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Yo os decía "fijaros que es mucho más sencillo de lo que parece, porque quiero que os vayáis con la idea de que la mayoría de las cosas las hacéis bien, pero está bien que nos reunamos y evaluar lo que cada uno tiene que modificar". Si una madre o un padre le canta una nana a un bebé, está haciendo que estas neuronas que son las que se mueven y son la que producen este desarrollo y este potencial se tengan que conectar y van creando nuevas redes y eso son las ventanas. Y, entonces, el bebé empieza a distinguir los tonos y a saber cuándo mamá está enfadada y cuándo no, y cuándo es un tono dulce y a tener contacto físico y todo eso hace que se vaya estimulando. Luego veis que lo que los investigadores nos cuentan no es tan difícil de traducir en el día a día, con que hay que quedarse esto, con que tenemos ahí una parte muy importante que es enseñar a nuestro hijo a aprender, porque si aprenden a aprender en esta edad lo pueden aprender todo, pero si no aprenden a aprender en esta edad les va a ser mucho más difícil con el tiempo.
Luego hay cambios sociales en los que yo ya no me meto mucho porque continuamente los vemos en la televisión. A mí me gusta más traducir qué está produciendo esos cambios sociales. Yo trabajo aparte de la tele, yo siempre he trabajado como psicóloga, o bien en formación o bien en terapia y en el despacho vemos prácticamente cuatro puntos importantes que están influyendo. Todos estos cambios de los que hablábamos: es distinto o no es distinto, es mejor o es peor. Se traduce para mí en emociones a la hora de educar. Por un lado esta el miedo, el miedo a hacerlo mal del que ya hemos hablado. Hay que equivocarse y no pasa nada. Por otro lado, hay una falta de tiempo que es real, y que hay que contar con ella. Pero lo que no nos pueda generar es un sentimiento de culpa que nos lleve a ser tan permisivos como muchas veces estamos siendo, o "bueno, mira, como total yo le veo media horita a la hora de la cena, pues ya que le den las verduras o los trozos en la escuela infantil y yo lo que hago es que le meto un puré rápido y le mando para la cama.
Entonces, ¿qué ocurre con eso? Si mi hijo no aprende a masticar y eso hay muchísimo ahora mismo, no habla bien, y si habla bien no va al logopeda, luego va a ser muchísimo mejor darle los trozos y te ahorras la logopedia posterior, pero, bueno eso hay que saberlo también y hay que entenderlo dentro del contexto. Luego, por otro lado también, si nosotros le damos siempre lo que pide, no le frustramos, y si no le frustramos tenemos muchas posibilidades de que luego desarrolle comportamientos agresivos, a veces incluso para nosotros. Ahí están los padres que dicen, "no, si yo le ha dado todo no lo entiendo". Pues, mira, ahí está. Por haberle dado todo, si te hubieras quedado corto, hubiera sido otra cosa. Entonces, que esa falta de tiempo no puede generar sentimiento de culpa en ese sentido. Hay tensión, hay estrés y hay ansiedad, pero la hay en nuestras vidas lo que no nos damos cuenta es que si la transmitimos a los niños de forma que les marcamos un ritmo hiperactivo desde que se levantan.
Y uno de los grandes problemas en las casas es: "Rocío, cómo le enseño a desayunar, si a las 9 tiene que estar en el colegio y a menos cinco todavía no se ha vestido". Yo le digo, bueno, que está el fin de semana. Todo no hay que hacerlo entre semana ¿Verdad? Pero sí que es verdad que si os dais cuenta, desde que nos levantamos, a este niño que no tiene hábito para desayunar, o sea, para vestirse, ordenar y desayunar, le estamos diciendo, "venga, venga, venga, venga, venga, venga desayuna; corre, péinate". "Espérate al fin de semana, pero hazlo; porque si tú generas un hábito, no vas acabar gritando, venga, que ya estamos otra vez, que no has llegado", que eso sí es importante para que tu hijo no sienta esa ansiedad, no le transmitas ese estrés o ese ritmo. Porque hay una cosa fundamental y es que los niños no tienen el sentido del tiempo que tenemos nosotros. A un niño si le dices, te vas a tirar pensando ahí en el rincón tres minutos, se le hacen eternos; pero si tiene cinco para jugar quiere quince, y se le han pasado volando. ¡Ojo, que ellos no tienen el sentido del tiempo que tenemos nosotros!
Y luego hay un cuarto punto, que son los conflictos domésticos y que tiene que ver con la falta de tiempo. Muchísimas veces, cuando uno viene al despacho y se sienta y habla conmigo y tenemos que poner normas, me reconocen que es que en casa no se habían sentado a ver qué hacemos. Y cuando hablamos de normas y de límites, que hablaremos un poquito más adelante, estamos hablando de qué hacemos cuando el niño pone los pies en el sofá, porque resulta que si viene mamá le dice que vaya a por el trapo de la cocina para limpiar lo que ha manchado; pero si está papá, le dice, "anda, hijo, baja ya que viene luego tu madre, te echa la bronca"; y entonces, la madre que lo oye, me da igual en un caso o en otro porque en cada casa se invierten los papeles muchas veces, "bueno, yo todo el día detrás del niño que estoy y acabamos en..., es que tú, es que yo..., es que en tu casa..., es que en la mía... Y lo que acabamos es que el niño está encantando de la vida, porque sabe que el próximo día con papá puede poner las zapatillas encima del sofá y que con mamá mejor, no, que tiene que limpiar. |