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Cuando llegó allí pensó si tenía que volver o no tenía que volver al lugar donde había sido invitado, y pensó que sí, que tenía que volver. Así que se enjuagó un poco la cara, y fue hasta su cuarto, abrió el ropero, y del ropero sacó una capa, una capa preciosa bordada en hilos de oro y de plata que le había regalado justamente el dueño de la casa donde estaba invitado. Así que sobre su propia ropa mugrienta se puso la capa y se subió al carruaje y otra vez fue hacia la casa donde había sido invitado. Esta vez llegó sin problemas, golpeó la puerta. El mismo mayordomo pulcro, igual que antes, abrió la puerta, y cuando vio al hombre con esa capa se dio cuenta de que era el invitado que faltaba y dijo, "¡ah! Excelencia, lo están esperando; pase por acá". Y el sacerdote pasó. Vino el dueño de la casa y dijo "¡oh! Excelencia, lo estamos esperando; ¿algún problema?" "No, no, ningún problema", dijo el sacerdote. "Están todos sentados en la mesa; si quiere podemos pasar, la comida está casi lista". "Sí, claro". Entonces, y todo el mundo se puso de pie cuando entro el sumo sacerdote y el dueño de la casa le ofreció el sillón de su derecha como correspondía al invitado especial y todo el mundo esperó que él se sentara para sentarse; y cuando él se sentó, todo el mundo se sentó y el dueño de casa le dijo "podemos pedir el primer plato". "Sí", dijo el sacerdote.
Entonces trajeron el primer plato que era una especie de cocido con patatas y con carne y con tomate. Y entonces, todo el mundo hizo silencio, nadie iba a empezar a comer antes de que el sacerdote empezara; y el sacerdote, en lugar de empezar a comer, alargó la mano, agarró la punta de la capa que tenía puesta y empezó a mojar la capa en la comida. La gente miraba, no entendía qué pasaba, se hizo un silencio terrible. El sacerdote dijo "¿qué pasa, mi amor?, mira qué linda la papita, mira el tomatito, mira la carnecita, ¡qué rica!, ¿No te gusta la comidita que te han hecho?" Todo el mundo pensó que el sacerdote se volvió loco. El dueño de casa se animó a preguntar; dice "¿qué pasa? ¿Hay algún problema?" "No, ya le dije que problema no hay ninguno, pero esta invitación a cenar no es para mí; es para la capa; porque cuando yo vine sin ella, hace un rato, me sacaron a patadas y me echaron con los perros".
Y cuanto esta historia porque a mí me parece, con disculpas de los que no les guste mi idea, que todo currículo que cada uno tenga, que todo lo que cada uno tiene en su apellido, en el banco, en la casa donde vive, el auto en el que viaja, la ropa que usa, el renombre y el prestigio del que goza es un disfraz; y que somos básicamente mucho más que el disfraz que llevamos; que no es que no sea importante todo esto que hemos conseguido y nos hemos ganado; sólo que a la hora de la verdad es más importante lo que somos esencialmente. Y en este caso, y en este ejemplo de hoy es más claro que nunca. ¿De qué serviría que yo muestre los títulos que tenga y que deje que Enrique diga lo que quería decir y que alguno "¡oh, vendió!, ¡oh, premiaron!, ¡oh, tiene el título!, ¡oh, es médico!, ¿de qué serviría esto si todo lo que digo hoy no sirve a nadie?" Y, por otra parte, si lo que digo no sirve a nadie, qué importancia tiene, si soy médico, analfabeto, premio Nobel; ¿qué importancia tiene?
Cada uno de vosotros es quien es, y es quien es en esencia; y esto quizás sea lo más importante para empezar a hablar. Porque si hablamos del libro que hoy presentamos, este libro que se llama Las tres preguntas , de estas preguntas que acompañan a la humanidad desde hace miles y miles de años. Estas tres preguntas empiezan por la primera; y la primera es ¿quién soy?, la segunda es ¿dónde voy? y la tercera es ¿con quién? ¿Quién soy, dónde voy y con quién? Preguntas que no son nuevas y que cada uno de nosotros se ha hecho alguna vez en este contexto o en otro, casi yo diría con estas palabras o cualquier otras palabras. Todos nos hemos preguntado, quizá más de una vez, ¿quién soy verdaderamente?, ¿dónde estoy yendo?, ¿cuál es el rumbo que sigue mi vida?, ¿quién es quien me acompaña? En todo caso, estas preguntas no son nuevas, y quizás los contenidos de este libro tampoco lo sean. Muchos de estos contenidos han sido volcados en mí en estos 16 libros que yo escribí antes que este y seguramente y, especialmente, en algunos de los caminos que escribí hace 10 años. Pero hoy estas ideas que aprendí de algunos maestros, muchos maestros y de algunos discípulos, muchos discípulos y de algunos lectores, muchos lectores que me enseñaron lo que yo aprendí en estos 10 años, vinieron ahora convocadas estas ideas para contestar a estas tres preguntas. |