Yo voy a enunciarles 78 retos -podían ser más, podían ser menos-; 78 retos, que me parecen importantes, de la educación, y les voy a señalar al mismo tiempo los dilemas, las dificultades y las oposiciones con las que nos encontramos en esta sociedad, en este momento actual -que para nada me parece que sea peor que otros momentos-, y desde un posicionamiento que yo entenderé correcto. Formularé preguntas. Tienen que ser estos 50 minutos absolutamente interactivos, porque mis preguntas o mis valoraciones ustedes tienen que plantear si es así o no. Pido disculpas de antemano por mi incapacidad para amparar un tema tan basto y tan trascendente, para mi y creo que para todos, que es el de la educación.
Estamos siempre pegados a la noticia. Hoy la noticia en España es que 20 menores han golpeado, han ridiculizado a una mujer en Medina del Campo. Los que trabajamos en la Fiscalía de Menores sabemos que trabajar en la Justicia es poner tiritas cuando te están golpeando, pero que la verdadera prevención, la verdadera herramienta es la educación y ese será el tema central. Voy a hacer el planteamiento desde el yo. Piensen ustedes que son ustedes a los que me dirijo. El yo y desde el yo, piensen también en una figura muy próxima que son los padres y, desde ahí, cómo podemos mejorar la educación de nuestros hijos, de nuestro alumnos.
Empiezo el enunciado. Yo creo que el primer reto que tenemos para educar es pararse a pensar. Pararse a pensar: que sería ver el golpeo catódico de imágenes y de sucesos. Ciertamente, además, si ponen ustedes la televisión, mañana a mediodía, verán que se inician con tres noticias negativas -cualquier cadena-, porque es la orden que tienen. Lo que engancha son lo sucesos, y posiblemente negativos, y es verdad que cualquier periódico hoy en día, cada vez, si se fijan, amplían más las páginas de sucesos y de contactos. No sé si es todo un síntoma, pero es la realidad. Yo creo que, en ese sentido, tenemos que escuchar desde el silencio y hacernos algunas preguntas; quién soy, quién quiero ser, y qué quiero transmitir. Esto sería la primera pregunta.
Para la segunda sería reflexionar y sentir, y en ese reflexionar y sentir una huida de los tópicos, de las frases hechas, de los lugares comunes. Debiéramos preguntar y contestarnos, cómo me educaron. Yo tengo aquí la suerte de que hoy me acompañan mi hija, mi mujer, mi madre. Cómo me educaron, porque eso influye en cómo yo voy a educar. De qué adolezco y qué me caracteriza.
Un tercer punto sería mirar en los ojos de los otros, porque tendríamos que arrumbar la subjetividad. Todos creemos, por cierto, en esto de la educación. Hombre, yo adolezco de muchas cosas en la educación que recibí, pero creo que lo haré mejor. No deja de ser una potencialidad extraña, pero creo que tendríamos que -desde la ingenuidad- plantearnos cómo me perciben, qué les aporto yo y en qué les defraudo.
Un cuarto punto sería escribir negro sobre blanco. Escribir negro sobre blanco, más allá de los denominados expertos. Es verdad que yo tengo la suerte de dirigir un programa en Radio Exterior de España que se llama Niños del mundo. A mí me resulta muy atractivo preguntar a los niños de 11 años "cómo crees tú que tratan tus padres a tus abuelos" -y quiero la repuesta de ellos-, o a un chico de 17 años de Madrid, decirle por qué no te vas a poner un preservativo hoy. Y te dan una respuesta. Otra cosa es que te convencen, pero la tienen. Quiero decir que no siempre tenemos que estar "los expertos".
Bueno en este escribir negro sobre blanco con capacidad crítica, yo creo que también nos tendríamos que dar respuesta a cuáles son nuestros miedos, en qué me proyecto, y en qué a estas alturas ya fracasé, una vez que nos vayamos dando esa respuesta a título individual pasaríamos a dialogar con quien convivo. |