Entonces, la "filia" es una tradición griega; el Eros también. Bueno ya, tenemos deseo y amistad. ¿Qué más podemos pedir para que sea una relación? Falta otra cosa, y esto viene de una tradición judeocristiana, que es el ágape. El ágape es la capacidad de las personas para preocuparse por el otro, que tu dolor me duela. Unamuno, cuando estaba viejito, decía "cuando le acaricio las piernas a mi mujer ya no siento nada, pero si le duelen las piernas a mi mujer, me duelen las mías". Ese carácter transitivo del dolor, de la compasión, de que tu dolor me duele, de dejar de existir uno para no aplastar al otro, es un acto agápico.
Entonces, el ágape es una dimensión que aparece en la especie, que es muy importante. Pero si ustedes se ponen a pensar en estos tres elementos -el eros, la filia y el ágape-, o sea, el deseo, la amistad y la compasión; estos tres elementos. ¿Cuál de los tres me hace sufrir más? Porque en el ágape eres más importante tú que yo; en la amistad somos tú y yo: tú eres un sujeto, un interlocutor válido. En el eros, soy yo, el yo que se impone; entonces, el eros nos hace sufrir más. Cuando hablamos de amor no hablamos de enamoramiento, hablamos de eros, enamoramiento, filia y ágape, no es el amor perfecto. Cada uno distribuye eso en la cantidad que le da la gana. Pero uno no puede estar haciendo el amor todo el día; uno no puede estar cuidando al otro todo el día a no ser que esté enfermo.
¿Qué es lo que hace uno todo el día? Es tratar de ser amigos, es tratar de compartir los momentos más o menos simpáticos. Entonces, cuando hablamos de amor y hablamos de sufrimiento, cuando yo hable de amor, piensen en estos tres elementos, en la combinación de estos tres componentes; no piensen en el enamoramiento. Cuando escribí este libro, yo empecé a ver en mi consulta y en las investigaciones que hacíamos. Ustedes vieron que siempre se nos había dicho que hay que aceptar a la pareja como es, pero yo digo hay que aceptar a la pareja como es siempre y cuando aceptarla no implica mi autodestrucción. Si aceptar te implica que yo me tenga que autodestruir, mi yo; si me felicidad es inversamente proporcional a la tuya, es que estamos mal. Aceptar al otro como es, sí, pero hay ciertas propuestas afectivas que son realmente insoportables; hay ciertas propuestas afectivas que son difíciles de sobrellevar, que ni siquiera el aguantador más grande es capaz de hacerlo sin salir damnificado.
Entonces cuando empecé a investigar estos estilos afectivos, me encuentro que hay unas maneras de amar que generan en las personas problemas psicológicos, que afectan a la dignidad personal, que alteran la convivencia. Lo sorprendente es que en estos casos, en su caso extremo, se llaman trastornos de la personalidad y ocupan cada uno de los trastornos un 2% de la población, entre el 1 y el 3%, dependiendo de las culturas. Si ustedes toman el manual estadístico de trastornos mentales, el DSM-IV -ahora va a salir el V-, ustedes encuentran que hay unos 10 trastornos de la personalidad; pero si toman otros teóricos hay 12, 15. De todas maneras, decimos que hay un 20% de la población que tiene estos estilos de amar, y muchas de estas personas no están en el hospital mental, porque están personas no están locas, sino que tienen un estilo de amar muy disfuncional y al hacer una propuesta afectiva que cuando ustedes se involucran es como una telaraña que los absorbe y uno no se da cuenta y después termina enredadísimo. Pero si estamos diciendo un 20%, estamos diciendo que es mucha gente. En una población de cinco millones de habitantes, sería un millón de habitantes. Voy a explicarlo así. Algunos de estos estilos directamente, bueno, todos afectan al otro como persona. Son altamente peligrosos por eso, porque la persona parece que empezara a desaparecer.
Algunos afectan directamente al otro a través de la indiferencia y ahí voy a citar tres estilos, tres niveles de indiferencia. El más suavecito, lo que yo llamo el estilo narcisista, es decir, el amor egoísta. Las personas narcisistas piensan que son especiales, que tienen un ego enorme. Entonces piensan que los demás están para servirle. Ellos están absolutamente convencidos de que el mundo está a su alrededor y que ellos son el centro del universo porque son más valiosos que los demás. Son egocéntricos, no son capaces de centrarse y ponerse en el punto de vista del otro. El narcisista lo que hace es menospreciar a la pareja; la menosprecia, dice "tú vales menos que yo, y tú eres una afortunada", porque hay más hombres narcisistas que mujeres -cuando sean más mujeres voy usar otro-, y además las mujeres narcisistas están subiendo en promedio, no se sabe por qué. "Qué afortunada eres que yo sea tu pareja, mis necesidades son más importantes que las tuyas, yo necesito que tú me colabores en mi imagen; tú estás para agrandar mi ego". |