|
Ese fue mi encuentro con Sonia Gandhi. Le dije que traduciría el libro y se lo mandaría. El libro acaba de salir aquí hace 10 días; yo espero que en el futuro cuando esté traducido lo lea y le guste. Desde luego, ella sale bien parada, pero no sale bien parada por amistad personal, porque no la hay, ni por nada que ella haya hecho para salir bien parada; sale bien parada porque yo creo que se lo merece, después de haber estudiado su trayectoria, entendido el sentido de su sacrificio y entendido a lo que ha llegado y, sobre todo, lo que ha hecho por la India, por una sexta parte de la humanidad, que ha sido parar la deriva nacionalista y fundamentalista religiosa que estaba llevando al país hacia el abismo y restituir los valores de la familia, que son los valores de Nehru; que básicamente son, estado de derecho, todos iguales ante la ley, no vale refugiarse detrás de tu etnia o detrás de tu religión, para hacer lo que te salga en gana; y laicismo, aconfesionalidad; aquí todas las religiones son iguales porque el partido opositor tiraba de la manta para su lado cuestionando estos valores, que eran los valores de la independencia y queriendo hacer de la India un país espejo de Pakistán; "si Pakistán es una nación islámica, nosotros, en la India tenemos que hacer una nación hindú, donde las demás religiones estén supeditadas a la religión mayoritaria". Entre estas dos tendencias, la tendencia que en los 90 ganaba peso era esta última, y era Sonia y su incursión en política lo que consiguió darle la vuelta a la tortilla. Y eso es importantísimo. El calibre y la dimensión de lo que hizo, todavía, claro, la historia estaba por escribirse. Pues por eso me enamoré de este tema, porque es lo que cuento en El sari rojo, todo lo que ha supuesto el trayecto absolutamente admirable, dramático y terrible de esta mujer, esto es El sari rojo. |