito va guiando poco a poco. Cuando yo, con tres años, le decía a mi padre que tenía calor y no quería leer, me decía, “no, no te vas a acostar hasta que no leamos la página entera”.
Nunca me pegó mi padre, pero era muy firme; me enseñó a tener fuerza de voluntad, me enseñó a esforzarme, me enseñó que lo difícil es importante y que por más difícil que sean las cosas solamente uno crece si es capaz de vencer las dificultades. Esos valores de siempre, que después escribí y, por cierto, quienes me conocéis a través de cuando yo escribía en el Grupo Correo, en El Semanal, el quinto volumen de Fortalezas humanas, que es los valores humanos.
Hace 25 años, yo empecé a escribir sobre valores, y cuando veo, por ejemplo, y escucho -no hace mucho dando una conferencia a profesores en un pueblo importante en Valencia, me pregunta una profesora y me dice que los referentes de los niños, pues resulta que el referente que tenían las niñas de 10 u 11 años era ser Belén Esteban cuando llegaran a mayores, porque decía tonterías, no hablaba de nada, pero ganaba muchísimo dinero.
Estamos a la cola de todos los países europeos en educación y en éxito escolar. Mi primer libro, hace 26 años, se llamaba Del fracaso al éxito escolar. La educación en la familia, los valores de los que vamos a hablar y las fortalezas humanas son determinantes, pero es muy importante también que el entorno social, que los medios nos ayuden, porque aquello que sembramos en la mente y en el corazón de los niños tiene que también facilitarse de todos los ámbitos. Nos faltan programas educativos en los medios de comunicación, nos faltan escuelas de padres. Aunque unas cuentas personas se vayan dejando la piel, o nos dejemos la piel, tenemos que practicar “el todos para todos” porque en este mundo nada se hace solo. Y quienes trabajáis en AFAVI, en UNICEF, sabéis perfectamente lo que cuesta conseguir los objetivos, la importancia que tiene mover las conciencias y la dificultad que supone, entonces, en esta conferencia, no muy larga, breve, pero que yo voy a ir a lo esencial esta tarde.
Quiero dejaros muy claro tres cosas fundamentales. Cualquiera de las personas que estáis aquí, todos, incluido yo, somos autenticas maravillas, tenemos un tremendo poder. Mi último libro, Poderosa-mente, en el que llevo trabajando con personas, con muchas dificultades, hace tres años, yo he trabajo con más de 200 personas. Está demostrando que, ante el dolor, ante la crisis económica, cuando una persona reprograma de manera positiva su mente, es esperanza, es ilusión, es confianza; y dice “voy a por todas”, y lo hace en sinergia, unido con los demás, que es lo que hacen, UNICEF, o lo hace AFAVI; cualquier, digamos, entidad que tiene como objetivo ayudar a los demás. Si no es optimista, si no tiene ilusión, sino pone los medios, si no cree en lo que está vendiendo, no se hace absolutamente nada.
Fijaos bien, como psicólogo científico y positivo, estoy descubriendo que es posible, por ejemplo, en educación, cambiar la conducta de un niño, en sus aspectos negativos simplemente consiguiendo que ese niño, su mente potentísima, la lente de su mente potentísima, la centre sobre algo bueno de sí mismo. Estamos trabajando con niños que son bastante desordenados, no son responsables, pero, por ejemplo, son agradables, son simpáticos y son buenos compañeros, y en lugar de a esos niños recalcarle y subrayarle lo malo que son, que no son responsables, que no son ordenados, etc, ¿sabéis lo que hacemos? Decirle, "Carlos, tú eres estupendo amigo, tus compañeros te quieren, tú eres bueno y puedes mejorar en todo lo que te propongas". No le hemos criticado al niño, no le hemos subrayado las cosas negativas y, atención, atención porque esto no os lo va a decir nadie en España; no lo saben. La gente está castigando, pero no se activa internamente, no se activa su mente, ni su corazón ni sus deseos ni su voluntad para mejorar. Y, como por vasos comunicantes, a ese niño que le estamos recordando lo bueno que es en una determinada faceta, curiosamente va corrigiendo y mejorando también en lo demás.
Lo estoy aplicando al mundo, no solamente de la educación, al mundo de la empresa y pasa lo mismo, que se está aplicando en el mundo de la medicina, de la sanidad. En está breve conferencia es muy importante que la gente tome nota. ¿Por qué? Punto uno, primer poder. Somos autenticas maravillas. Segundo, somos lo que pensamos de nosotros y de los demás. Piensa bien del otro y te dará lo mejor.
Ha costado muchísimo tiempo llegar a estas conclusiones, porque el mundo, desgraciadamente, en muchos casos es muy negativo. Tendemos a la queja, al lamento, a centrarnos en lo peor. Y todo lo que se ha hecho en este mundo ha sido porque ha habido personas valientes, esforzadas, ilusionadas, entusiastas, locas. Yo también soy un loco, pero esa locura, esa locura es lo que hace posible que el mundo funcione. A lo mejor la locura consistiría y, voy a decir una barbaridad para algunos, ¿y si a lo mejor hiciéramos menos profesiones, que Dios nuestro señor sabe ya que es Dios y que es bueno, y nos dedicáramos a esa gente, a estas personas, a estos miles de niños que no tienen nada? Digo yo, pregunto, el evangelio que me enseñó mi padre. Acabo de venir de Roma, mucho beato, mucho oro, muchas cosas, ... pero he visto allí mujeres de treinta y tantos años o cuarenta en la calle tiradas y con un niño y he ido a llevarle una botellita de agua y un bocadillo. Los demás a visitar el Vaticano etc. A lo mejor, después, me despellejáis, pero me da exactamente igual. |