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Arturo Pérez-Reverte: Bueno, no todas mis novelas tocan temas bélicos. Lo que pasa es que, primero, yo he pasado 21 años en países en guerra. Dicho aquí suena raro, pero la guerra forma parte de mi vida. Es decir, yo todavía me muevo por reflejos profesionales; es decir, hay sol y sombra, hay frío y viento, y me muevo igual que me movía en Sarajevo. Busco en lo bueno y en lo malo. Y, bueno, todavía tengo reflejos, actitudes y mecanismos personales que tienen que ver con esa vida que tuve durante tanto tiempo. Y hay días que todavía me despierto o sueño en aquellos sitios. Que, bueno, eso es algo que está muy presente en mi vida. Pero, aparte de eso que es concreto y es específico, no es la guerra, es la historia. Pero es que la historia está vinculada a la guerra, es que la historia antes se hacían con guerras -también ahora se hacen con guerras-, lo que pasa es que ahora nos negamos a aceptarlo, ahora la guerra es políticamente incorrecta, con lo cual procuramos la palabra guerra: no utilizarla. Pero la historia se ha hecho con guerras siempre, con conflictos armados entre naciones, entre países y entre gentes. Nos hemos unido y desunido. Con guerras y con matanzas. Y, bueno, hay que asumirlo como tal y, sobre todo, además, un país tan complejo como España solamente se explica con su historia. Entonces, bueno, recorriendo esa historia me entiendo mejor a mí mismo. Entiendo mejor el lugar en el que estoy. Aparte, es muy interesante poder mirar esta España a la luz de aquella España. O sea, no entiendo cómo la gente que puede hacerlo no lo hace, cómo hay gente capaz de privarse de ese placer y de ese enriquecimiento personal: mirar cada piedra, cada nombre de calle, cada monumento, cada paisaje a la luz de todo lo que ocurrió ahí. De todo tuvo lugar en torno a eso: calle Paco Martínez, ¿quién fue Martínez?, y aquí fue la batalla de tal ¿y por qué fue la batalla?, ¿y por qué hubo 7.000 muertos? El Dos de mayo yo iba por la calle de Madrid con varios mapas, de ahora y de antes, y decía "a ver, calle Toledo, está en cuesta". Ahora, claro, entiendo por qué murieron tantos. Tenían que huir cuesta arriba con los caballos detrás. Entonces, claro me paraba allí y me quedaba estremecido: "claro es que corrían, corrían cuesta arriba para los caballos detrás por eso les pillada o por qué en la esquina tal murieron 7 tíos; voy y un callejón sin salida; claro los acorralaron. Es conmovedor. Vas viendo lo que ocurrió y gracias a los libros que te permiten entenderlo y eso vale para ir a Waterloo, para ir a Roma, o a la Muralla de China. Los libros es algo que nos permiten comprender y amueblamos lugares con ellos. Es maravilloso. ¿Cómo se puede ser tan gilipollas de no hacer eso que, además, es tan barato? Porque basta la imaginación y basta un libro. Para mí escribir es también lo mismo; escribir es amueblarme el mundo actual. Cuando escribo Alatriste me entiendo a mí, entiendo la España actual, entiendo por qué la Inquisición , los curas, por qué somos como somos. Cuando leo a Jovellanos, cuando leo a Vigilio, entiendo lo que pasó. Y escribir es una forma de hacer más intenso, obligarme. Durante dos años estoy obligado a aprenderlo todo sobre aquello en lo que estoy trabajando. Entonces, claro, salgo de eso vitaminado de una forma maravillosa. Digo "a ver, la siguiente". Es una felicidad, es una forma estupenda de vivir. ¡Soy un privilegiado!
Almudena Cacho: Señoras y caballeros pues, Un día de cólera, Arturo Pérez-Reverte. |