El otro error de Napoleón. ¿Por qué? Porque él siempre había defendido en sus teorías militares que el arte de la guerra es un arte que consiste en tener superioridad sobre el enemigo, en el momento y en el espacio oportunos. Desde que interviene en la península, rarísimamente consigue tener superioridad sobre el enemigo, ni en el momento ni en el espacio oportuno.
El siguiente error de Napoleón. Tenía la idea de que un ejército debía mantenerse sobre el terreno, pero, además, debía mantenerse sobre el terreno no sólo en cuanto alimentos, vestuario, etc., sino en cuanto a todos los costes, con lo que la guerra en España debían de salirle gratis. Pues, no. En España no había manera de mantener esa guerra, empezando por alimentos, empezando por vestuario y acabando por el pago de otros costes de la guerra. El tesoro francés tuvo que invertir en España más de 300 millones de francos de la época, que es una suma muy notable. Otro error importante en un país que ya empezaba a tener gravísimos problemas para financiar la guerra en Europa.
Napoleón, pues, cometió una serie de errores. La ayuda inglesa resultó, yo me atrevería a decir que definitiva y, de esa manera, las derrotas españolas pudieron dar siempre pie a una reorganización de las fuerzas, a una reconstrucción y a una nueva batalla y a otra, y a otra, y al final, a una victoria.
¿Qué significó la guerra? Bueno, en el terreno económico significó un fuerte desastre para España, que sufre seis años de destrucciones. Pero hay que reducirlo a las dimensiones reales y no hacer literatura emocional en este terreno. ¿Qué se podía destruir? Lo que había. Lo que no se puede destruir es lo que no hay. ¿Qué se destruye en la España de 1808 y 1814? Algunos de los elementos claves en las comunicaciones. Por ejemplo, los puentes de los grandes ríos: el Duero, el Tajo, alguno del Ebro y otros menores. Y esto tiene un impacto importante, porque desarticula la comunicación, no sólo durante la guerra, sino durante tiempo después. En el Tajo, entre Toledo y la frontera, tan sólo había cinco puentes, y de ellos, no siendo el puente del Arzobispo, los demás, por ejemplo el puente de Almaraz etc., fueron destruidos varias veces. Del propio puente de Alcántara se vuela uno de los ojos. En fin, es uno de los efectos importantes: la desarticulación de las comunicaciones.
Dos, la destrucción de una parte del tejido protoindustrial -eufemísticamente hablando-, más bien artesanal de España. Aquello de que los ingleses aprovecharon para arrasar la industria española, pues eso no forma parte más que de la literatura emocional. Eso no tiene ninguna base. ¿Es que éramos una potencia industrial en 1808?, ¿dónde había una estructural industrial importante? Los pocos telares que había, y no mucho más. Claro es que las tropas de Napoleón y de Wellington, cuando entran en agosto del año doce en Madrid volaron la fábrica de La China , de la loza, La China del Retiro. Voló por casualidad, porque allí tenían el polvorín siempre los franceses, que acampaban en el Retiro, que entonces era el "retiro" no el centro de Madrid. En aquella fábrica funcionaba, para servir a los sitios reales, a unos precios absolutamente prohibitivos y nada competitivos. Luego, si eso fue destruir la estructura industrial española, pues mire usted, más bien, no. Pero, claro, con todo, ese entramado de industria textil o protoindustria textil sufrió las mayores consecuencias.
¿Qué más? Hombre, la desaparición prácticamente de la cabaña ganadera. Pero es que eso, además, en muy poco tiempo. La alimentación de los ejércitos en conflicto, más la disminución durante un tiempo, no demasiado, pero con efectos inmediatos de la capacidad de producción agrícola, pues sí. Pero de esto se recupera con mayor rapidez.
Quizá, el mayor impacto, en este sentido, lo fuera en el terreno, no material sino en el terreno espiritual. El que, durante seis años, gran parte de los hombres de España entre 16 y 40 años habían vivido de otras cosas, muy al margen del trabajo, y volver al trabajo al día siguiente de seis años de otras actividades, es más que complicado. Pero eso no hay manera de medirlo en estadística alguna.
El gran balance de la Guerra de la Independencia hay que hacerlo en el ámbito espiritual, cultural y demográfico. En este último, en cuanto a la población, la huella demográfica, no los muertos directos, sino los muertos y los no nacidos, pues según las estimaciones, estamos en época preestadística, pero más comprensibles, nos hablarían de una huella demográfica de 600 a 700.000 individuos. Eso significa, aproximadamente, el 7% de la población. Eso se traduce en que podemos ponerle literatura a esto. La Guerra de la Independencia fue el conflicto más cruel, en términos humanos, de la España contemporánea. Nunca, en ninguna guerra, hemos tenido un 7% de pérdidas en la huella demográfica. Ni siquiera en la de 1936-1939. Eso sí, sin duda.
Pero con ser esto importante, yo creo que es mucho más significativo todavía el impacto en el ámbito cultural. No me refiero a la destrucción de patrimonio artístico, que también fue importante, tanto en el mobiliario como el de los inmuebles y en particular de la Iglesia sufrió una pérdida de patrimonio verdaderamente espectacular. Y lo sufrieron después otras instituciones públicas civiles españolas y algunos particulares. Por ejemplo, el marqués de Astorga que se habían significado en la lucha contra los franceses y que no sólo por eso fueron expropiados. Fueron expropiados porque tenían grandes colecciones de pintura, evidentemente, y que hoy están en el Louvre todavía. Se llevaron cuanto pudieron: los franceses y, también, los ingleses. Después de la batalla de Victoria, los ingleses alcanzan al convoy francés que lleva una parte notable de las obras de arte, de lo que se ha expoliado a nuestro país y los franceses lo abandonan. Entonces, Wellesley lo recoge cuidadosamente y se lo lleva a Inglaterra, donde sigue hoy día, a pesar de que en 1814 dicen que le dijo a Fernando VII que sí quería lo devolvía, pero Fernando VII que no se molestara en devolverlo. |