Almudena Cacho: Pero era un poder, efectivamente, de parte; no era esa idea que anima a los intelectuales de estar con aquello que podría traer la luz a la oscuridad.
Arturo Pérez-Reverte: No, no; todo lo contrario. Era porque Napoleón garantiza el orden público, el culto, la estabilidad. La Iglesia quería eso; a mi quién me garantiza es esto y el Rey mejor. Pero ya que no está el Rey, viene otro Rey; bueno, pues el que sea. Sobre todo, ten en cuenta que la Revolución Francesa había ocurrido hacía nada. Tenían verdadero terror. Por eso la gente no salió; por eso cuando la gente salió a la calle a luchar, las clases bajas, como te digo, las clases altas, se quedaron en sus casa, porque esto es el mismo vulgo que ha hecho una revolución francesa. "¡Ojo, a ver cómo termina esto!" Hay un ejemplo clarísimo, que es el de Antonio Alcalá Galiano, que luego fue liberal de Cádiz, constitucionalista, hijo del que murió en Trafalgar, de Dioniosio Alcalá Galiano, que él cuenta en sus memorias; que tenía 17 años, salió a la calle a luchar; tenía una novia y quería hacer algo heroico esa jornada; se junta con un grupo que era todo gente del pueblo y dice "¿qué hago yo con esta gente?" y se fue a su casa y dijo "estos no son los míos" y estuvo buscando y no vio a nadie de su clase para luchar. E eso es muy significativo. Entonces, en el Dos de mayo luchó la gente que luchó y los dos desconfiaban de ello. Era demasiado puro, demasiado vulgo, demasiado "ciego y necio vulgo" y eso fue lo que hizo que se quedaran solos.
Almudena Cacho: Y luego, además, los intelectuales de la época, los ilustrados sabían bien quién era el ejército francés, pero no parecían saberlo los que salieron a la calle en Madrid.
Arturo Pérez-Reverte: Es que creían, por eso digo, que no fue un impulso racional, pensaban que saliendo a la calle a matar franceses toda España se iba a sublevar y los iban todos a acompañar y se equivocaron.
Almudena Cacho: Eso es muy español.
Arturo Pérez-Reverte: Muy español: la Intifada esa de navaja y.
Almudena Cacho: Es muy cinematográfico también las descripciones de algunos de los acontecimientos en los que cae gente. A mí me impresionó mucho leer, yo creo que eso fue en Monte León, cómo le alcanza la cadera una bala francesa a uno de los combatientes franceses y se oye el chasquido de la cadera.
Arturo Pérez-Reverte: Bueno es que las balas cuando te pegan hacen ruido.
Almudena Cacho: Y también el chas, chas de las navajas.
Arturo Pérez-Reverte: En los combates hay muchos ruidos y yo, quizá, por la costumbre profesional los asocio con, por ejemplo, tú cuando oyes un tiro, un herido, tú no oyes el tiro que le pega. Si tú estas con un tipo al que hieren, tú no oyes el tiro, como en las películas; hay algo que tu oyes, chack y hay un chasquido y ese tío se cae al suelo; la bala ha sonado lejos, o la oyes lejos o apagada; lo que oyes es el crujido del hueso al romperse, o el chasquido de la bala al pegar en la carne y el gemido, o el tipo que normalmente se desmaya en el cuerpo. Eso que lo he visto, entonces, lo traslado ahí. Por eso tiene ese aspecto, digamos, realista; bueno, porque no me lo han contado, eso no se puede contar.
Almudena Cacho: Hablamos de los españoles de Madrid pero y ¿los franceses que estaban en Madrid cómo reprimieron la revuelta?
Arturo Pérez-Reverte: Con mucha crueldad. Ten en cuenta que los españoles éramos unas malas bestias, éramos despreciables. Ahí nos subestimaron, claro. Pero los franceses, para ellos el español era un animal al que había que exterminar ese día. Y salieron a exterminar y, de hecho, las ejecuciones fueron crudelísimas. Además, Murat era una mala bestia, era una bestia cuartelera. Generales de Napoleón que eran tipos inteligentes, mira Bernadotte, que al final terminó siendo rey de Suecia. Pero este era un animal de bellota y este tío hizo una represión brutal: dijo "esto lo paro yo con dos mosquetazos"; y ya ves, la guerra que tuvo a la que dio lugar.
Almudena Cacho: ¿Qué atracción tiene para ti este tipo de relatos, este tipo de episodios bélicos que enmarcaron de tu vida profesional? No estaba tomando distancia, es la costumbre. De tu vida profesional, ahora como escritor también. |