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¿Qué le estamos enseñando? Bueno, pues si nosotros nos hemos sentado diez minutos, que para eso también os digo es muy bueno que tengan un buen hábito de sueño, porque así uno, a las nueve los tiene en la cama y se puede dedicar a la pareja, o a lo que le de la gana. Pero tiene tiempo, con lo cual es muy bueno trabajar el hábito del sueño, aparte de otras muchas cosas para tener tiempo al final del día. Y se sienta y dice, oye, mira, que es que está poniendo mucho los pies en el sofá, ¿qué hacemos? Y decidimos consecuencias y le decimos a nuestro hijo, "cuando tú pongas los pies en el sofá, lo que va a ocurrir es esto...", nuestro hijo se lo va a saltar, seguro, pero papá y mamá vamos a responder de la misma manera; cada uno en su estilo, sí, pero de la misma manera. Entonces, nos ahorramos primero el conflicto doméstico y segundo que nuestro hijo intente hacer unas cosas con mamá y otras con papá. Como veis, al final tiene que ver con el tiempo y con la prisa, pero merece la pena, de verdad, poner estas normas. En el despacho, muchas veces, cuando se trabaja esto y los dos padre y madre se van con esta idea clara y son consistentes, obtienen lo que quieren, que es ahorrarse conflictos domésticos y vivir con más tranquilidad todo lo que tiene que ver con la educación de sus hijos. Bien, pues estas son las dificultades que nos encontramos.
Dentro de esto, como ya habéis oído cien mil veces en los medios, está la incorporación de la mujer al trabajo. La importancia que esto ha tenido, pero yo prefiero hablaros de los sentimientos que ha generado eso en los padres a la hora de educar, y hay uno que a mí me causa mucha impresión. Yo trabajo mucho con 0-6 años, 0-8. Entonces, resulta que llega un padre y con todo este maremagno de cosas te dice: "mira, yo no puedo; no sé qué hacer con mi hijo; es así; y no sé qué puedo hacer con mi hijo, no puedo con él" Y yo lo que hago es pegar un puñetazo en la mesa. No se puede decir con un niño de esa edad que tú no puedes con él, porque cuando tenga 18 ¿qué vamos a hacer? Nos tiramos por la ventana, nosotros claro porque el niño ya está crecidito. No se puede decir eso. Esto de lo que estamos hablando no nos puede generar miedo a la hora de educar, nos podemos equivocar, pero hay que hacerlo hay que frustrarle, hay que decirle que no y, además, si lo hacemos ahora, que es lo que os decía al principio, de aprender a aprender nos vamos a ahorrar muchísimo en la adolescencia, porque estamos sentando las bases para que nuestro hijo sea feliz. Entonces, no podemos decir ya, nunca más; de verdad, nunca, nunca más; que con un niño de tres años no podemos.
Lo que vamos a ver es qué vamos hacer. Y como vamos a ver, hay tres bases importantes. Y lo que hay que hacer es dotar al niño de las herramientas necesarias para que se sienta de tres maneras que es seguro, protegido y querido. Y esa es la idea principal que nos vamos a llevar hoy. Porque cuando yo pregunto en el despacho ¿qué objetivo tienes tú al venir aquí con los padres? ¿Qué es lo que tu quieres conseguir? La respuesta es yo quiero que mi hijo sea feliz, y hasta ahí todos estamos de acuerdo ¿cuál es el problema? ¿qué es que tu hijo sea feliz? Vamos a definir cómo hacemos que tu hijo sea feliz. Y entonces, me decís muchas veces, que no sufra, y entonces ya le hemos liado porque que no sufra es que no llore, que no se quede sin nada, que yo le doy todo, que ya cuando sea mayor ya sufrirá.
Y eso no es verdad; no es verdad porque para que uno se ría, tiene que saber lo que es llorar. Porque para conseguir las cosas y valorarlas, tiene que suponer un esfuerzo conseguirlas. Si no, nuestros hijos no van a tener éxito el día de mañana y eso lo tenemos que tener muy claro y, entonces, yo les digo "vamos a hacer otras cosas a tu hijo para que esté feliz; vas hacer que esté protegido a través de los límites y las normas y vas a conseguir que se sienta seguro a través de los hábitos y las rutinas; y vas conseguir que se sienta querido dándole tiempo de calidad". Y con estas tres cosas vamos a aumentar las probabilidades de que tu hijo sea feliz y en educación siempre hablamos de probabilidades porque cada niño es un mundo, cada familia es un mundo y, cada adulto, es un mundo, y eso también hay que tenerlo en cuenta.
Y os decía que vamos a ir de lo más general a lo más concreto. Hemos hablado de las circunstancias sociales, hemos hablado de que, sobre todo, hay que adaptar, hay que educar a nuestro hijo en la situación que tenemos, en la realidad que hay. Porque esa es en la que va a vivir, y hay que dotarlo de herramientas para que lo consiga. Y ahí estamos nosotros para poner límites para controlar rabietas, para decir que no, para decirle lo que hace bien, para premiarle las conductas adecuadas, para lo positivo también. Y entonces ahí volvemos a un concepto que está entre medias de lo más concreto y lo más abstracto y es la conducta. |