¿Por qué? Porque uno entiende que todo está a su disposición. Porque este tipo de niños al que no se le ha dicho que no, entiende que todo el mundo tiene que hacer lo que a él le plazca, en el momento que a él le plazca. Porque a él no le dice que no nadie; porque si no se lo han dicho su padre y su madre cuando debían ¿quién se lo va a decir ahora? Y así te lo cuentan, sentados en la mesa, que me lo cuentan a mí así. "A mí tú no me vas a decir que no". Digo y yo pienso. Pues tienes toda la razón, porque si no te lo han dicho hasta ahora lo tengo complicado, o sea que ¡ojo!, ¡ojo con esta edad y con no decir que no y con no utilizar los límites!
¿Qué es lo perjudicial en los límites? ¿Qué es lo realmente perjudicial? Pues, mira, iros con estas tres ideas. ¿Qué es lo que no podéis hacer? Poner muchos, reglar mucho la situación en casa; no poner ninguno, como hemos estado viendo, y no ser flexible con las característica de nuestro hijo, a la hora de los límites, ir cambiándolos en función de las características. Por ejemplo, dentro de nada vamos a empezar a tener media jornada de cole y empiezan las vacaciones. Ahí uno puede flexibilizar, claro, que flexibiliza el horario de acostada, que flexibiliza incluso el horario de la cena. Entonces ahí, ¿qué estamos haciendo? Estamos cambiando el criterio de las normas. Luego, en septiembre, es una locura, porque, claro, como hemos flexibilizado... eso los niños lo entienden fatal. Es muy bueno porque tiene que entender la flexibilidad, pero es muy complicado. En septiembre dan quince días que dice uno "¡por favor que empiece ya el colegio por la tarde, que vayan a su horario!" Y es eso, en el momento que tienen su horario ellos van pin, pan, como maquinitas. Lo entienden, pero hay que flexibilizar, y hay que entender que a veces el horario cambia como cambian los límites.
Cuando un niño se siente seguro y se siente protegido cuando tiene límites. Por eso es importante que los tenga, porque si no, él se siente más fuerte y si se siente más fuerte que sus padres, imaginaros cómo se va a sentir de cara al resto, va a entender que el resto tiene que estar a su disposición como os decía antes. En cada casa tiene que haber límites y los hijos tienen que conocerlos. Muchísimas veces yo he preguntado ¿tu le has contado a tus hijo las normas que hay en casa? No, yo no, yo ¿para qué? Si sólo tienen que cumplirlas, digo, hombre, por lo llevas pero marcha atrás total. Porque tú, imagínate, si no sabe lo que tiene que hacer porque tú no se lo has explicado ¿cómo lo va a hacer? "Pues lo normal, a ver en mi casa toda la vida se ha recogido". "Ya, pero a ti te lo han explicado seguro y tú a tu hijo no les has explicado dónde tiene que poner las cosas ni en que momento". Y eso lo tiene que saber; tiene que saber también si lo hace y si no lo hace, pero que no se nos olvide la parte de si lo hace, es decir, qué premio va a tener y por premio no entiendo el último cartucho de la Nintendo de los Pokemon, no. Por premio entiendo voy a jugar con él más tiempo, vamos a leer un libro juntos, le voy a dar más paga, si tiene edad ya de paga. Pero el mejor reforzador es la atención, es decir, la alabanza, es decir "hijo mío, ¡como me gusta cuando haces esto y esto es muy concreto; esto es, ponerte los zapatos". Y os aseguro que al día siguiente se los vuelven a poner.
Cuando ya les hemos contado qué es lo que ocurre según hagan o no hagan, que les estamos enseñando, como decíamos al principio, qué es lo adecuado y qué es lo inadecuado, también les estamos dando referencias para que el niño sepa qué tiene o que no tiene que hacer en cualquier circunstancia. Porque luego este comportamiento, como decía Ignacio también al principio, lo va a generalizar fuera y va a llegar al cole y va a hacer lo que haya visto en casa y si en casa le han enseñado a que uno se organiza con normas y así funciona mucho y es mucho mejor para todos, va a entender las normas del cole y, si no. |