Y esos argumentos tienen
que ver con la inevitable necesidad de que la ley
electoral no privilegie continuamente en todas las
elecciones territorios, sino igualdad de voto. La
ciencia jurídica tiene muchísimas herramientas para
hacerlo. Invoco a Kelsen en los Estudios introductorios
para la constitución de la república austriaca. Segundo
lugar, es absolutamente inevitable garantizar una
relación personal entre elegidos y electores. De otra
manera el electorado estará preso de decisiones de
maquinarias de partidas políticos. No abogo por las
listas abiertas, pues creo que las listas abiertas
tienen muchos problemas, pero abogo por las listas
de partido sin jerarquizar. Listas de partidos, de
grandes partidos, pero que el ciudadano jerarquiza
con su decisión y no jerarquiza el comité electoral
del partido con la suya. Y, por lo tanto, promueve
dentro de los candidatos de los partidos la posibilidad
de ser conocidos entre la gente y de responder ante
la gente.
Estas dos medidas serían
las únicas que potenciarían un poder ejecutivo central
de naturaleza unitaria. Pero la situación española,
como la de los padres fundadores, implica que la forma
de hacer visible la unidad de pueblo es de doble naturaleza.
Una, de naturaleza democrática básica: una persona,
un voto. Y dos, de cooperación entre los distintos
territorios: cooperación legislativa a todos los niveles,
cooperación en la que se muestra que la unidad de
pueblo tiene realidades que no pueden disolverse sin
que se disuelva la unidad de pueblo. Y esto implica
hacer visible la unidad de pueblo sobre la base de
territorios en el Senado. Porque, de otra forma, no
podemos canalizar la necesidad de colegislación y
corresponsabilidad entre el parlamento central y los
parlamentos autonómicos. De tal manera que estamos
dando una clara e inequívoca muestra de que la legislación
del parlamento, meramente directiva, luego es conculcada
por los desarrollos legislativos de todas las comunidades
autónomas.
Y, finalmente -último,
pero no en modo alguno el final-, la unidad de pueblo
como relaciones internacionales. Si queremos defender
una política que sea la de los hijos occidentales
de la libertad, no podemos depender en nuestra política
internacional y en la gestión de nuestros intereses,
de un candidato a presidente como Prodi, que un senador
puede destruir o, todavía más grave, de Evo Morales
o de Hubo Chávez que ningún senador podrá destruir
en mucho tiempo. La política internacional es determinante
para la política interior, para la política nacional
y no hay manera de generar una política internacional
en un estado confederal. Y esto lo estamos viendo
con la, a mi modo de ver, equivocada posición internacional
de España: con Italia contra Alemania y contra Francia.
Todas estas reformas son, o reformas o, como he dicho,
mutación constitucional. Todas estas reformas nos
cogen en España con una agenda que, en el fondo, determina
un grupo secreto que no entiende.
Ellos hablan de España,
pero en el fondo no es España lo que no entienden.
Lo que no entienden es el derecho, lo que no entienden
es un estado de garantías, lo que no entienden es
la vinculación propia a decisiones anteriores, lo
que no entienden decisión institucional que genera
derechos entre los ciudadanos. Un grupo que el día
que pueda tener algún tipo de poder político nunca
abandonará aquellas estrategias que le han llevado
a tenerlo. Nadie que ha llegado a tener ningún disfrute
de poder mediante la violencia ha prescindido de ella,
no se conoce un ejemplo en la historia que esto sea
así, Es una tragedia para España que la agenda política
en este momento, en que el mundo está completamente
cambiando, esté determinado por un grupo de apenas
doce personas, de los cuales jamás tendremos un argumento
público que decir y que en el fondo por la mera forma
aunque allí se estuviese diciendo, se estuviese decidiendo
el bien absoluto de la humanidad, por la mera forma,
en totalitaria y es completamente humillante. Por
lo tanto, en el fondo, creo que la única manera de
avanzar hacia esas transformaciones que necesita nuestro
país en el seno de nuestros vecinos europeos consiste
en reconocer que no existe la más mínima legitimidad
por parte de ETA. Cualquier tipo de reconocimiento
de legitimidad implica dialogo. Y esto es el último
y definitivo paso hacia la mutación constitucional,
porque eso en el fondo es reconocer que todos los
demás, todos los demás, no tenemos instituciones legítimas.
Espero y deseo que España siga siendo parte de los
hijos de la libertad de Occidente.